domingo, 27 de junio de 2021

LA CUMBRE DE RANCHO GRANDE - por NESTOR GERMAN RODRIGUEZ

 






INDICE: 

No.

Contenido

1

Presentación

2

Evolución histórica

3

Bibliografía

4

Derechos de Autor


PRESENTACION:

NESTOR GERMAN RODRIGUEZ

Al pasar la alcabala de El Limón comenzamos a conocer esta zona montañosa, llegamos al puente de Guamita, donde estaba aquel balneario de aguas heladas tan rememorada. Recuerdo haber estado días antes de la tragedia en viaje de fin de semana a la playa y sentimos preocupación por las lluvias de aquel septiembre; seguimos subiendo y llegamos a la cumbre de Rancho Grande donde está la construcción abandonada del Hotel y funcionó también la Estación Biológica. Recuerdo haber visitado dichas instalaciones y sentir el ambiente en pleno, compartir con las aves que en los comederos al aire libre saboreaban las frutas, haber caminado el Sendero de la Interpretación o de la Naturaleza, observar la altura del árbol Niño y cerrando los ojos, escuchar el sonido de las aves y animales, y recorrer aquellos fríos y amplios salones de la edificación, para muchos tenebrosa, algunos cuentos fantasmales se dicen de estas instalaciones, donde de repente nos encontramos con los murciélagos. Aunque para otros es un paraiso terrenal. Lo cierto es que Rancho Grande no solo es o fue un sitio para la investigación y la ciencia, sino que además permite a los visitantes y de manera especial a estudiantes y niños, conocer sobre la diversidad de la flora y fauna que permite crear conciencia ecológica sobre la conservación del ambiente.

PRESOS TRABAJANDO LA CARRETERA

Continuando el recorrido por la carretera gomecista pasamos por la curva de La Nevera, que dicen fue la más complicada de construir e instalar el puente, al pasar por acá pensamos lo que tantas veces escuchamos, a los presos que la construyeron con sus propias manos y con palas y picos. En los árboles podíamos observar algún mono araguato o cuando se atravesaba en la vía un cunaguaro; con cuidado pasamos  la curva del Caracol o regresiva donde había que coger impulso para subirla de regreso, nos parábamos en algún lateral por el mareo de los hijos y en alguna cascada a tomar agua fría y llegábamos al balneario de La Trilla, al cruce de Cumboto y finalmente a Ocumare.

En este libro hacemos un breve recuento de la evolución del sector montañoso, del Hotel y de la Estación Biológica, nos ayudamos de escritos como el de mi amigo Alberto Fernández Badillo, quien relata de manera como solo él podría hacerlo, la Creación de la Estación Biológica, donde encontramos inserto el discurso del decano de la Facultad, Dr. Manuel Vicente Benezra que no tiene desperdicio. Asimismo tenemos el relato de la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela, y otros aportes de las redes.

Espero recuerden y disfruten del contenido.

NESTOR GERMAN RODRIGUEZ

CONTENIDO:

EVOLUCION HISTORICA

El 23 de junio de 1904 Cipriano Castro contrata al ingeniero Alfredo Jhan, la apertura de una pica entre Maracay y la Costa, pasando por El Limón, de manera tal que pueda traficarse a caballo por todo el trayecto.

CASA DE GÓMEZ EN RANCHO GRANDE

El 23 de septiembre de 1913, Juan Vicente Gómez se residencia en Maracay y en 1933 se concluye algo que parecía imposible, la carretera Maracay-Ocumare de la Costa. En dicha vía, en un lugar llamado Portachuelo, existía una ranchería que daba abrigo a los arreos de burro y mulas que comercializaban  productos, una especie de encrucijada. Cerca existía una hacienda de café, lugar conocido como “Rancho Grande”, en esa zona donde está el parador donde Gómez hacia escala cuando iba a Turiamo y se construye un puesto militar, hasta que una hermana de Gómez, soltera, hizo construir una casa vacacional. Había otro sector llamado Rancho Chico donde allegados del General tenían sus casas de descanso.

La historia dice que una vez llegó como invitado el Ingeniero francés André Potel y se discutió sobre la posibilidad de construir un hotel, Gómez comienza a soñar así con un gran hotel.

El 31 de enero de 1933, J.V. Gómez ordena la construcción del Hotel Rancho Grande en el kilómetro 12 de la carretera a Ocumare de la Costa con el objeto de favorecer el turismo.

HOTEL EN CONSTRUCCIÓN

André Potel es el encargado del proyecto, el estilo francés se combina con el estadounidense, es decir, una simbiosis del estilo Alpes y el arte Deco. Se estima un costo de 2 millones de bolívares. A estos efectos se demolieron las estructuras existentes, se talaron 8.5 hectáreas de la selva nublada y se realizaron 33.588 metros cúbicos de banqueo. Se sembraron 12.200 árboles de pino australiano y plantas ornamentales y frutales para reponer el daño y protegerse del talud de la montaña., además se construyeron muros de contención al borde de la edificación. Se embaúla una quebrada cercana. El relleno no fue nada fácil.

Se construyeron campamentos para los trabajadores y otros para oficinas, depósitos y habitaciones provisionales.

En la obra trabajaron 200 obreros. Los materiales utilizados eran de calidad, algunos importados, los bloques se elaboraban en el sitio.

PANORAMICA DESDE RANCHO GRANDE

La edificación sería de tres pisos, con una forma de hoz o signo de interrogación. Tendría 170 metros de fachada y 9.000 metros cuadrados de construcción. El hotel tendría un hall corredor para huéspedes de paso, que se comunicaba con el comedor. Se proyectaron 90 habitaciones con baños en el lado este. Un corredor exterior con protección de vidrio y vista panorámica al lago de Tacarigua o de Valencia. El lado oeste era para Sala de Juegos, cocina y una terraza con vista a la selva. El último piso tendría una amplia terraza para visualizar las ciudades.

Hay que observar que Henri Pittier advirtió sobre la inestabilidad del terreno, lo cual ocasionó diferencias con el General Gómez. Ya en 1935 los embates de las lluvias ocasionaron daños a las instalaciones y todos recordamos los deslaves recientes.

Para 1934 se modificaron en algo los planos originales y Gómez realizaba inspecciones personales a la obra. En diciembre de 1935 la obra estaba bien adelantada y fallece el General el 17 de diciembre de ese año. La obra se paraliza. El monte hace presencia y el musgo toma las paredes. Los cuartos son invadidos por murciélagos, ratones, alacranes y otros animales.

EDIFICIO ABANDONADO

En 1937 el gobierno del General López Contreras declara el Parque Nacional Rancho Grande. Nadie se ocupó del Hotel.

Algunos pensaron en convertirlo en un manicomio, otros en un asilo para pobres, en un correccional, un hospital para tuberculosos  y hasta en un convento.

En ese año 1937 llega a Venezuela el ornitólogo Alexander Wetmore, en representación del Instituto Smithsoniano de Washington, con el interés de estudiar las aves de la selva tropical, y se alberga en la edificación para poder lograr su cometido.

En 1945, la Doctora Joselyn Crane de la Sociedad Zoológica de Nueva York visita el lugar y queda fascinada, pensando en instalar allí los laboratorios de su institución. Después de las gestiones, el gobierno autoriza y se establecen allí la misma Dra Crane, Willian Beebe, Fleming y otros.

JOSELYN CRANE EN PLENA ACCIÓN

Entre 1945 y 1948 los investigadores William Beede y Jocelyn Crane realizaron cuatro expediciones científicas dentro del área de Rancho Grande, en las cuales se apoyaron de las instalaciones del edificio para realizar sus estudios, demostrando la importancia y potencial del mismo para uso científico.

Culebras, lagartos y otros animales son capturados con trampas excavadas en el suelo. Los animales se fotografían o filman, luego son liberados.

HENRI PITTIER

Uno de los visitantes al lugar era Willian H. Phelps y Henri Pittier, allí se reunían con los extranjeros para observar, identificar las aves, también asistía el Dr. Francisco Fernández Yépez. La crema y nata de los Omitólogos en el mundo. Estos discutían, analizaban e intercambiaban puntos de vista. Surge así la idea de instalar una Estación Biológica de  manera permanente, sin descarta la sede de la Sociedad Zoológica  de N.Y.

En 1947 Henri Pittier se dirige al Congreso nacional y solicita un decreto para crear el “Instituto Internacional de Ciencias Naturales”, pero no logra su objetivo por la indiferencia oficial.

En 1948 se retiran los investigadores norteamericanos y las instalaciones de Rancho Grande quedan abandonadas. En USA los investigadores Beebe y Crane publican un libro titulado “la Ecología de Rancho Grande”. Luego se graba un documental titulado “La Vida Animal”. Y otro “Curioseando la Selva”. Beebe publica “High Jungle”, donde relata toda la experiencia vivida.

La Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela, señala en un artículo titulado Estación Biológica Rancho Grande, publicado en su blog lo siguiente:

“Posteriormente, debido a las insistencias del botánico Tobias Lasser y del naturalista Henri Pittier, en enero de 1950 se contrató al biólogo Ernst Schaefer como primer director de la Estación Biológica Rancho Grande. Sin embargo, el edificio fue abandonado nuevamente hasta 1989, con la excepción del último piso el cual fue utilizado y restaurado por el núcleo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Maracay (Huber, 1986)”.

AREA RESTAURADA PARA ESTACION BIOLÓGICA

“Desde el momento de su creación, la estación ha sido utilizada por un amplio número de investigadores nacionales y extranjeros, y es conocida como uno de los centros de investigación más frecuentado y renombrado. Igualmente la estación ha sido utilizada numerosas veces, como un área educativa por escuelas y universidades internacionales y nacionales (Huber, 1986)”.(Fin de la cita)

Asímismo se realizaban Seminarios, cursos, talleres, exposiciones y demás eventos, hasta clases de yoga.

Alberto Fernández Badillo relata la creación de la Estación Biológica de la siguiente manera, transcribo:

“Desde 1950, los investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela, con su nueva sede en Maracay, comienzan a frecuentar más a Rancho Grande. Alberto y Francisco Fernández Yépez, Carlos Julio Rosales y el auxiliar Mario Gelvez, colectan semanalmente muestras de animales, principalmente insectos y realizan algunas actividades docentes en Rancho Grande. Los intentos realizados para que la Estación permitiera que la Universidad pudiera disponer de un laboratorio, habían resultado infructuosos. Por ello se solicitó al Decano de la Facultad que gestionara la adquisición de parte del edificio para acondicionar allí unos laboratorios”.

ALBERTO FERNANDEZ YEPEZ

“El profesor Alberto Fernández Yépez asume el papel de intermediario entre la Universidad y el Ministerio de Agricultura y Cría para obtener permiso para usar algunos espacios en Rancho Grande. El 10 de Julio de 1959 el decano de la Facultad, Dr. Pompeyo Ríos, solicita apoyo al Rector Francisco De Venanzi, quien a su vez se dirige al Profesor Francisco Tamayo, de la División de Investigación de la Dirección de Recursos Naturales Renovables del Ministerio, planteándole la posibilidad de brindar un lugar de trabajo en la Estación para la Universidad y mientras esperaban respuesta solicitan y obtienen permiso para ocupar una pequeña casa situada pocos metros más arriba del restaurante de la curva de Rancho Grande. Esta casa fue demolida años más tarde”.

“El personal del Ministerio no tenía interés en compartir sus espacios de la Estación con personas de la Universidad, para la época considerada como un refugio de revolucionarios. Así, antes de facilitarle laboratorios en la parte remodelada de la Estación, prefirió asignarle un espacio en la parte inconclusa y abandonada del edificio. Las posibilidades de la Universidad para construir sus laboratorios, parecían entonces remotas. El 3 de Agosto de 1959, el director de Recursos Naturales Renovables, ingeniero agrónomo Alfredo Rivas Larralde, por instrucciones del Ministro de Agricultura y en oficio Nº RNR-3473, participa al decano de la Facultad que está autorizado para acondicionar, equipar y usar cuatro habitaciones en la parte alta del ala derecha del edificio, en ese entonces inconclusa, indicando que los costos para lograrlo debían ser cubiertos por la Universidad. Ciertamente el área asignada era la más lejana a las instalaciones del Ministerio y no tenían absolutamente ninguna obra para utilizar electricidad ni servicio de aguas negras ni blancas”.

“No teniendo la Facultad recursos financieros para ejecutar la recuperación de los cuartos asignados, el nuevo decano, Dr. Manuel Vicente Benezra, solicita colaboración al Ministro de Obras Públicas, Dr. Santiago Hernández Ron, quien acoge la solicitud y autoriza, dentro del "Plan de Obras Especiales del Ministerio", a la compañía Cadeca, que ya se encontraba mejorando la parte del edificio perteneciente al Ministerio de Agricultura, para que proceda a la ejecución de las obras que requería la Universidad. El decano encarga a los profesores Macrobio Delgado y Carlos Julio Rosales, de los Institutos de Botánica y Zoología respectivamente, como responsables de los trabajos, sin embargo con esta ayuda sólo se logró la instalación de una escalera metálica para el acceso (muy incómoda por lo empinada) y la construcción de algunas ventanas y puertas de hierro”.

“Posteriormente se pensó en obtener del presupuesto de la Facultad una partida mensual de mil bolívares, pero ello resultó imposible por lo escaso de los recursos disponibles. El profesor Alberto Fernández Yépez propone y anexa un proyecto para acondicionar las áreas de la Facultad a través del apoyo del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH) de la Universidad. Una vez aprobado por las autoridades, se encarga a Alberto Fernández Yépez, quien se dedica a realizar cálculos, buscar precios de materiales e incluso a diseñar y dibujar los planos respectivos. El 11 de Mayo de 1964, el proyecto, por 17.848 bolívares, es aprobado por la Comisión Científica del CDCH, bajo el número 98, haciendo entrega de la suma mencionada al profesor Alberto Fernández Yépez como responsable de su ejecución”.

“Al comienzo se pensó utilizar al personal obrero de la Facultad, pero ello no dio resultado; luego las fuertes lluvias impidieron comenzar la obra durante los meses siguientes, por lo que no fue sino hasta Enero de 1965 cuando se comenzó a trabajar. El profesor Alberto Fernández Yépez se encargó personalmente de los trabajos y diariamente subía a Rancho Grande para llevar materiales, inspeccionar los trabajos e incluso para realizar algunas labores de carpintería y diseño de los laboratorios”.

“El 5 de Mayo de 1965 se concluyó el proyecto a un costo de 17.822,20 bolívares, es decir 25,80 menos que lo aprobado por el CDCH. Casi inmediatamente, el profesor Alberto Fernández Yépez propone una nueva inversión de 37.000 bolívares para agregar dos nuevas habitaciones, dos oficinas y dos laboratorios, solicitando además 44.341,20 bolívares adicionales para dotaciones. Esta propuesta fue sólo parcialmente aceptada y se logró anexar nuevas áreas a lo ya construido. En Agosto de ese año, los directores de los Institutos de Zoología y Botánica, Gerardo Yepéz Tamayo y Ludwig Schnee suscriben el primer reglamento, elaborado por Alberto Fernández Yépez con carácter provisional, del uso de las instalaciones de la Facultad en Rancho Grande. Así, la vieja casa prestada fue desocupada y los investigadores de la Facultad comenzaron a quedarse en sus nuevas instalaciones”.

“El 10 de Febrero de 1966 se inauguran los "Laboratorios de Botánica y Zoología de Rancho Grande" de la Facultad de Agronomía en un concurrido acto al cual asistieron las autoridades de la Facultad y diversas personalidades del Estado Aragua, quienes luego disfrutaron de un brindis hasta el atardecer. Entre los presentes se encontraban el rector de la Universidad Central de Venezuela, Dr. Jesús María Bianco; Monseñor Feliciano González; quien bendijo las instalaciones; el decano de la Facultad, Dr. Manuel Vicente Benezra; Alberto y Francisco Fernández Yépez; Gonzalo Medina Padilla, director de la Estación del Ministerio; José Luis Méndez Arocha; Gerardo Yépez Tamayo; Francisco Tamayo Yépez; José Luis Sánchez; Elbano Martin S.; José Luis Arcay; Eduardo Osuna; J. Lugo Blanco; el Padre Yanoni; J.J. Pacheco; Iride Mendible; Amelia Montesinos; Eduardo Lander; Julieta Fernández; América Trujillo; Alcides Guatarasma; Aquiles Montagne; Carlos Julio Rosales; David Villasmil; Alberto Fernández Badillo; Mario Gélvez; Evaristo "Agapito" Torres; Jan y Bohumila Bechyne y muchos otros profesores y estudiantes de la Facultad. Hubo un emotivo discurso del decano de la Facultad, Dr. Manuel Vicente Benezra, quien expreso: "Cinta de concreto que une Maracay con la costa. Bosque de árboles centenarios. Bruma, arroyos cristalinos. Maravilla puesta por la naturaleza en despliegue de la variedad inmensa del Dios creador. Historia evolutiva de un pedazo de suelo, suelo en evolución, vegetación cambiante, corola de luz entre nubes tropicales. Así se llega a Rancho Grande. Tu nombre fue cambiado y te bautizaron con nombre de sabio, te dieron su nombre en recuerdo de su obra, o es acaso su obra recuerdo de tu nombre. Al decir Henri Pittier, más que decir un nombre, elevamos una oración. Plegaria inmensa que abarca a todos aquellos que dedican su esfuerzo a conservar los árboles en los bosques, el agua en las quebradas y el trino entre plumones de brillantes colores. A la orilla del camino, víctima del tiempo, se elevaba al cielo, como mudo monumento de la inconstancia humana, los fríos aposentos de quien, en épocas pasadas, hubiera sido sitio de alojamiento, para el turista de vista cansada, que abriría los ojos para que por ellos entrara toda la belleza de los Valles de Aragua y el azul intenso de su lago. En múltiples ocasiones, profesores que buscan y buscan y que al fin por tanto buscar encuentran, pensaron que en aquella torre; fría, húmeda y carcomida por el tiempo, podría crecer como los sueños si se les da la vecindad del alma, que en esa torre podría crecer el tibio hogar de la actividad creadora. No ya, para ser turista contemplativo de un desfile de maravillas, sino para atrapar entre los hilos finos de las mallas, la realidad de un mundo que pasa y que unas veces es bueno y otras es mala. Nació la idea y poco a poco fue creciendo y hombre generoso, que se llamaban con nombre propio; Tamayo, Altuve, De Venanzi, o con nombre genérico: Consejo de Desarrollo Científico, Dirección de Recursos Naturales, Universidad, materializaron el sueño, el cual ha ido caminando paso a paso, con rumbo cierto, aunque lejos está el horizonte. ¿A dónde nos llevará el camino, por cuántas veredas habremos de pasar?, no le preguntemos al caminante, preguntemos al camino. La fría, la calculadora actividad creadora continuará aquí, con aliento humano y con cariño de abnegación, escudriñando en este mundo infinito que nos rodea; trabajando de día y de noche, con calor y con frío, en beneficio de quienes allá abajo laboran por una patria grande y soberana. No es necesario el piso de mármol, el techo de yeso, las alfombras, los oropeles; para nosotros, estas cuatro paredes, no son comparables ni al más acabado castillo de los cuentos de príncipes y princesas; para nosotros fantasía es ilusión, es sueño. Le daremos vida con trabajo, con empeño y con decisión y cuando, algún osado navegante, mire en las noches hacia la cumbre de Rancho Grande, verá una luz refulgente, luz de alborada en un castillo de torres y torres, donde la verdad tendrá más brillo que las estrellas del cielo. Esta es la Universidad, esta su actividad, no sólo derecho, es obligación, sembrar luces, iluminar mentes, forjar corazones, aprender, enseñar, volver a aprender, seguir enseñando. Pobres de aquellos que aprendieron y no enseñan, pobres de aquellos que quieren apagar el sol tapándose los ojos con las manos. Al final, de campo a campo, de hombre a hombre, del fondo de la tierra saldrá el canto de Universidad que entonado con la mística de un himno, marcaría en sus compases el engrandecimiento de Venezuela. Y esa Universidad, o como se llame, será el pedestal donde descansará el porvenir de la Nación; vanos habrán sido los esfuerzos de quienes quisieron frenarla, pues a la luz, la sombra y el agua no hay quien pueda frenarlos. En este desarrollo, en este crecimiento incontenible de la Universidad venezolana, nosotros diremos: Presente!!, y aquí, en este instante queremos dar nuestro reconocimiento al Rector Jesús María Bianco, pues él, peregrino como nosotros en busca de nuestro destino, ha ido dando agua, luz y sombra. Gracias a todos los buenos samaritanos, gracias a quienes creen en los sueños y trabajan para lograrlos y pedimos al Dios poderoso nos ilumine para que a cada paso, nos sirva de guía en el camino que hoy comienza. Camino: ¿A dónde nos llevas?. Caminante: Los llevo a vivir por Venezuela. Gracias".

“Desde este momento se nombró como encargado de la nueva Estación al Dr. Alberto Fernández Yépez, quien posteriormente se dedica a organizar los laboratorios y realizar frecuentes visitas de coleccionamiento, lo cual fue rutinario hasta su muerte, el 27 de Julio de 1970”.

“Pensando en una rotación anual del cargo de Jefe de la Estación, el 8 de Febrero de 1967, se encarga de la misma a su hermano, Francisco Fernández Yépez. En estos años, los hermanos Fernández Yépez, René Lichy, Carlos Julio Rosales, Eduardo Osuna, Jan y Bohumila de Bechyne, Mario Gélvez, Juvenal Salcedo y Francisco Urbáez visitan frecuentemente la Estación, haciendo colectas y tomando notas sobre la fauna”.

“Principalmente se dedican al coleccionamiento de insectos que llegaban atraídos por el bombillo de mercurio colocado delante de una lona blanca fijada a la pared de la Estación. Durante años, esta efectiva trampa de luz ha permitido la captura de innumerables especies de insectos, muchas nuevas para la ciencia. La alta intensidad del bombillo utilizado, fue muy útil para saber si alguien estaba colectando en Rancho Grande, ya que su brillo era visible desde algunos puntos de la ciudad de Maracay. Sólo Alberto Fernández Yépez y su hijo Alberto Fernández Badillo, su ayudante Francisco Urbáez y su compañero malariólogo Gregorio Ulloa hacen colectas de pequeños mamíferos utilizando trampas tipo Scherman, Havarhath, National y Víctor o de golpe; así como de aves y murciélagos usando mallas de neblina”.

“Desde 1971, queda encargado de la Estación el profesor Luis Fernández Solís, quien venía adelantando un proyecto de registro de insectos plagas con trampas de luz, una de las cuales fue instalada en la terraza de la Estación. El técnico Félix Zambrano actúa como ayudante en este proyecto. En 1972 se logra que la Estación tenga un obrero asignado para su mantenimiento y el cargo es ocupado por Gumersindo Jiménez, quien a través de los años se ganó el cariño y la amistad de todos los que subían a Rancho Grande. En 1975, el profesor Fernández Solís deja la Universidad y la Estación queda en manos, por iniciativa propia, nuevamente del Dr. Francisco Fernández Yépez. Pocos investigadores de la Facultad utilizan Rancho Grande para sus trabajos y colectas, siendo sólo frecuentes el Dr. Francisco Fernández Yépez, el prof. de entomología José "Pepe" Clavijo, el prof. de zoología agrícola Alberto Fernández Badillo y los técnicos Juvenal Salcedo, Anibal Chacón, Francisco Urbáez y Carlos Andara”.

“Francisco Fernández Yépez fallece el 16 de agosto de 1986. Meses antes había sido nombrado como encargado de la Estación al profesor de entomología Aquiles Montagne, quien no muestra mucho interés en estimular el uso de sus instalaciones e incluso hasta propone que debe manejarse junto con la vecina Estación del Ministerio e incluso anexarse a ella. La falta de recursos económicos tiene sus evidentes efectos sobre el mal estado de la Estación de la UCV”.

ALBERTO FERNANDEZ BADILLO

“Posteriormente, en 1982, son encargados de la Estación los profesores José Clavijo y Alberto Fernández-Badillo, éste último finalmente queda como el único Jefe de la Estación desde 1984 hasta 1995. Para muchos estos once años lo consideran como una "época de oro" de la Estación, con un aumento significativo de la presencia de estudiantes y visitantes nacionales y extranjeros para desarrollar actividades de investigación como trabajos de grado, tesis, proyectos y otras tareas; mayor afluencia de institutos docentes como escuelas, colegios, institutos universitarios, pedagógicos y universidades en sus labores de enseñanza; ser sede de congresos y cursos relacionados con la conservación; mayores inversiones para remodelar las instalaciones de la Estación; las mejores relaciones con INPARQUES y lograr compartir espacios de todo el edificio con un contrato de comodato; elevar la Estación a unidad independiente con las otras estaciones de la Facultad de Agronomía; llevar adelante un buen control y vigilancia a través de sus conserjes; controlar el uso del Sendero de Interpretación Andy Field, camino a la toma y uso del Paso Portachuelo; firmar acuerdos de cooperación con entes como la Sociedad Científica Amigos del Parque, la Sociedad Zoológica de Nueva York, entre otras”.

“En 1987 la Estación es bautizada con el nombre del Dr. Alberto Fernández Yépez, en merecido homenaje a quien logró que el Ministerio cediera sus espacios para la U.C.V. y se encargara personalmente de su diseño, construcción e inauguración”.

“En 1995 se nombra como Jefe de la Estación al profesor Jesús Manzanilla, seguido de los profesores John Lattke y Vilma Savini, lamentablemente fue un lapso donde las instalaciones fueron de nuevo abandonadas y disminuyeron significativamente todas las actividades docentes, de investigación, de ecoturismo y extensión conservacionista. En 2014 fue nombrado Jefe de la Estación al Ingeniero Pedro Delgado, quien aun no siendo personal de la Facultad inicia su gestión muy entusiasmado por recuperar sus espacios y actividades, pero enferma y fallece en ejercicio del cargo en el año 2018”.(Fin de la cita)

ANDY FIELD EN LA PLATAFORMA

Como hecho anecdótico debemos mencionar que en 1981 llega a Venezuela un joven británico llamado Andrew (Andy) Field de 26 años de edad. Su objetivo era estudiar los grandes árboles de la selva nublada para su tesis de doctorado. Se hospedó en Maracay, aprendió las técnicas para subir árboles y construir plataformas en el copo  del árbol Niño que tienen una altura de hasta 60 mts. Lamentblemente, despues de cierto tiempo experimentando, fue hallado muerto al caer en una de sus travesias, esto ocurrió en 1984. 

SENDERO DE LA INTERPRETACIÓN O DE LA NATURALEZA

En su nombre se bautizó el Sendero de la Interpretación o de la Naturaleza.

Finalmente se han hecho esfuerzos por rescatar la Estación Biológica, pero no ha sido posible.

Recientemente bajo el lema “Que vuelva a la vida Rancho Grande” se organiza una campaña, que no es fácil porque no hay servicios, no hay logística, no hay mantenimiento ni transporte. El reto es grande, no hay enrejado ni protección. Debe recuperarse la estructura en general y adquirir materiales de docencia e investigación.

Al momento de escribir estas notas me informaron que Inparques y la UCV comparten el segundo piso y en la planta baja existe un puesto de Guardabosques. El Museo de Biología dicen que fue mudado al lado de la alcabala  de El Limón.

Deseamos que vengan tiempos mejores.

BIBLIOGRAFÍA

LA WEB DE ALBERTO FERNÁNDEZ BADILLO, LA WED DE LA SOCIEDAD CONSERVACIONISTA AUDUBON DE VENEZUELA, WIKIPEDIA, 100 AÑOS DE LA CARRETERA MARACAY - EL LIMON -OCUMARE DE ERNESTO CURITA SALGADO Y OTRAS MÁS. 


ERECHOS DE AUTOR

Esta obra se reserva el derecho de autor prescrito en la página http://sapi.gob.ve/?page_id=116 Este derecho nace con el acto de creación y no por el registro de la obra. Es el derecho que posee el autor sobre sus creaciones sean estas obras literarias, musicales, teatrales, artísticas, científicas o audiovisuales. Se considera Autor a la persona natural (persona física) que crea alguna obra literaria, artística o científica. Se agradece a todos los lectores ceñirse a esta disposición

 

 




4 comentarios:

Alberto Fernandez-Badillo dijo...

Ojalá esta historia pueda ser leida por los jovenes interesados en conocer nuestro Parque Nacional Henri Pittier

Unknown dijo...

Bien completo el historial de Rancho Grande...hermosas las palabras del decano Benezrra para el momento

Anónimo dijo...

Te puedo asegurar que muchos de tus conocimientos han pasado con mucha importancia a través de muchas personas e inclusive por mi mismo. Fuiste una persona especial para mi. Estuviste allí cuando necesite tu apoyo. Mi tesis la realice en Rancho Grande en tu honor ya que me enseñaste lo mágico de ese lugar. Gracias de verdad.

Jaime ache dijo...

El conocimiento de nuestro entorno su conservación y darle la utilidad adecuada implica un trabajo e investigación constantes sembrar el amor por la naturaleza y mantener sin intervenir la biodiversidad