INDICE
1. EL AUTOR
2. ACLARATORIA
3. ANDRES PACHECO MIRANDA
4. ANECDOTAS
1. EL AUTOR
Julio Barroeta Lara, nació en San Sebastián de los Reyes, Estado Aragua, Venezuela. Licenciado en Letras, Licenciado en Comunicación Social y Doctor en Historia. Maestría en Literatura Latinoamericana. Jubilado de la UCV. Ha escrito varios libros y ha recibido importantes condecoraciones. Es miembro de la Academia Nacional de la Historia del Estado Miranda.
2. ACLARATORIA
Este trabajo fue publicado por la
Fundación Fondo Editorial Simón Rodríguez y el Instituto Autónomo de
Bibliotecas del Estado Miranda con motivo del 120 Aniversario del Estado
Miranda en el año 2009. Como se trata de un reconocimiento a un hijo ilustre de
Turmero, como lo fue ANDRES PACHECO MIRANDA, hemos querido publicarlo como una
manera de enaltecer nuestros valores.
Andrés Pacheco Miranda se formó
en Turmero como miembro de una familia reconocida, realizo acá sus estudios
según nos refiere Francisco “Pancho” Rodríguez, cronista oficioso de Turmero,
fue jefe civil de Santa Cruz, director de Política de Aragua, diputado y
vice-presidente de la Asamblea Legislativa del mismo estado, en el año 1908. En
Miranda fue canciller de la Corte Suprema del estado, secretario general,
tesorero, secretario privado de Rufino Blanco Fombona; presidente del estado;
diputado a la Asamblea Legislativa Mirandina. Entre 1939 y 1941, fue secretario
privado del general Francisco Linares Alcántara (hijo), presidente de Aragua.
Fue miembro de la Academia Nacional de la Historia por el estado Miranda, del
Centro Mirandino de Historia y de la Sociedad Bolivariana. Ostentó la Orden
Francisco de Miranda, en su segunda clase”.
A Andrés Pacheco Miranda lo
llamaban sus amistades “Caribe”, no hay dudas que su gran amigo fue “Panchito”
Alcántara Estévez, el hijo del Presidente Francisco Linares Alcántara, a quien
unía sentimientos, admiración y lealtad. En una misiva le dice: “Su carta me ha
dado un gran consuelo espiritual…y la correspondencia de Usted viene a
confortarme moralmente”.
Por motivos de la vida, hizo gran
parte de su carrera en el Estado Miranda, vivió 103 años de fructífera labor,
se destacó como militar, intelectual, escritor y periodista. Trabajo en
importantes medios de comunicación como La Esfera, El Universal y La Religión.
Con Andrés Pacheco Miranda nos
unen lazos de familiaridad, era primo hermano de nuestra abuela Herminia
Pacheco.
El día de la muerte de su prima,
Don Andrés se hizo presente en el Cementerio de Turmero y dio el pésame a los
familiares en la persona de su hijo Ángel Augusto Rodríguez.
Muere en Los Teques, el domingo
10 de abril de 1988, a la edad de 103 años.
NESTOR GERMAN RODRIGUEZ
3. ANDRES PACHECO MIRANDA
Mis observaciones las publiqué en
el periódico “Rubrica”, de Leoncio Materán. El carro en el cual fuimos y
vinimos, un elegante descapotable que pertenecía a la Gobernación, bajó primero
rumbo al Estado Aragua, por la vía de Guayas, pero luego Don Andrés le indicó
al conductor López, hermano de Juan Isidoro López, que tomáramos la carretera
vieja que por los lados de Puerta Morocha conduce al Tuy. A los pocos
kilómetros Don Andrés señaló unas colinas que están a la izquierda y me dijo:
“Allí tuvimos un encuentro con los contingentes de la Revolución Libertadora.
Fue hace cuarenta y tantos años.
Nunca más había venido por aquí. Veo clarita toda la escena”. Y fue señalando
los topos de donde salían los disparos y por donde se desplegaba la gente.
En otra ocasión me refirió que en
esa misma guerra un joven soldado herido se acercó al General Castro: “¿De qué
te quejas?”- le preguntó a éste y añadió: “Déjame ver”. El muchacho estaba doblado
por el dolor. Había recibido el balazo en el lado izquierdo, por los lados del
estómago.
Castro le abrió la camisa y le metió el dedo en la herida y le dio vueltas a tiempo de decirle: “Eso no es nada. Hay que ser macho. ¿De qué te quejas?”. El joven cayó hacia un lado, sin conocimiento, y hubo que recogerlo. Los caudillos tienen que lucir que tipo de impiedad para convencer de que son templados y así tener seguidores. Hay diferencias entre un caudillo y una monja.
Don Andrés siempre ligado a la
política. Tal vez de allí, siendo la oratoria junto con el periodismo los dos
grandes instrumentos de la política, que ambos él manejaba con soltura, le
vendría su admiración por los grandes oradores que hemos tenido, pues en sus
menciones aparecen desde Bolívar hasta Eloy G. González, para quien tiene
expresiones rotundas como ésta: “Es que el hombre se transforma en la tribuna y
toma estatura de gigante…” (Cita de Antonio Mieres en La Concepción
historiográfica de Eloy González. UCV, Humanidades. 1974). Junto con otros
viejos idealistas de su misma tendencia intentó, por los años en que murió el
General Juan Vicente Gómez, resucitar el Gran Partido Liberal. Definitivamente
se hizo partidario de López Contreras y así se mantuvo durante el régimen de
Medina Angarita. En nombre de tales convicciones desafió con dignidad una
estrecha situación económica, pues ni siquiera tenía casa propia y era responsable
responsable de una larga familia. Si no estoy equivocado, en tiempos de López
fue como representante al Senado de la República.
La concepción de don Andrés
respecto a lo que ha de ser un gobierno es que “el gobierno manda o no es
gobierno”. En 1943, al plantearse la disyuntiva entre el General Medina con el
Partido Democrático Venezolano (PDV) y López Contreras y sus Cívicas Bolivarianas,
desempolvo su pluma de veterano periodista. El periodismo fue su profesión de
base. No titubeó y siguió sus convicciones: fue a la oposición definida en la
línea de López Contreras. Del otro lado estaban los comunistas, en ese tiempo
notoriamente delirantes hasta que los pulverizó la caída del Muro de Berlín.
En alguna ocasión, y esto me lo
refirió un viejo nativo de Turmero, estuvo ligado a un golpe armado contra el
gobierno de Juan Vicente Gómez. Al paso de la caravana de automóviles del dictador,
la calle principal de la población, que era parte de la carretera que iba y
venía de Maracay, sin otras alternativas, sería cerrada y los comprometidos,
entre quienes estaba el joven Andrés Pacheco Miranda, entrarían en acción.
Junto con otros compañeros apoyarían con fusiles la acción desde la torre de la
iglesia. Desconozco detalles mayores. El señor Miguel Gordils, turmereño, luego
comerciante en Los Teques hasta casi el final de sus días, en esos tiempos de Gómez
fue recluido por motivos políticos en La Rotunda. Algo me refirió al respecto,
pero no preciso bien algunos detalles.
Revisando una vieja colección del
diario El Universal encontramos en la primera página del viernes 11 de mayo de
1928 el retrato de don Andrés encabezando un texto cuyo contenido es la noticia
de su nuevo cargo: “Andrés Pacheco Miranda Redactor Administrador de La
Religión”. Y seguido a este título una referencia breve a su labor profesional:
“Muchos de estos trabajos han visto la luz pública en El Universal y nos han
sido grato verlos reproducidos en importantes diarios del interior y del
exterior”.
La fotografía, y esto da una idea de cómo estaba don Andrés vinculado con el gremio, trae la referencia del archivo del diario “La Esfera”. Igualmente, don Andrés había sido redactor en el “Nuevo Diario” y al respecto nos comentó que al publicar Ignacio Luis Arcaya, jovencito entonces y se ocupaba de deportes, una nota en la cual criticaba un proyecto en marcha para homenajear a un hijo de Gómez, añadía por propia cuenta que este señor no merecía tales distinciones. El periódico lo dirigía don Laureano Vallenilla Lanz. Al ser llamado Arcaya por el prefecto Sayago, e inquirido respecto a eso que se consideraba una insolencia, respondió: “Sí; ese señor es un inmoral” Y agregó algo respecto a mujeres y su vida pública ligada a lo que llamaban “mujeres de la vida”. Por supuesto que el impetuoso periodista, con todo y ser sobrino de Pedro Manuel Arcaya, uno de los pilares intelectuales del régimen, fue a dar a un calabozo.
Siempre me distinguió don Andrés,
y es algo que tengo bien conservado, protegido de cualquier circunstancia,
porque un afecto es auténtico cuando queda probado por situaciones adversas.
Siendo él Director de Política en
el gobierno del ciudadano Julio Santiago Azpúrua, fui arrestado por mandato de
este desaforado gobernante, quien me hizo comparecer a su despacho. Había publicado
yo en “El Nacional”, diario del cual era corresponsal en Los Teques, la noticia
de que propietarios de tierras en Barlovento estaban desalojando campesinos y
quemándoles los ranchos.
También, que los niños de esas
familias campesinas, por ello, estaban comiendo hasta ratones. La información
me la había suministrado un tipo que se idéntico como topógrafo y según, había presenciado
los hechos. Ello provocó la furia del gobernador Azpùrua y a no ser por
intervención de don Andrés Pacheco y de mi viejo amigo y colega Luis Alberto Paul,
quien sabe adónde habría ido yo a parar. En mi presencia el gobernador Azpúrua
tomo el teléfono oficial y llamó a Pedro Estrada, ese terrible jefe policial
del régimen. No sé qué le diría. En fin, que, por intervención de estos dos
amigos, el asunto no pasó de un arresto en la jefatura de Los Teques.
Posteriormente a los
acontecimientos del año 58, con todo y su avanzada edad, don Andrés concurrió a
sus labores de redacción en el diario “La Religión”, al cual estaba
entrañablemente unido, además, por la amistad con su director Monseñor Jesús
María Pellín, noble ser humano. Un día lo topé por el centro de Caracas, tiempo
después de haberse ido él a vivir en Caracas. Me preguntó casi al saludarme:
“Julio: ¿todavía estas disgustado con Atilano? Le respondí en un tono áspero, y
esa falta de cortesía hacia él aún me hace sentir molesto, más aún porque
pienso, fue la última vez que hablé con él: “Sí don Andrés”.
Nota: Atilano era su hijo mayor
con quien siempre tuvo una pelea continua.
Volviendo a don Andrés, confieso
que no me agradó una entrevista que hace años publicó en El Nacional el colega
de mi estimación Luis Buitriago Segura, titulado con préstamo de García Márquez,
y, por supuesto, no luce nada original: “El coronel no tiene quien le escriba”.
Don Andrés era coronel, con sus papeles en regla, desde tiempos de Castro, tal
referimos.
“Don Andrés Pacheco Miranda es
para mí una figura que llevo en la devoción de mis afectos.
4. ANECDOTAS
Aportadas por: Francisco “Pancho”
Rodríguez
a) Don Andrés cuando era un joven enamorado tuvo un accidente violento. Fue en la esquina de la Factoría al noroeste de la plaza donde se libró un duelo por amor a una bella mujer turmereña con el lamentable desenlace. Uno de los rivales fue al Camposanto y el otro a la cárcel. Semanas después el pueblo de Turmero recibe la visita del Presidente Cipriano Castro, el jefe civil le pide a Andrés Pacheco Miranda que dé el discurso de bienvenida dada su elocuencia. Es tal de emocionado el discurso que el Presidente Castro ordena su libertad. Debido a la situación en el pueblo por los sucesos previos, Andrés Pacheco Miranda es exiliado de Turmero.
b) En una ocasión en las fiestas patronales de Turmero, una gitana le leyó las manos a Andrés Pacheco Miranda, le vaticinó que se iría del pueblo natal, se fue y no volvió. Le predijo que se iba a casar dos veces y así sucedió. Le pronosticó que sus hijos varones morirían antes que él, y así sucedió. Le dijo que viviría más de 100 años y murió a los 103 años.
c) En la batalla de La Victoria
en 1902, estando Cipriano Castro, Presidente de Venezuela, junto a Francisco
Linares Alcántara Estévez, Presidente del Estado Aragua y los edecanes, observó
por binocular como un valiente soldado se enfrentaba a los insurrectos,
preguntó quién era, le informaron que se llamaba Andrés Pacheco Miranda, y dio
la orden de inmediato que lo ascendieran a Capitán, los edecanes le dijeron que
no podrán porque era menor de edad, a lo que Castro respondió, bueno entonces
también le aumentan la edad.
ANDRES PACHECO MIRANDA FUE EL
ULTIMO OFICIAL DEL EJERCITO DE LA CAUSA LIBERAL RESTAURADORA EN MORIR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario