INDICE:
No. |
Contenido |
1 |
Introducción |
2 |
Apuntes de las manifestaciones que recibió el Señor General Simón Bello, |
3 |
Notas |
4 |
Bibliografías |
5 |
Derechos de autor |
A
manera de prologo:
PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL SEÑOR
ARTURO SARCO VILLENA
Señor General Simón Bello, Presidente
Constitucional del Estado Aragua.
Honrado en grado máximo al designarme
para dirigiros la palabra en este solemne momento en que palpita la nota de
nuestro partidarismo resuelto, sin reatos, y que se encuentran nuestros
corazones pletóricos de entusiasmo y satisfacción íntima, os doy, en nombre de
la autoridad, del pueblo y en el mío propio nuestra cordial bienvenida.
Mi voz, tal vez desautorizada por mi
escaso numen para escalar las elevadas cumbres de la oratoria, habrá de
producir no el eco de la elocuencia, sino la expresión sencilla pero sincera de
un corazón regocijado.
El pueblo … que ve vinculado en vos, el
credo y las glorias excelsas de la Gran Causa Liberal Restauradora y de su
Ilustre Conductor; que cree, con la firmeza de sus convicciones, en las
palabras pronunciadas por vos, en el acto de prestar juramento de ley ante la
Asamblea Legislativa del Estado, la noche memorable del 31 de diciembre de
1907; que esperaba, con indefinible confianza en las promesas tan sublimes y
liberales que hicisteis a vuestros gobernados en la brillante Alocución
Inaugural de Enero del corriente año; que os ama y venera como a un tierno
padre, se muestra orgulloso y satisfecho por tener hoy en su seno a uno de los
infatigables Defensores de los fueros de la Ley, a uno de los más leales
Tenientes del Héroe del 23 de mayo.
En las páginas de nuestra Historia
Patria, encontramos una época de grandes heroicidades, de grandes sacrificios y
de prácticas eminentemente salvadoras: La de la Independencia Suramericana,
sucesos estos como bien lo sabemos, encabezados por el Gran Bolívar. Al invocar
este nombre, permitidme que repita el luminoso pensamiento que en cierta
ocasión brotó de los labios del ilustre Doctor Laureano Villanueva, a cerca de
tan meritorio Varón: "Bolívar, no cabe en el molde de la humanidad; ocupa
un puesto aparte entre los hombres y Dios". Y pasando con mirada
observadora a los acontecimientos realizados por la Santa Causa de los Pueblos,
nos encontramos con hechos de armas admirables, que fueron necesarios para
desarraigar la tiranía y dictadura que se había introducido en nuestra joven
República; en los dilatados campos de la Administración y de la Diplomacia, nos
extasiamos al ver cómo se han solucionado tan difíciles problemas para la vida
de Venezuela. ¿Y quién es ese Genio, 'que con gran dosis de patriotismo, valor
y energías a la par que con su elevado criterio, creó esa Causa y la sustenta,
restaurando a nuestro País tanto en la forma como en su fondo? Es Cipriano
Castro, cuyo nombre se encuentra incrustado en el corazón de los venezolanos y
pa ra quien tenemos una contraída inmensa deuda de gratitud.
Bolívar y Castro.
He aquí dos colosos, he aquí dos
fanáticos. Bolívar por legarnos patria libre e independiente. Castro, por
confirmar nuestra independencia: porque él ha situado a Venezuela donde se
sitúan los pueblos altivos que mantienen en pie su dignidad y su decoro, porque
él ha puesto todas sus energías, inspiradas en el más puro patriotismo á objeto
de salvar nuestra integridad territorial, y porque lucha incansablemente por el
progreso de Venezuela y nos procura el más alto grado de civilización. Castro
es un sol que con sus irradiaciones ilumina hasta los cerebros más obtusos.
Señor General: Nosotros que vemos
reflejarse en vos, todas las condiciones de un hombre nuevo y que como tal,
estáis poniendo en práctica por medio de vuestros correctos procedimientos los
bellos ideales proclamados en la tribuna y en la prensa por el Jefe vencedor
jamás vencido; nosotros, que os contemplamos como a Cincinato, ' 'porque
abandonasteis las faenas. del trabajo, para escalarlas gradas del Capitolio de
Aragua" ; nosotros que sabemos que por Vuestras venas corre la sangre del
que quiso emular a Leónidas en San Carlos del Zulia" y que abrigamos la
esperanza de que vos haréis la felicidad de estos lugares, os manifestamos, con
toda la sinceridad que caracteriza todos nuestros actos: que hoy, como ayer,
mañana y siempre, seremos leales sostenedores de nuestras Instituciones
democráticas, representadas en el Capitolio Federal, por el Benemérito General
Cipriano Castro, Restaurador de Venezuela y en el de Aragua, por vos,
Magistrado modelo.
Señor General: dignaos dispensar la
sencillez y la humildad de la ofrenda que os presenta el pueblo,
que ha venido atravesando una crisis económica hartamente lamentable, más, sí
os garantizo, que lo poco que en este caso ha podido hacerse, lleva impreso con
caracteres que el tiempo ni las circunstancias borrar pueden: el sello de la
sinceridad y buena voluntad.
He terminado.
Arturo Sarco Villena
1. 1. Introducción
2.
2. APUNTES DE LAS MANIFESTACIONES QUE
RECIBIÓ EL SEÑOR GENERAL SIMÓN BELLO.
Tengo la segura convicción de que, el
prosaísmo de mi pluma es incapaz de describir el regio festival consagrado por
el pueblo de Turmero al perínclito Magistrado, de Aragua, Benemérito General
Simón Bello.
Empero, ya que plumas consagradas por la
fama ó escritores de exquisita galanura, no han querido siquiera dar una plumada
acerca de la hermosa fiesta, yo, el más humilde de los escritores de nuestro
escalafón intelectual, brindo a mis lectores en estas líneas unos pálidos
rasgos de aquella insólita manifestación donde Turmero refrendó sus títulos
legendarios de pueblo republicano liberal; que así como tiene paladines
eminentes que han dado gloria á la Patria, también tiene, del mismo modo,
profusión admirable de mujeres encantadoras para engalanar los salones de
nuestra sociedad; flores odorantes para perfumar el ambiente y noches hermosísimas
para exornar con sus fanales la vida que palpita, el amor que alienta y
entusiasma y el sentimiento que inmortaliza.
LA RECEPCIÓN
28 DE ABRIL
El monarca de la luz ocultó su disco
luminoso tras el velo blanquísimo de una neblina espesa, — semejante a una
gélida fontana de invernadero, — que llenaba aquel penumbroso amanecer de una
tristeza infinita.
Diríase empero, que el sol quería
también dar su cariñosa salutación de bienvenida al viajero ilustre que en
breve nos haría el alto honor de una visita.
Eran las cuatro de la tarde. Cuando las
notas bélicas del Himno Aragüeño bifurcaron el espacio con sus resonancias
triunfales; y el grito ensordecedor de los cañones dijo a Turmero que el distinguido
huésped pisaba las riberas del Aguaire rumoroso, el cielo ostentaba la
maravilla de un crepúsculo, sembrado de violetas y de rosas, y el árbol, desde
su altura, fulminante, abría su broche como una gigantesca rosa ígnea, acaso
para saludar al Magistrado con el oro fúlgido de sus cabellos, con el esplendor
olímpico de sus claridades.
En medio de las aclamaciones de un
pueblo delirante de entusiasmo, hizo su entrada a esta ciudad el General Simón
Bello. En este acto imponente, en que vimos al Presidente de Aragua más grande
que César, — porque César ataba a los romanos con la fuerza de su poder, — y el
General Bello unció a su carro de triunfos a las muchedumbres aragüeñas con la
sonora expresión de su cariño y el don espléndido de su hidalguía, en este acto,
repito, llevó la palabra el Coronel Andrés Pacheco Miranda, quien cosechó
aplausos por su bien pensado discurso, el cual fue brillantemente contestado
por el inteligente Doctor M. E. Toro Chimíes, Secretario General en visita del
Presidente.
Ya el General Bello en su morada, el
niño Eudoro Olmos presentó una magnífica corona, tejida por las honorables
matronas de esta población, como símbolo elocuente del alto aprecio, del cariño
y del respeto que palpita en todo hogar turmereño por el actual Presidente del
Estado.
El niño Eudoro, al entregar la simbólica
corona se produjo en un discurso que si pequeño en sus dimensiones, bien merece
por todo lo grande que encierra, un cuadro formado por los astros del
firmamento y las rosas de nuestra flora.
Aquel discurso brotado de los labios
infantiles de Eudoro, en los cuales como él mismo dice, no cabe jamás la
ficción y la falacia, como que sirvió de sublime inspiración al fecundo numen
del Doctor Toro, pues, con su verbo siempre claro y arrogante, contestó como bien
lo merecía la lucubración del precoz; orador.
Eudoro conquistó muchas palmas: y yo,
desde aquí, le envío las mías para que las prenda en la guirnalda de sus
frescos laureles.
Este acto lo juzgo uno de los más
culminantes de las manifestaciones, que recibió el General Bello, durante su
visita a este pueblo.
LA VELADA
¡El simbolismo es poco!
¡El lenguaje humano poco todavía!
Para describir este torneo de la
sociedad de las letras, se necesitarían los cambiantes pudibundos de la aurora;
ó los colores intocables del iris; o la mágica paleta de Murillo; ¡ó la divina
inspiración de Dios mismo! . . . .
A las ocho y media, el señor Eugenio
Arévalo, Director del Colegio "San Luis Gonzaga", pronunció el
discurso de apertura.
El General Bello, a quien era dedicada
la, velada artístico-literaria, ocupaba el puesto de honor, realzando con su
presencia la solemnidad del acto.
A la derecha del señor Presidente
estaban: el Doctor Toro Chimíes, su Secretario; el señor. Rafael J. Pérez,
Presidente del Concejo Municipal; y el señor Alfredo Pacheco Miranda, Director
de El Impulsor. A su izquierda: los señores General F. Navas Alcántara, Coronel
Andrés Pacheco Miranda y Luis M. Delgado.
El salón estaba iluminado y bellamente
decorado; las flores de nuestro hogar desafiaban con su gracia y su hermosura á
las flores embalsamadas de nuestro huerto; y de cuando en vez, la Banda del
Estado desgranaba las finísimas perlas de su repertorio para divinizar la
esplendidez de aquella apoteosis de la luz con la belleza.
Las flores humanas, ¡ah! imposible que
pueda yo decir de la egregia esbeltez de nuestras damas. Cada mujer era una
estrofa; y cada estrofa era una flor, y cada flor era un vaso lleno de
perfumes.
Aquella mansión de claridad parecía un
alcázar lleno de azucenas y de lirios, de orquídeas y de rosas; adonde había
amor para el corazón, sublimidad para el alma y caprichos para la inteligencia.
Lo más selecto de nuestra sociedad se
dio cita en aquel delicioso espectáculo.
¿Nombrar las damas?
¡No es preciso! Basta decir que allí
estaba desde la angelical belleza de la señorita Cecilia Delgado, a la
hermosura de la señorita Sara Osío Martínez.
Los niños Francisco Valladares, Diógenes
Rodríguez, Eudoro Olmos, Nilo Pérez y José Ángel Mendoza, probaron en sus
recitaciones su ingenio y adelanto intelectual. Un deber de justicia impéleme a
hacer especial mención del Noveno Conaetto de Beriot; violín y piano, por el
profesor Díaz Peña y el inteligente joven Víctor A. Hernández; de Norma Díaz
Peña y la señorita Luisa Ana Aguirre; de Indiana^ por las señoritas Mercedes
Sarco y Luisa A. Aguirre; y recitaciones por las niñas Clarisa Olmos, María de
Lourdes Osío y Magdalena Montes de Oca.
Nuestro parque, — también un triunfo de
la fiesta porque presentaba un cuadro encantador — estaba líricamente
iluminado; los farolillos multicolores parecían en medio de la fronda
esmeraldina fabulosas luciérnagas; en tanto el cielo como un inmenso pabellón
azul, ostentaba la rica cintilante pedrería de estrellas.
En nuestra plaza había mucha gente,
mucha luz, mucho color y mucha alegría.
El brocho de oro de la velada fue el
discurso r del laureado bardo Ramón F. Bastida.
Y, ¿qué puedo yo decir del verbo ciceroniano
del amigo Bastida? Todo resultaría pálido; ya la fama ha decantado en soberbias
páginas de acero la elocuencia tribunicia de Bastida; ya el éxito ha coronado
de laureles la frente luminosa del bardo, y acaso lo haya conducido en medio de
sus músicas triunfales al templo augusto de la inmortalidad.
¿Qué mucho, pues, que mi humilde pluma
sólo tribute un aplauso al laureado poeta por su discurso de clausura?
A las doce de la noche terminó la velada
obsequiada por el Colegio "San Luis Gonzaga", al señor Presidente.
VISITAS A LAS OFICINAS PUBLICAS Y AL
TEMPLO
29 DE ABRIL
El alba de este día apareció en el
horizonte como nunca, bella, hermosa, rutilante.
A las nueve de la mañana, el General
Bello, seguido por el pueblo, visitó primero la Jefatura Civil; allí fue
obsequiado con brindis de champagne por el General Navas Alcántara, Jefe Civil del
Distrito; á nombre de éste hizo uso de la palabra el Presbítero Guevara
Carrera, Venerable Cura de Cagua, quien fue aplaudido con entusiasmo. El
General Bello brindó por el Presidente de Bolívar, General Francisco Linares
Alcántara.
Luego visitó el Juzgado y el Concejo
Municipal; después hízole una visita al templo donde oró largamente ante la Majestad
del Santísimo Sacramento. Esto revela de manera ostensible los sentimientos
cristianos que inspiran al Presidente Bello; pues cuando un Magistrado no tiene
á menos presentarse ante su Dios, es porque ostenta como preciado blasón los
dogmas de su santa religión.
De ahí la inauguración de las aceras,
obra realizada felizmente por la Junta de Fomento Nacional, gracias á la mano
providente de Cipriano Castro que ha hecho sentir la influencia de su Gobierno
en todas partes de la República. Inaugurada la obra, el señor Domingo Blanco
habló a nombre del señor don Valentín Olmos, Presidente de la Junta, para hacer
formal entrega de la obra dicha al Concejo Municipal; éste, por órgano de su
Presidente, señor Rafael J. Pérez, contestó recibiendo la obra que se le confía
en una corta y concisa disertación.
El señor don Valentín Olmos, luego,
invitó al General Simón Bello á su casa de habitación para obsequiarle un
brindis, quien con la cortesanía que le distingue aceptó gustosamente.
En este acto, como en todos los momentos
del festejo, fue recordado con satisfacción el nombre extraordinario del Restaurador
de Venezuela. Todos estos actos fueron amenizados por la Banda del Estado.
COMISIONES
Ya el Presidente de Aragua en la Casa
Presidencial, unas comisiones de respetables caballeros pusieron en sus manos
la Resolución que el ciudadano Jefe Civil del Distrito dictó con fecha 22 de abril»
ordenando la colocación del retrato al creyón y en traje civil del General
Simón Bello, en el salón de la Jefatura Civil. Llevó la palabra el General José
Ángel Rodríguez, cosechando muchos aplausos.
El talentoso sacerdote Presbítero
Guevara Carrera contestó al General Rodríguez, a excitación del General
Presidente. ¡La improvisación del Padre Guevara, bien merece un laurel de esos
que tejen los dioses en el Olimpo!
La otra comisión fue representada por un
grupo honorable de matronas y señoritas, para exigirle al magnánimo mandatario
la imagen de la virgen de Candelaria, nuestra milagrosa patrona, la cual será
colocada en el nicho principal del gran retablo de nuestro altar mayor. Habló á
nombre de la comisión la bella señorita María Vidalina Olmos, quien hizo gala
de su simpático continente y de su verbo arrogante y expresivo.
Contestó el Doctor Toro Chimíes. El
General Bello, hidalgo y generoso como su Egregio Conductor, ofreció a las
matronas y señoritas la imagen de la virgen pedida.
EL SECRETARIO GENERAL
En tren rápido llegó el Doctor José E.
Machado, a presentarle sus respetos al denodado Presidente de Aragua. Numerosos
amigos fueron a recibir a la Estación del Ferrocarril al decidido campeón de
esta cruzada redentora, quien venía acompañado de los Generales Luis Rene y J.
P. Borges Requena.
El Doctor Machado fue cumplimentado por
los amigos que tiene en esta ciudad.
PASEO A CABALLO
A las cuatro y media de la tarde, el
Presidente Bello, paseó las calles de Turmero, acompañado de su Secretario General
Doctor Machado, del Doctor Toro, de los Generales Navas Alcántara y Raimundo
Rojas; y de los Coroneles Julio César Monasterio, Andrés Pacheco Miranda,
Víctor Blanco y A. Monasterio García.
El Magistrado era saludado y aclamado, a
su paso por el pueblo.
EL BANQUETE
A las siete y media de la noche los
acordes marciales del Himno de Aragua, dijeron que ya el prestigioso adalid de
las cumbres andinas, llegaba á la casa del señor don Valentín Olmos, donde
debía ser obsequiado con un suntuoso banquete.
Habían cerca de cien comensales. Los
postres, las viandas y los licores, no obstante, la esplendidez con que eran
servidos, jamás llegaron a agotarse.
Los vinos y el champagne que se
rebosaban por los bordes cristalinos dé las copas eran inagotables.
En la mesa se destacaba un cojín de
hermosas flores blancas, con las iniciales del nombre de Simón Bello.
El menú fue el siguiente: “Soupe
imperial. Poisson
á la francaise. Timballes d' perdreaux . Potdet au maître d' hotel. Salude
ruse. Petit-pois au naturel. Champagne. Deserts. Fruits. Cafié. Liqueurs”
Ofreció el banquete al General Bello el
inteligente cuanto ilustrado señor don Jesús María Martínez Montes de Oca. Los
constantes y prolongados aplausos que recibió el orador dicen de cómo fueron sus
palabras dirigidas al General Presidente. Contestó el Doctor Toro.
Concluido el acto del banquete, el
Presbítero Doctor Rafael Peñalver J., a nombre del pueblo de Turmero, dio al
Jefe del Estado el adiós de despedida con una improvisación sin precedentes,
siendo ruidosamente aplaudido.
El verbo del Doctor Peñalver cual rumor
de águilas caudales, dijo con claridades de astros el vivo palpitar de un
pueblo, que así como empuña la herramienta del trabajo también va con el fusil
á defender con bizarría sus derechos conculcados.
Así terminó el banquete que la sociedad
de Turmero ofreció al General Bello.
Bien quisiera tener la elocuencia de
Marco Tulio, diré yo ahora, para haber hecho una descripción digna de este
festejo.
LA DESPEDIDA
La mañana estaba fresca; el sol asomado
en su carroso color de ámbar pálido, brindaba a los valles tropicales el oro
exangüe de sus venablos.
A esa hora, seis y media el General
Bello, acompañado de los Doctores Machado y Toro Chimíes, y Generales L. Rene y
J. P. Borges Requena y demás amigos de la población, tomó rumbo a la Estación
del Ferrocarril.
El estampido del cañón anunció al pueblo
que el General Bello* partía para la capital de Aragua; y partía con el corazón
pletórico de satisfacciones y la mente embargada de recuerdos gratos y amables
remembranzas.
Esta fiesta que acaba de presenciar
Turmero alborozado, sin comparación en nuestros fastos políticos y sociales, es
hija - me atrevo a decirlo sin temor de ser contradicho - del cariño que
palpita en todos los turmereños por el libérrimo
Presidente de Aragua, y por la armonía
que une como con lazo de diamantes á todos los buenos elementos de Turmero.
¿No he cumplido a cabalidad con mi
tarea? perdónese en gracia de mi escaso intelectual y por el deseo sincero que
me inspira porque nuevas fiestas vengan a solazar el espíritu civilizador de mi
querido pueblo.
ALF.
3.
NOTAS:
NOTA
1:
Turmero: mayo de 1908.
Señor Director de El Impulsor,
Ciudad.
Estimado amigo:
Pido hospitalidad en las columnas de su
importante periódico para publicar esta humilde revista que reseñará á la
ligera el acto más culminante del regio festival con que Turmero obsequió en
los últimos días de abril al prestigioso Teniente de la Restauración Liberal,
General Simón Bello.
En las primeras horas del día 28 empezó
á notarse el entusiasmo en todos los semblantes; el nombre de Simón Bello
repercutía en todos los hogares, en todas las calles, en las plazas y en todos
los corazones como emblema de alegría, de unión y de confraternidad en el seno
de la familia turmereña.
A las dos de la tarde salió el General
Francisco Navas Alcántara, acompañado del General Ramón Garrido y de doscientos
jinetes para el lugar histórico del samán de Güere, donde esperaron al
simpático Magistrado.
Las cuatro y media de la tarde eran, cuando
el cañón con su eco profundo y entusiasta, los melodiosos acordes del Himno Aragüeño
ejecutado por la Banda Marcial del Estado y los fuegos artificiales, junto con
las grandes aclamaciones del pueblo, anunciaron á Turmero que el integérrimo
Magistrado pisaba las primeras calles de la gloriosa capital del Distrito
Marino.
La entrada del popular Presidente fue de
lo más espléndido, todo el pueblo estaba presente a la hora suprema, de modo
que la recepción resultó imponente, estupenda, incomparable, y sin pecar de
exagerado puedo calificarla de insólita y sin precedentes en los anales
políticos de Marino.
Cinco mil almas, con la Banda Marcial a
la cabeza y banderas amarillas desplegadas, desfilaron en presencia del
Presidente de Aragua, dando Vítores a Castro; á Bello y a la Restauración que
es la Causa de los pueblos.
La Manifestación de los liberales
restauradores resultó magnífica. — Del seno de esos hombres presididos por el
Benemérito General Navas Alcántara, del numeroso grupo de esos liberales castristas
decididos, surgió uno, el más joven, el más humilde quizás, pero cuya alma está
templada al calor de las luchas de la democracia, el pundonoroso Coronel Andrés
Pacheco Miranda, quien con su torrente de orador, se dirigió al General Bello
en los términos siguientes:
Ciudadano Presidente del Estado:
"Por honrosa designación del señor
General Francisco Navas Alcántara, digno Jefe Civil del Distrito Marino, y, por
una feliz imposición del destino, cábeme la satisfacción de dirigiros la
palabra en este instante solemne, para en nombre de los liberales restauradores
de Turmero, presentaros de una manera especial el cordial saludo de bienvenida.
Los ciudadanos que veis aquí presentes,
General, con sus distintivos amarillos sobre el corazón, son los modestos
cuanto heroicos descendientes de aquella legión de batalladores que al lado de
Falcón y de Zamora lucharon con denodada bizarría para implantar las doctrinas
liberales en nuestra Patria; (aplausos) son los hombres que vienen a
representar en esta fiesta consagrada a vuestra personalidad, a las glorias de
la Causa Liberal, glorias purísimas é imperecederas que se reflejan hoy en los
fulgores de la espada máxima del célebre Caudillo de la Restauración. (Grandes
aplausos).
Las extraordinarias demostraciones de
alto aprecio de que habéis sido objeto en los pueblos del Estado con motivo de
vuestra gira oficial, son una prueba evidente de que vos habéis seguido las
bellas prácticas del programa redentor de aquella Causa inmortal bautizada con
sangre en mil combates y arrullada por las alegres dianas de mil victorias;
(prolongados aplausos) son una prueba palmaria de que vuestros procederes de
Magistrado están ajustados á las leyes excelsas del honor y del deber.
(Aplausos).
Nosotros, que venimos ante vos, General,
no de rodillas como andan los viles y protervos, sino de pies y con la frente
erguida, como corresponde a los hombres dignos, como corresponde a los hombres
leales, (aplausos), vemos con singular complacencia que los esfuerzos de los
hombres que nos dieron Federación no se han perdido, pues en las cumbres del Ávila
aún flamea con irradiaciones de gloria la victoriosa bandera vencedora en las
sabanas del Corozo, {estrepitosos aplausos) nuestro hermoso pendón que guarda y
que sostiene la mano poderosa del formidable Atleta de la Popa y Tononó, General
Cipriano Castro. (Ruidosos aplausos y vivas a Castro, a Bello y a la Causa
Liberal Restauradora).
Y al venir a vuestra presencia, ya como
subalternos, ora como amigos adictos á vuestra persona debemos manifestaros que
somos asiduos sostenedores de la paz de la República, ya que el famoso Restaurador
de Venezuela ha dicho siempre y siempre lo ha probado, que su bandera de
combate es la misma bandera que ha cobijado bajo su sombra augusta toda una
epopeya de triunfos conquistados por nuestro sacrosanto ideal: ¡el Liberalismo!
{Aplausos).
"No debo terminar esta ingenua
manifestación nacida en lo íntimo de nuestro ser, sin antes evocar el nombre de
nuestro común y buen amigo el bizarro Teniente de esta cruzada luminosa,
General Francisco Linares Alcántara, {grandes aplausos)
á quien sustituisteis en el poder, y
cuyas ejecutorias están grabadas en el corazón del noble pueblo aragüeño como
símbolo de fuerza y de lealtad {grandes, estrepitosos y prolongados aplausos
que ahogan la voz del orador).
Ciudadano Presidente:
“En nombre de los liberales aquí
congregados, entre los cuales tengo la honra de contarme, deseo que las horas
que paséis en esta ciudad, simpática cuna del Gran Demócrata sea de dicha y
bienestar, para vos y vuestro ilustrado y talentoso Secretario General Doctor
Toro Chimíes. "He terminado".
Cuando el Coronel Andrés Pacheco Miranda
terminó su brillante discurso, las cinco mil personas presentes, como tocadas
por un resorte mágico interrumpieron en grandes, estrepitosos y prolongados
aplausos. Yo, en este momento solemne, creí que estaba en medio de una
tempestad formidable.
La Banda Marcial del Estado dejó oír
entonces las alegres cadencias de un Paso Doble, los cohetes poblaron el
espacio, y junto con el vibrante acento del bizarro orador repercutieron los Vítores
a Castro, á Bello, á Navas Alcántara y a la Restauración Liberal.
El Benemérito General Simón Bello
felicitó al Coronel Pacheco Miranda por su discurso, y luego un profundo
silencio nos anunció algo nuevo, algo grande.
El ilustrado Doctor Toro Chimíes, el
famoso orador de la Aclamación Nacional estaba empezando a improvisar.
El muy digno Secretario General en
visita, en luminosa disertación que mereció aplausos ruidosos é ingenuos,
expresó en nombre del prestigioso y querido Magistrado, su gratitud por aquella
manifestación.
Sinceramente lamento no haber podido recoger
como era mi deseo, las palabras del Doctor Toro Chimíes, pero ellas quedaron grabadas
en el corazón del pueblo con caracteres de luz.
Terminado este acto, el popular y
egregio Magistrado fue conducido a la morada que al efecto se le tenía
preparada.
Pluma más galana reseñará el resto de la
fiesta, fiesta pomposa, y repito, imponente, estupenda, incomparable y sin precedentes
en los anales políticos de Mariño.
Termino felicitando al ilustre General
Bello, al Jefe Civil de Marino, el liberal Navas Alcántara, a la muy honorable
Municipalidad de Turmero y al pueblo que ha dado una prueba de su decidido
partidarismo por Castro, el gran Capitán de la Época.
Soy de usted, señor Director, atento
servidor y amigo,
- P. LANDAETA ESPINOZA.
NOTA
2:
Turmero: 6 de abril de 1908.
Señor Ramón E. Albarracín.
Caracas.
Estimado amigo:
Por estar un poco enfermo no había
cumplido con el deber de escribir algunos apuntes para La Voz de la Nación,
relacionados con la recepción que Turmero hizo al querido Magistrado de Aragua.
La cuna del Gran Demócrata ataviada con
sus mejores galas, esperaba ansiosa al ilustre huésped.
El cañón desde la colina del Calvario,
los acordes del Epinicio regional y las ruidosas aclamaciones de un pueblo,
saludaron al Magistrado Seccional que entraba rodeado de los señores Doctor
Toro Chimíes, y General Navas Alcántara,
Ramón Garrido, Aurelio Trujillo,
Francisco Raimundo Rojas y de doscientos jinetes más que fueron hasta el Samán
de Güere a darle su bienvenida.
Ya el Magistrado, en frente de su morada
se efectuó una gran manifestación pública que hará época en los anales políticos
de Marino.
Un orador dio el saludo de estilo al
Presidente, quien contestó por órgano de su Secretario Doctor Toro Chimíes.
Alojado el General Bello en su morada,
lo saludó en nombre del pueblo el joven Domingo V. Blanco.
Luego el niño Eudoro Olmos, puso en
manos del Presidente, una corona de flores naturales, obsequio de las
honorables matronas de Turmero al distinguido huésped.
El niño Eudoro, con simpática
elocuencia, se produjo en brillante discurso, que mereció los aplausos del
auditorio.
Contestó el Doctor Toro Chimíes en
improvisación luminosa, siendo ruidosamente aplaudido.
A las 8 y 50 ms. p. m. se dio comienzo a
la velada con que el Colegio "San Luis Gonzaga" obsequió al General
Bello.
Me declaro insuficiente para describir
este regio festival.
Remito a usted el discurso de orden,
pronunciado por nuestro amigo el talentoso escritor y laureado poeta Ramón F.
Bastida en el momento de clausurar esta hermosa fiesta del espíritu.
El 29, a las nueve de la mañana,
practicó la visita de ley á las oficinas públicas.
El General Navas Alcántara, Jefe Civil
del Distrito, brindó al Presidente una copa de Champagne, la cual le fue
ofrecida en nombre de aquél, por el Presbítero Doctor J. M. Guevara Carrera,
quien pronunció un brillantísimo discurso que fue motivo a grandes,
estrepitosos y prolongados aplausos.
Contestó el Doctor Toro en feliz
improvisación que mereció los aplausos del auditorio.
El General Bello brindó en este momento
por el actual Presidente de Guayana, General Francisco Linares Alcántara.
Luego se trasladó al Juzgado, Salones
del Concejo, etc., etc.
En seguida se efectuó la inauguración de
las aceras de la Calle Real.
Llevó la palabra en nombre del
Presidente de la Junta de Fomento, el señor Domingo V. Blanco. El señor Rafael
J. Pérez, Presidente de la Ilustre Municipalidad, recibió la obra expresándose
en cortas pero elocuentes palabras que conquistaron los aplausos del pueblo.
A las 12 m., fue anunciada una comisión
de caballeros en las puertas de la morada del Presidente.
Dicha comisión era compuesta del General
José Ángel Rodríguez, Presidente: General Raimundo Rojas, Coronel Rafael Olmos
y el suscrito. El objeto de ella fue presentar una Resolución al General Bello,
resolución dictada por el Jefe Civil de Mariño, en la cual ordena la colocación
del retrato de Simón Bello en el salón del Despacho de su cargo.
Llevó la palabra el General Rodríguez.
En nombre del Jefe del Estado contestó el Padre Guevara Carrera, el sacerdote
querido del pueblo, el inteligente y famoso orador que cuando escala la tribuna
conmueve al auditorio con el verbo de su palabra; el honorable sacerdote que
ocupa puesto de honor en el clero de la República por sus altas virtudes
perínclitas.
En el hogar del señor V. Olmos fue el
suntuoso banquete con que la sociedad de Turmero obsequió al General Bello.
El discurso de orden estuvo a cargo del
respetable ciudadano señor Jesús María Martínez Montes de Oca.
Habló también el Doctor Toro Chimíes; el
señor Cura de la Parroquia cerró el acto con unas palabras.
Como á las seis de la mañana del día 30,
el cañón nos anunció que el querido y prestigioso Presidente Constitucional de
Aragua se despedía del pueblo de Turmero.
Todos los actos mencionados en esta
reseña fueron amenizados por la Banda Marcial del Estado.
No termino sin congratularme con el
probo y liberal General Navas Alcántara que, así como está de presente en los
momentos de prueba para la Causa, también lo está en los días de triunfos.
ANDRÉS PACHECO MIRANDA.
DISCURSO DE ORDEN PRONUNCIADO POR EL
SEÑOR RAMÓN F. BASTIDA, EN LA VELADA ARTÍSTICO- LITERARIA CONQUE EL COLEGIO
"SAN LUIS GONZAGA", DE TURMERO, OBSEQUIÓ AL GENERAL SIMÓN BELLO, PRESIDENTE
CONSTITUCIONAL DE ARAGUA, LA NOCHE DEL 28 DE ABRIL DE 1908.
Señor General Presidente Constitucional
de Aragua.
Señores:
Providente voz la que invoca el concurso
del pensamiento á las obras del espíritu, y con noble intento despierta
voluntades adormidas en las lindes del silencio.
De ella decirse debe que hurga la flor
de la vida, cuando por fatal empeño, ésta deshojarse quiere sin regalar al
predio fecundo la aromada caricia de su clausura.
Y al reclamo de su acento debe de
acudirse cual a cita galante, resuelto el pie que parecía inseguro, alfombrando
con rosas ingenuas la línea del sendero, sin que al ánimo turben los desgaires
que toda ruta ofrece a los romeros del Ideal.
A esta lid del pensamiento me trae una
merced generosa, que á la retirada celda donde se deslizan años, llamó
piadosamente, para anunciarme una fiesta del espíritu y pedir a la oscura
huerta de mis predilecciones una flor para el altar del Arte.
Señores:
Efímeros amores no arraigan en el
pródigo surco del corazón; que fueron siempre frágiles golosinas del tiempo las
torpes cabriolas del regocijo y las sonrisas de, la voluptuosidad.
Empero, ubérrima heredad conquista las
tres divinidades del sentimiento, cuyas molduras reales son la Patria, la madre
y la amada; ¡soberbias cumbres ante cuyos perfiles coronados por estrellas, se
detiene a beber claridades el águila inmortal del pensamiento!
¡La Patria, señores! Es el rumor de sus
florestas canción de divinas harpas; el eco de sus valles, maravillosa sinfonía
que vibra en el alma: la melodía de sus pájaros, concierto de celestiales
melodías; y la fragancia de sus cármenes, vuelo sutil de aromas que embriaga
cual una música de amores.
Ya en la íntima comunión de los afectos;
ora en el playón solitario del exilio, en el alba de la sonrisa o en el
crepúsculo del duelo, la visión de la Patria es la estrella polar del hombre.
Al nacer nos acaricia con la lumbre de
sus soles; nos nutre con el pan de sus senos, y luego, nos guarda amorosamente
en el refugio postrero del sepulcro y vela nuestras cenizas con una cruz que
nos bridan los leños de sus bosques.
Amar la Patria es santificar el alma y
glorificar la vida.
De tal suerte es el patriotismo virtud
preclara; heroísmo en el hombre, sacerdote en la familia y profeta en las
naciones.
La libertad es la aspiración suprema de
ese coloso que erige un templo a la Justicia sobre las ruinas del cadalso:
rompe las opresoras cadenas de los débiles y levanta sobre los despojos de la
Colonia las bases de la República: corta las alas al águila imperial y esculpe
en ellas el epitafio del feudalismo para que sirva de elocuente lección en la
portada de los siglos.
Sería inconcebible el heroísmo sin el
ideal de la Patria encarnado en la mente delos Héroes.
Venezuela heroica necesita de Bolívar
patriota para enastar sobre la gloria de sus cumbres el pabellón de los libres.
Sobre la ignominia de trescientos años de esclavitud, la pupila vidente del
patricio, de súbito iluminado por el relámpago del Genio, sorprendió la cuna de
la libertad suramericana. Y escribió la Historia desde entonces, la página
magna de nuestros libertadores.
Y asistamos, señores, con republicano
fervor, á la proyección luminosa de aquellos días, los primitivos de nuestra
nacionalidad, y presenciemos cómo un patricio de nuestros tiempos, desde las
alturas del Supremo Poder, desafía las tempestades que amenazan la Patria y
saca ileso del seno mismo de la catástrofe el ilustre blasón de la República.
Aun asecha en las encrucijadas del
delito el cuervo siniestro de la guerra civil; y las ondas bravías del Caribe
rugen con salvajes cóleras, porque la planta de los bárbaros intenta profanar
la majestad de sus riberas.
A la voz de "la Patria
peligra," el patriotismo se subleva, ¡sublevación titánica!; y la voz del
Héreo dice á todos los vientos con lenguaje profético: "El Sol de Carabobo
vuelve á iluminar los horizontes de la Patria "!, y es tal la talla
ciclópea del Caudillo junto al lecho de muerte de la República, que la lira de
Homero sólo sería digna de cantarla con la estrofa de la Inmortalidad!
Ruégole al Dios de las Naciones
fortalecer el alma austera del Caudillo que con gesto sublime increpa al
conquistador desde la almena de su heroísmo, y funda, si decirse puede, la
Cátedra del patriotismo en la escuela de la República.
El Caudillo-apóstol, afortunado ejemplar
de la raza, ha tomado puesto de alteza en el Templo de los Inmortales. La Fama
tiene encargo de escribir su nombre en el libro de sus escogidos.
Pero, ¿a dónde llegas, oh Patria, en tus
ingentes reclamos?
Cierto día, aciago como la tragedia
misma, la muerte, libertadora de los débiles, quiso herir al siempre vencedor
jamás vencido," y el perfil de los macabros presagios se dibujó en tus
horizontes.
Pero el gigante postrado se irguió en su
lecho de enfermo, volvió á las actividades de la lucha, y ahí está, señores, de
pie sobre las gradas del Capitolio Nacional, desnuda la espada victoriosa,
propicia siempre para ofrecerla en holocausto a la República.
¡Qué dolores surcarían el corazón de
Cipriano Castro en la angustia de su lecho de enfermo!
¡Asegurarse puede que este hombre á
quien “respetó la metralla en cien duelos con la muerte”, sólo ha sentido las
nostalgias de la vida, cuando, visionario de los acontecimientos, casi extinto
el vigor de su naturaleza, como por ideal sincronismo, miró desfilar cual
teoría de espectros las desgracias de Venezuela, huérfana de su Genio y de su
espada!
Y verse de modo indiscutible que el
Capitán invicto, desposado con la Gloria, es el hijo sublime que ampara y
dignifica a la madre peleando por ella las batallas de la libertad.
Porque la Patria es nuestra madre.
Acendrada miel de nuestros días, cuya
dulzura pone el sortilegio de una caricia en todo dolor del hombre.
Raudal de bendiciones que fecunda aún el
campo espiritual impropio al bienhechor consejo y estéril para el pimpollecer de
las virtudes. ¡Mariposa de luz que vierte en el ortigal de la vida el áureo
fulgor desúsalas! Gigante amor que con manos milagrosas nos ofrenda ternuras,
desde el alfa de la cuna hasta la omega del sepulcro.
Cuando distante del lar nativo vuelan
del corazón del hombre las plañideras aves del recuerdo, cantando llegan la
canción de la ausencia hasta el hogar donde la viejecita cariñosa desgrana en
abnegado silencio el divino rosario de sus lágrimas.
Acaso sean las flores del exilio el más
hondo poema sentimental que se produzca en el alma y donde con formidable
expresión palpite el amor santo de la Patria.
Lejos de las riveras "donde
probamos el almíbar primero de la vida", como dijo el poeta; distante de
nuestros nativos palmares, la tierra madre compendia para el hombre toda la
sublimidad del Universo.
Y es de ver cómo el amor de la novia, de
la amada del ensueño, que fue en la parroquia devaneo pueril junto al rosal
paterno, arrullo de palomas blancas en la arboleda aldeana, fugaz vuelo de
garza, a la lumbre crepuscular, tornase más allá de los horizontes en religiosa
consagración del alma toda; y sirven de confidentes misteriosos para el amador
ausente, los diamantes de los cielos, las golondrinas errabundas y los castos
lirios de las espumas, y es entonces la colegiala traviesa de la infancia, la
Julia de la Martine, la Belén de Díaz Rodríguez ó la dulce y suave María de
Jorge Isaacs, paloma que anida arrullando ternezas en todo corazón de mujer.
¡La Patria, la madre, la amada!
El Iris del sentimiento tiene luz de
estos tres soles. ¡Son tres notas del valiente ritmo en la romanza de la
ternura!
Señores.
La efectividad del beneficio recibido
obliga de manera absoluta la gratitud del agraciado.
La patria es pródiga en himnos de
alabanza para sus libertadores y para sus hijos beneméritos: custodia sus
cenizas en el Templo de los grandes; ángeles estatuas en lugares consagrados
por el prestigio de sus nombres; hace florecer las páginas de su Historia con
el recuento de sus virtudes y pregona el epinicio de sus triunfos con la lira
de sus bardos.
Y es tan fecundo el campo de Venezuela,
que el laurel simbólico orna perpetuamente la hombría de sus frondas heroísmo
los versos de la Gloria.
Venezuela agradecida al Salvador de la
obra de Bolívar, le ofrenda al Héroe el testimonio de su gratitud y graba su
nombre en los parques y plazas de sus pueblos para cuando suene la hora de la
apoteosis en las lejanías del porvenir.
Y es propicia esta disgresión de mi
discurso, que séame absuelta en gracia del propósito, para aplaudir la obra de
reconocimiento que esta colectividad otorgó al levantar en parque principal del
poblado un obelisco en homenaje a las virtudes republicanas del Caudillo de los
Andes; y aplaudir ingenuamente á la honorable Junta de Fomento Nacional de este
Distrito, que realizó esa obra del sentimiento popular.
¡Señores!
El Director del Colegio "San Luis
Gonzaga” instituto que ofrece este acto literario al ciudadano Presidente
Constitucional de Aragua, ha sido generoso al señalarme para decir la oración
de orden clausuradora del civilizador festival.
He correspondido con íntimo regocijo al
honroso discernimiento, aunque el prosaísmo de mis conceptos no cuadra al
esplendor de la fiesta.
Satisfacción debe sentir el digno
apóstol de la enseñanza, que así evidencia la alta cumbre de sus ideales. Siga
el humilde reformador de inteligencias haciendo el bien en su oscuridad
meritísima, sin escuchar la algazara de la jauría que ladra en el sendero, que
los abanderados del ideal sólo deben estar atentos al eterno fulgor de las
constelaciones.
Señor General Simón Bello:
Enaltéceme llevar la palabra en esta
festividad que solemnizáis con vuestra presencia.
Me enorgullece decir de la santa virtud
del patriotismo, ante vos, señor, que veis en la austera religión del deber y
del trabajo la salvadora fórmula del engrandecimiento del País.
Ya sabía quién os habla, que los valles
aragüeños tienen una virtud presidiendo sus destinos, y que un venezolano
patriota ofrecía mano generosa a esta tierra heroica y legendaria, donde centelleó
la espada de José Félix Rivas y voló al Olimpo de los inmortales el alma de
Ricaurte.
4. Bibliografías:
5. Derechos de Autor:
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