INDICE:
No. |
Contenido |
1 |
Presentación |
2 |
Evolución histórica |
3 |
Bibliografía |
4 |
Derechos de Autor |
PRESENTACION:
NESTOR GERMAN RODRIGUEZ |
Al pasar la alcabala de El Limón comenzamos a conocer esta
zona montañosa, llegamos al puente de Guamita, donde estaba aquel balneario de
aguas heladas tan rememorada. Recuerdo haber estado días antes de la tragedia
en viaje de fin de semana a la playa y sentimos preocupación por las lluvias de aquel septiembre; seguimos subiendo y llegamos a la cumbre
de Rancho Grande donde está la construcción abandonada del Hotel y funcionó
también la Estación Biológica. Recuerdo haber visitado dichas instalaciones y
sentir el ambiente en pleno, compartir con las aves que en los comederos al
aire libre saboreaban las frutas, haber caminado el Sendero de la
Interpretación o de la Naturaleza, observar la altura del árbol Niño y cerrando
los ojos, escuchar el sonido de las aves y animales, y recorrer aquellos fríos
y amplios salones de la edificación, para muchos tenebrosa, algunos cuentos
fantasmales se dicen de estas instalaciones, donde de repente nos encontramos
con los murciélagos. Aunque para otros es un paraiso terrenal. Lo cierto es que Rancho Grande no solo es o fue un sitio para
la investigación y la ciencia, sino que además permite a los visitantes y de
manera especial a estudiantes y niños, conocer sobre la diversidad de la flora
y fauna que permite crear conciencia ecológica sobre la conservación del ambiente.
PRESOS TRABAJANDO LA CARRETERA |
Continuando el recorrido por la carretera gomecista pasamos
por la curva de La Nevera, que dicen fue la más complicada de construir e instalar el
puente, al pasar por acá pensamos lo que tantas veces escuchamos, a los presos que la construyeron
con sus propias manos y con palas y picos. En los árboles podíamos observar algún
mono araguato o cuando se atravesaba en la vía un cunaguaro; con cuidado
pasamos la curva del Caracol o regresiva
donde había que coger impulso para subirla de regreso, nos parábamos en algún lateral por el mareo de los hijos y en alguna
cascada a tomar agua fría y llegábamos al balneario de La Trilla, al cruce de Cumboto y
finalmente a Ocumare.
En este libro hacemos un breve recuento de la evolución del sector montañoso, del Hotel y de la Estación Biológica, nos ayudamos de escritos como el de mi amigo Alberto Fernández Badillo, quien relata de manera como solo él podría hacerlo, la Creación de la Estación Biológica, donde encontramos inserto el discurso del decano de la Facultad, Dr. Manuel Vicente Benezra que no tiene desperdicio. Asimismo tenemos el relato de la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela, y otros aportes de las redes.
Espero recuerden y disfruten del contenido.
NESTOR GERMAN RODRIGUEZ
CONTENIDO:
EVOLUCION HISTORICA
El 23 de junio de 1904 Cipriano Castro contrata al ingeniero
Alfredo Jhan, la apertura de una pica entre Maracay y la Costa, pasando por El
Limón, de manera tal que pueda traficarse a caballo por todo el trayecto.
CASA DE GÓMEZ EN RANCHO GRANDE |
El 23 de septiembre de 1913, Juan Vicente Gómez se residencia
en Maracay y en 1933 se concluye algo que parecía imposible, la carretera
Maracay-Ocumare de la Costa. En dicha vía, en un lugar llamado Portachuelo,
existía una ranchería que daba abrigo a los arreos de burro y mulas que
comercializaban productos, una especie
de encrucijada. Cerca existía una hacienda de café, lugar conocido como “Rancho
Grande”, en esa zona donde está el parador donde Gómez hacia escala cuando iba
a Turiamo y se construye un puesto militar, hasta que una hermana de Gómez,
soltera, hizo construir una casa vacacional. Había otro sector llamado Rancho Chico donde allegados del General tenían sus casas de descanso.
La historia dice que una vez llegó como invitado el Ingeniero
francés André Potel y se discutió sobre la posibilidad de construir un hotel,
Gómez comienza a soñar así con un gran hotel.
El 31 de enero de 1933, J.V. Gómez ordena la construcción del
Hotel Rancho Grande en el kilómetro 12 de la carretera a Ocumare de la Costa con
el objeto de favorecer el turismo.
HOTEL EN CONSTRUCCIÓN |
André Potel es el encargado del proyecto, el estilo francés
se combina con el estadounidense, es decir, una simbiosis del estilo Alpes y el
arte Deco. Se estima un costo de 2 millones de bolívares. A estos efectos se demolieron
las estructuras existentes, se talaron 8.5 hectáreas de la selva nublada y se
realizaron 33.588 metros cúbicos de banqueo. Se sembraron 12.200 árboles de
pino australiano y plantas ornamentales y frutales para reponer el daño y
protegerse del talud de la montaña., además se construyeron muros de contención
al borde de la edificación. Se embaúla una quebrada cercana. El relleno no fue
nada fácil.
Se construyeron campamentos para los trabajadores y otros
para oficinas, depósitos y habitaciones provisionales.
En la obra trabajaron 200 obreros. Los materiales utilizados
eran de calidad, algunos importados, los bloques se elaboraban en el sitio.
PANORAMICA DESDE RANCHO GRANDE |
La edificación sería de tres pisos, con una forma de hoz o signo de interrogación. Tendría 170 metros de fachada y 9.000 metros cuadrados de construcción. El hotel tendría un hall corredor para huéspedes de paso, que se comunicaba con el comedor. Se proyectaron 90 habitaciones con baños en el lado este. Un corredor exterior con protección de vidrio y vista panorámica al lago de Tacarigua o de Valencia. El lado oeste era para Sala de Juegos, cocina y una terraza con vista a la selva. El último piso tendría una amplia terraza para visualizar las ciudades.
Hay que observar que Henri Pittier advirtió sobre la
inestabilidad del terreno, lo cual ocasionó diferencias con el General Gómez.
Ya en 1935 los embates de las lluvias ocasionaron daños a las instalaciones y
todos recordamos los deslaves recientes.
Para 1934 se modificaron en algo los planos originales y Gómez
realizaba inspecciones personales a la obra. En diciembre de 1935 la obra
estaba bien adelantada y fallece el General el 17 de diciembre de ese año. La
obra se paraliza. El monte hace presencia y el musgo toma las paredes. Los cuartos
son invadidos por murciélagos, ratones, alacranes y otros animales.
EDIFICIO ABANDONADO |
En 1937 el gobierno del General López Contreras declara el
Parque Nacional Rancho Grande. Nadie se ocupó del Hotel.
Algunos pensaron en convertirlo en un manicomio, otros en un
asilo para pobres, en un correccional, un hospital para tuberculosos y hasta en un convento.
En ese año 1937 llega a Venezuela el ornitólogo Alexander Wetmore, en representación del Instituto Smithsoniano de Washington, con el interés de estudiar las aves de la selva tropical, y se alberga en la edificación para poder lograr su cometido.
En 1945, la Doctora Joselyn Crane de la Sociedad Zoológica de
Nueva York visita el lugar y queda fascinada, pensando en instalar allí los
laboratorios de su institución. Después de las gestiones, el gobierno autoriza
y se establecen allí la misma Dra Crane, Willian Beebe, Fleming y otros.
JOSELYN CRANE EN PLENA ACCIÓN |
Culebras, lagartos y otros animales son capturados con
trampas excavadas en el suelo. Los animales se fotografían o filman, luego son
liberados.
HENRI PITTIER |
Uno de los visitantes al lugar era Willian H. Phelps y Henri
Pittier, allí se reunían con los extranjeros para observar, identificar las aves,
también asistía el Dr. Francisco Fernández Yépez. La crema y nata de los
Omitólogos en el mundo. Estos discutían, analizaban e intercambiaban puntos de
vista. Surge así la idea de instalar una Estación Biológica de manera permanente, sin descarta la sede de la
Sociedad Zoológica de N.Y.
En 1947 Henri Pittier se dirige al Congreso nacional y
solicita un decreto para crear el “Instituto Internacional de Ciencias
Naturales”, pero no logra su objetivo por la indiferencia oficial.
En 1948 se retiran los investigadores norteamericanos y las
instalaciones de Rancho Grande quedan abandonadas. En USA los investigadores
Beebe y Crane publican un libro titulado “la Ecología de Rancho Grande”. Luego
se graba un documental titulado “La Vida Animal”. Y otro “Curioseando la
Selva”. Beebe publica “High Jungle”, donde relata toda la experiencia vivida.
La Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela, señala en
un artículo titulado Estación Biológica Rancho Grande, publicado en su blog lo
siguiente:
“Posteriormente, debido a las insistencias del botánico
Tobias Lasser y del naturalista Henri Pittier, en enero de 1950 se contrató al
biólogo Ernst Schaefer como primer director de la Estación Biológica Rancho
Grande. Sin embargo, el edificio fue abandonado nuevamente hasta 1989, con la
excepción del último piso el cual fue utilizado y restaurado por el núcleo de
la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Maracay (Huber, 1986)”.
AREA RESTAURADA PARA ESTACION BIOLÓGICA |
“Desde el momento de su creación, la estación ha sido
utilizada por un amplio número de investigadores nacionales y extranjeros, y es
conocida como uno de los centros de investigación más frecuentado y renombrado. Igualmente la estación ha sido utilizada numerosas veces,
como un área educativa por escuelas y universidades internacionales y
nacionales (Huber, 1986)”.(Fin de la cita)
Asímismo se realizaban Seminarios, cursos, talleres, exposiciones y demás eventos, hasta clases de yoga.
Alberto Fernández Badillo relata la creación de la Estación
Biológica de la siguiente manera, transcribo:
“Desde 1950, los investigadores de la Facultad de Agronomía
de la Universidad Central de Venezuela, con su nueva sede en Maracay, comienzan
a frecuentar más a Rancho Grande. Alberto y Francisco Fernández Yépez, Carlos
Julio Rosales y el auxiliar Mario Gelvez, colectan semanalmente muestras de
animales, principalmente insectos y realizan algunas actividades docentes en
Rancho Grande. Los intentos realizados para que la Estación permitiera que la
Universidad pudiera disponer de un laboratorio, habían resultado infructuosos.
Por ello se solicitó al Decano de la Facultad que gestionara la adquisición de
parte del edificio para acondicionar allí unos laboratorios”.
ALBERTO FERNANDEZ YEPEZ |
“El profesor Alberto Fernández Yépez asume el papel de
intermediario entre la Universidad y el Ministerio de Agricultura y Cría para
obtener permiso para usar algunos espacios en Rancho Grande. El 10 de Julio de
1959 el decano de la Facultad, Dr. Pompeyo Ríos, solicita apoyo al Rector
Francisco De Venanzi, quien a su vez se dirige al Profesor Francisco Tamayo, de
la División de Investigación de la Dirección de Recursos Naturales Renovables
del Ministerio, planteándole la posibilidad de brindar un lugar de trabajo en
la Estación para la Universidad y mientras esperaban respuesta solicitan y
obtienen permiso para ocupar una pequeña casa situada pocos metros más arriba
del restaurante de la curva de Rancho Grande. Esta casa fue demolida años más
tarde”.
“El personal del Ministerio no tenía interés en compartir sus
espacios de la Estación con personas de la Universidad, para la época
considerada como un refugio de revolucionarios. Así, antes de facilitarle
laboratorios en la parte remodelada de la Estación, prefirió asignarle un
espacio en la parte inconclusa y abandonada del edificio. Las posibilidades de
la Universidad para construir sus laboratorios, parecían entonces remotas. El 3
de Agosto de 1959, el director de Recursos Naturales Renovables, ingeniero agrónomo
Alfredo Rivas Larralde, por instrucciones del Ministro de Agricultura y en
oficio Nº RNR-3473, participa al decano de la Facultad que está autorizado para
acondicionar, equipar y usar cuatro habitaciones en la parte alta del ala
derecha del edificio, en ese entonces inconclusa, indicando que los costos para
lograrlo debían ser cubiertos por la Universidad. Ciertamente el área asignada
era la más lejana a las instalaciones del Ministerio y no tenían absolutamente
ninguna obra para utilizar electricidad ni servicio de aguas negras ni blancas”.
“No teniendo la Facultad recursos financieros para ejecutar
la recuperación de los cuartos asignados, el nuevo decano, Dr. Manuel Vicente
Benezra, solicita colaboración al Ministro de Obras Públicas, Dr. Santiago Hernández
Ron, quien acoge la solicitud y autoriza, dentro del "Plan de Obras
Especiales del Ministerio", a la compañía Cadeca, que ya se encontraba
mejorando la parte del edificio perteneciente al Ministerio de Agricultura,
para que proceda a la ejecución de las obras que requería la Universidad. El
decano encarga a los profesores Macrobio Delgado y Carlos Julio Rosales, de los
Institutos de Botánica y Zoología respectivamente, como responsables de los
trabajos, sin embargo con esta ayuda sólo se logró la instalación de una
escalera metálica para el acceso (muy incómoda por lo empinada) y la
construcción de algunas ventanas y puertas de hierro”.
“Posteriormente se pensó en obtener del presupuesto de la
Facultad una partida mensual de mil bolívares, pero ello resultó imposible por
lo escaso de los recursos disponibles. El profesor Alberto Fernández Yépez
propone y anexa un proyecto para acondicionar las áreas de la Facultad a través
del apoyo del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH) de la Universidad.
Una vez aprobado por las autoridades, se encarga a Alberto Fernández Yépez,
quien se dedica a realizar cálculos, buscar precios de materiales e incluso a
diseñar y dibujar los planos respectivos. El 11 de Mayo de 1964, el proyecto,
por 17.848 bolívares, es aprobado por la Comisión Científica del CDCH, bajo el
número 98, haciendo entrega de la suma mencionada al profesor Alberto Fernández
Yépez como responsable de su ejecución”.
“Al comienzo se pensó utilizar al personal obrero de la
Facultad, pero ello no dio resultado; luego las fuertes lluvias impidieron
comenzar la obra durante los meses siguientes, por lo que no fue sino hasta
Enero de 1965 cuando se comenzó a trabajar. El profesor Alberto Fernández Yépez
se encargó personalmente de los trabajos y diariamente subía a Rancho Grande
para llevar materiales, inspeccionar los trabajos e incluso para realizar
algunas labores de carpintería y diseño de los laboratorios”.
“El 5 de Mayo de 1965 se concluyó el proyecto a un costo de
17.822,20 bolívares, es decir 25,80 menos que lo aprobado por el CDCH. Casi
inmediatamente, el profesor Alberto Fernández Yépez propone una nueva inversión
de 37.000 bolívares para agregar dos nuevas habitaciones, dos oficinas y dos
laboratorios, solicitando además 44.341,20 bolívares adicionales para
dotaciones. Esta propuesta fue sólo parcialmente aceptada y se logró anexar
nuevas áreas a lo ya construido. En Agosto de ese año, los directores de los
Institutos de Zoología y Botánica, Gerardo Yepéz Tamayo y Ludwig Schnee
suscriben el primer reglamento, elaborado por Alberto Fernández Yépez con
carácter provisional, del uso de las instalaciones de la Facultad en Rancho
Grande. Así, la vieja casa prestada fue desocupada y los investigadores de la
Facultad comenzaron a quedarse en sus nuevas instalaciones”.
“El 10 de Febrero de 1966 se inauguran los "Laboratorios
de Botánica y Zoología de Rancho Grande" de la Facultad de Agronomía en un
concurrido acto al cual asistieron las autoridades de la Facultad y diversas
personalidades del Estado Aragua, quienes luego disfrutaron de un brindis hasta
el atardecer. Entre los presentes se encontraban el rector de la Universidad
Central de Venezuela, Dr. Jesús María Bianco; Monseñor Feliciano González;
quien bendijo las instalaciones; el decano de la Facultad, Dr. Manuel Vicente
Benezra; Alberto y Francisco Fernández Yépez; Gonzalo Medina Padilla, director
de la Estación del Ministerio; José Luis Méndez Arocha; Gerardo Yépez Tamayo;
Francisco Tamayo Yépez; José Luis Sánchez; Elbano Martin S.; José Luis Arcay;
Eduardo Osuna; J. Lugo Blanco; el Padre Yanoni; J.J. Pacheco; Iride Mendible;
Amelia Montesinos; Eduardo Lander; Julieta Fernández; América Trujillo; Alcides
Guatarasma; Aquiles Montagne; Carlos Julio Rosales; David Villasmil; Alberto
Fernández Badillo; Mario Gélvez; Evaristo "Agapito" Torres; Jan y
Bohumila Bechyne y muchos otros profesores y estudiantes de la Facultad. Hubo
un emotivo discurso del decano de la Facultad, Dr. Manuel Vicente Benezra,
quien expreso: "Cinta de concreto que une Maracay con la costa. Bosque de
árboles centenarios. Bruma, arroyos cristalinos. Maravilla puesta por la
naturaleza en despliegue de la variedad inmensa del Dios creador. Historia
evolutiva de un pedazo de suelo, suelo en evolución, vegetación cambiante,
corola de luz entre nubes tropicales. Así se llega a Rancho Grande. Tu nombre
fue cambiado y te bautizaron con nombre de sabio, te dieron su nombre en
recuerdo de su obra, o es acaso su obra recuerdo de tu nombre. Al decir Henri
Pittier, más que decir un nombre, elevamos una oración. Plegaria inmensa que
abarca a todos aquellos que dedican su esfuerzo a conservar los árboles en los
bosques, el agua en las quebradas y el trino entre plumones de brillantes
colores. A la orilla del camino, víctima del tiempo, se elevaba al cielo, como
mudo monumento de la inconstancia humana, los fríos aposentos de quien, en
épocas pasadas, hubiera sido sitio de alojamiento, para el turista de vista
cansada, que abriría los ojos para que por ellos entrara toda la belleza de los
Valles de Aragua y el azul intenso de su lago. En múltiples ocasiones,
profesores que buscan y buscan y que al fin por tanto buscar encuentran,
pensaron que en aquella torre; fría, húmeda y carcomida por el tiempo, podría
crecer como los sueños si se les da la vecindad del alma, que en esa torre
podría crecer el tibio hogar de la actividad creadora. No ya, para ser turista
contemplativo de un desfile de maravillas, sino para atrapar entre los hilos
finos de las mallas, la realidad de un mundo que pasa y que unas veces es bueno
y otras es mala. Nació la idea y poco a poco fue creciendo y hombre generoso,
que se llamaban con nombre propio; Tamayo, Altuve, De Venanzi, o con nombre
genérico: Consejo de Desarrollo Científico, Dirección de Recursos Naturales,
Universidad, materializaron el sueño, el cual ha ido caminando paso a paso, con
rumbo cierto, aunque lejos está el horizonte. ¿A dónde nos llevará el camino,
por cuántas veredas habremos de pasar?, no le preguntemos al caminante,
preguntemos al camino. La fría, la calculadora actividad creadora continuará
aquí, con aliento humano y con cariño de abnegación, escudriñando en este mundo
infinito que nos rodea; trabajando de día y de noche, con calor y con frío, en
beneficio de quienes allá abajo laboran por una patria grande y soberana. No es
necesario el piso de mármol, el techo de yeso, las alfombras, los oropeles;
para nosotros, estas cuatro paredes, no son comparables ni al más acabado
castillo de los cuentos de príncipes y princesas; para nosotros fantasía es
ilusión, es sueño. Le daremos vida con trabajo, con empeño y con decisión y
cuando, algún osado navegante, mire en las noches hacia la cumbre de Rancho
Grande, verá una luz refulgente, luz de alborada en un castillo de torres y
torres, donde la verdad tendrá más brillo que las estrellas del cielo. Esta es
la Universidad, esta su actividad, no sólo derecho, es obligación, sembrar
luces, iluminar mentes, forjar corazones, aprender, enseñar, volver a aprender,
seguir enseñando. Pobres de aquellos que aprendieron y no enseñan, pobres de
aquellos que quieren apagar el sol tapándose los ojos con las manos. Al final,
de campo a campo, de hombre a hombre, del fondo de la tierra saldrá el canto de
Universidad que entonado con la mística de un himno, marcaría en sus compases
el engrandecimiento de Venezuela. Y esa Universidad, o como se llame, será el
pedestal donde descansará el porvenir de la Nación; vanos habrán sido los
esfuerzos de quienes quisieron frenarla, pues a la luz, la sombra y el agua no
hay quien pueda frenarlos. En este desarrollo, en este crecimiento incontenible
de la Universidad venezolana, nosotros diremos: Presente!!, y aquí, en este
instante queremos dar nuestro reconocimiento al Rector Jesús María Bianco, pues
él, peregrino como nosotros en busca de nuestro destino, ha ido dando agua, luz
y sombra. Gracias a todos los buenos samaritanos, gracias a quienes creen en
los sueños y trabajan para lograrlos y pedimos al Dios poderoso nos ilumine
para que a cada paso, nos sirva de guía en el camino que hoy comienza. Camino:
¿A dónde nos llevas?. Caminante: Los llevo a vivir por Venezuela.
Gracias".
“Desde este momento se nombró como encargado de la nueva
Estación al Dr. Alberto Fernández Yépez, quien posteriormente se dedica a
organizar los laboratorios y realizar frecuentes visitas de coleccionamiento,
lo cual fue rutinario hasta su muerte, el 27 de Julio de 1970”.
“Pensando en una rotación anual del cargo de Jefe de la
Estación, el 8 de Febrero de 1967, se encarga de la misma a su hermano,
Francisco Fernández Yépez. En estos años, los hermanos Fernández Yépez, René
Lichy, Carlos Julio Rosales, Eduardo Osuna, Jan y Bohumila de Bechyne, Mario
Gélvez, Juvenal Salcedo y Francisco Urbáez visitan frecuentemente la Estación,
haciendo colectas y tomando notas sobre la fauna”.
“Principalmente se dedican al coleccionamiento de insectos
que llegaban atraídos por el bombillo de mercurio colocado delante de una lona
blanca fijada a la pared de la Estación. Durante años, esta efectiva trampa de
luz ha permitido la captura de innumerables especies de insectos, muchas nuevas
para la ciencia. La alta intensidad del bombillo utilizado, fue muy útil para
saber si alguien estaba colectando en Rancho Grande, ya que su brillo era
visible desde algunos puntos de la ciudad de Maracay. Sólo Alberto Fernández
Yépez y su hijo Alberto Fernández Badillo, su ayudante Francisco Urbáez y su
compañero malariólogo Gregorio Ulloa hacen colectas de pequeños mamíferos
utilizando trampas tipo Scherman, Havarhath, National y Víctor o de golpe; así
como de aves y murciélagos usando mallas de neblina”.
“Desde 1971, queda encargado de la Estación el profesor Luis
Fernández Solís, quien venía adelantando un proyecto de registro de insectos
plagas con trampas de luz, una de las cuales fue instalada en la terraza de la
Estación. El técnico Félix Zambrano actúa como ayudante en este proyecto. En
1972 se logra que la Estación tenga un obrero asignado para su mantenimiento y
el cargo es ocupado por Gumersindo Jiménez, quien a través de los años se ganó
el cariño y la amistad de todos los que subían a Rancho Grande. En 1975, el
profesor Fernández Solís deja la Universidad y la Estación queda en manos, por
iniciativa propia, nuevamente del Dr. Francisco Fernández Yépez. Pocos
investigadores de la Facultad utilizan Rancho Grande para sus trabajos y
colectas, siendo sólo frecuentes el Dr. Francisco Fernández Yépez, el prof. de
entomología José "Pepe" Clavijo, el prof. de zoología agrícola
Alberto Fernández Badillo y los técnicos Juvenal Salcedo, Anibal Chacón,
Francisco Urbáez y Carlos Andara”.
“Francisco Fernández Yépez fallece el 16 de agosto de 1986.
Meses antes había sido nombrado como encargado de la Estación al profesor de
entomología Aquiles Montagne, quien no muestra mucho interés en estimular el
uso de sus instalaciones e incluso hasta propone que debe manejarse junto con
la vecina Estación del Ministerio e incluso anexarse a ella. La falta de
recursos económicos tiene sus evidentes efectos sobre el mal estado de la
Estación de la UCV”.
ALBERTO FERNANDEZ BADILLO |
“Posteriormente, en 1982, son encargados de la Estación los
profesores José Clavijo y Alberto Fernández-Badillo, éste último finalmente
queda como el único Jefe de la Estación desde 1984 hasta 1995. Para muchos
estos once años lo consideran como una "época de oro" de la Estación,
con un aumento significativo de la presencia de estudiantes y visitantes
nacionales y extranjeros para desarrollar actividades de investigación como
trabajos de grado, tesis, proyectos y otras tareas; mayor afluencia de
institutos docentes como escuelas, colegios, institutos universitarios,
pedagógicos y universidades en sus labores de enseñanza; ser sede de congresos
y cursos relacionados con la conservación; mayores inversiones para remodelar
las instalaciones de la Estación; las mejores relaciones con INPARQUES y lograr
compartir espacios de todo el edificio con un contrato de comodato; elevar la
Estación a unidad independiente con las otras estaciones de la Facultad de
Agronomía; llevar adelante un buen control y vigilancia a través de sus
conserjes; controlar el uso del Sendero de Interpretación Andy Field, camino a
la toma y uso del Paso Portachuelo; firmar acuerdos de cooperación con entes
como la Sociedad Científica Amigos del Parque, la Sociedad Zoológica de Nueva
York, entre otras”.
“En 1987 la Estación es bautizada con el nombre del Dr.
Alberto Fernández Yépez, en merecido homenaje a quien logró que el Ministerio
cediera sus espacios para la U.C.V. y se encargara personalmente de su diseño,
construcción e inauguración”.
“En 1995 se nombra como Jefe de la Estación al profesor Jesús Manzanilla, seguido de los profesores John Lattke y Vilma Savini, lamentablemente fue un lapso donde las instalaciones fueron de nuevo abandonadas y disminuyeron significativamente todas las actividades docentes, de investigación, de ecoturismo y extensión conservacionista. En 2014 fue nombrado Jefe de la Estación al Ingeniero Pedro Delgado, quien aun no siendo personal de la Facultad inicia su gestión muy entusiasmado por recuperar sus espacios y actividades, pero enferma y fallece en ejercicio del cargo en el año 2018”.(Fin de la cita)
ANDY FIELD EN LA PLATAFORMA |
Como hecho anecdótico debemos mencionar que en 1981 llega a Venezuela un joven británico llamado Andrew (Andy) Field de 26 años de edad. Su objetivo era estudiar los grandes árboles de la selva nublada para su tesis de doctorado. Se hospedó en Maracay, aprendió las técnicas para subir árboles y construir plataformas en el copo del árbol Niño que tienen una altura de hasta 60 mts. Lamentblemente, despues de cierto tiempo experimentando, fue hallado muerto al caer en una de sus travesias, esto ocurrió en 1984.
SENDERO DE LA INTERPRETACIÓN O DE LA NATURALEZA |
En su nombre se bautizó el Sendero de la Interpretación o de la Naturaleza.
Finalmente se han hecho esfuerzos por rescatar la Estación Biológica, pero no ha sido posible.
Recientemente bajo el lema “Que vuelva a la vida Rancho
Grande” se organiza una campaña, que no es fácil porque no hay servicios, no hay
logística, no hay mantenimiento ni transporte. El reto es grande, no hay
enrejado ni protección. Debe recuperarse la estructura en general y adquirir
materiales de docencia e investigación.
Al momento de escribir estas notas me informaron que Inparques
y la UCV comparten el segundo piso y en la planta baja existe un puesto de
Guardabosques. El Museo de Biología dicen que fue mudado al lado de la
alcabala de El Limón.
Deseamos que vengan tiempos mejores.
ERECHOS DE AUTOR
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creación y no por el registro de la obra. Es el derecho que posee el autor
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