viernes, 7 de octubre de 2022

TURMERO EN LOS DOCUMENTOS INEDITOS - RECOPILACION DE NESTOR GERMAN RODRIGUEZ


EXTRACTO DEL LIBRO

Recopilacion de Néstor Germán Rodríguez


Este libro  en su original, consta de 183 páginas, de cuatro Títulos  y setenta y cuatro  capítulos, contiene fotos alusivas y un material muy valioso que presentamos en un brevísimo extracto para dejar testimonio de su importancia.

La introducción fue escrita por el Obispo José Vicente Henríquez Andueza.

El autor es un reconocido investigador que va a las fuentes originales para darnos a conocer lo  ignorado.

Para nosotros es un placer hacer esta entrega.

Néstor Germán Rodríguez

LOS ENCOMENDEROS SE NIEGAN A CONSTRUIR LA IGLESIA:

"Y en 27 del dicho mes de Noviembre y año de 1620, dicho Juez Comisario eligió y fundó otra Iglesia en el Pueblo que llaman de Turmero, nombrado Nuestra Señora de Consolación, con advocación y nombre de Nuestra Señora de Candelaria y agregó a este Curato y Doctrina las encomiendas del Capitán Juan Martínez Vilela, Doña Mariana Vilela, Viuda de Bartolomé de Emasabel y del regidor Juan Ponte Rebolledo, entre los cuales hizo repartición de ornamentos, de aquello con que cada uno había de acudir, y mando que dentro de un mes acudiesen con ello al dicho Comisario, lo cual se notificó en el dicho 27 de Noviembre al dicho Juan de Ponte y al dicho Capitán Juan Martínez, a Juan de la Ría, su Mayordomo y por la dicha Mariana Vilela, y asimismo que dentro de los dos meses que corriesen desde el dicho día 27, hiciese la Iglesia, sacristía, cementerio y Casa del Cura doctrinero, y lo uno y lo otro con la dicha pena y censura. A todos los cuales yo, como tal notario entregué la memoria de lo que a cada uno le estaba repartido, lo cual es 14 leguas de esta ciudad, poco más o menos..." Tal como lo disponía el acta de fundación, toda la fábrica de la Iglesia, así como la Casa del Cura doctrinero, cementerio y todos los ornamentos y alhajas que habrían de requerirse para la celebración del culto, tenía que ser proveído por los encomenderos de Turmero: "Y para la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria del Pueblo de Nuestra Señora de Consolación del Valle de Turmero, mandó que los encomenderos acudiesen con los dichos ornamentos, dentro de un mes que corre desde el 27 días del dicho mes de Noviembre y la Iglesia y la Sacristía y cementerio para el dicho día de Reyes y la Casa del Cura doctrinero y cerca, a dos meses del dicho día..."Los encomenderos, como era de esperar, reaccionaron en contra de las medidas del Obispo. Se opusieron tenazmente a la fundación de un pueblo en Turmero, pues sabían que una vez poblados los indios, recibirían de inmediato todos los privilegios garantizados tanto por las Leyes de Indias como por las Reales Cédulas. Con esta fundación intuían los desaprensivos encomenderos que sus voraces apetencias serían disminuidas por cuanto no podrían explotar, hasta la esclavitud, como era su costumbre, a los indios a ellos encomendados, irónicamente, para su protección. Además sabía tanto encomenderos como regidores cómo aquel Obispo, desde su Palacio de Caracas, se desvelaba por defender y amparar a los que ellos precisamente explotaban. En el primer despacho y orden para la fundación de los pueblos el Obispo había asentado:"Viendo por experiencia los graves daños e inconvenientes que se han seguido de vivir los indios divisos y apartados, y es causa de no poder enseñarles, doctrinarles y administrar los sacramentos con la solicitud y cuidado necesario, procurando su remedio como cosa que principalmente está a nuestro cargo". El lema era en consecuencia: "Todos contra el Obispo". Todos contra la fundación de Turmero. Y como la erección de la Iglesia era prácticamente el acta de fundación del Pueblo, los encomenderos Juan Martínez Vilela y Mariana Vilela, se negaron a la fábrica de la Iglesia, desconociendo frontalmente la decisión episcopal y la del propio Gobernador Berríos.

Nota: Antiguamente, se llamaba encomendero al que por Merced Real tenía indígenas encomendados en cualquiera de las colonias españolas. El encomendero era la cabeza de parte de una institución colonial llamada encomienda. El encomendero tenía numerosas obligaciones, como la de enseñar la doctrina cristiana y defender a sus encomendados, así como defender y ayudar a multiplicar sus bienes. Tradicionalmente, el encomendero era una persona con una enorme autoridad y poder en la sociedad colonial, pues las cantidades de tierra dadas para las encomiendas solían ser muy grandes y de gran productividad.

 OBISPO AMENAZA A ENCOMENDEROS CON EXCOMUNION MAYOR

Para el mes de Febrero de 1622 el Obispo Ángulo se hallaba de regreso en Caracas. De inmediato solicitó de su Vicario Gabriel de Mendoza el estado en que se hallaban las iglesias de los pueblos "nuevamente fundados" de la Victoria, San Mateo, Turmero y Cagua, entre otros. La respuesta del Vicario dejó sin aliento al Obispo: "Nada se ha hecho". Indignado el Prelado proveyó y despachó su "Mandamiento" que se leyó en la Iglesia principal de Caracas y en todas las iglesias parroquiales de la extensa Diócesis. Para aquella época la Iglesia catedral se encontraba en Coro, pues será en 1636 que será trasladada a Caracas bajo el Pontificado del obispo Augusto de la Mata. Pues bien, aquellas letras del Obispo decían entre otras cosas:"Como en cumplimiento de una Real Cédula del Rey nuestro Señor y su Real Consejo de las Indias, en el cual S.M. nos encarga y ordena acudamos por nuestra parte a la población de los indios y a procurar su libertad... para lo cual hicimos las diligencias necesarias y que consta por los autos hechos por el Presbítero Gabriel de Mendoza, Comisario por Nos nombrado para el dicho efecto, en compañía del Juez Poblador que asimismo nombró y señaló Don Francisco de la Hoz Berríos... Y así que habiendo nuestro Juez Comisario cumplido con su parte con lo que le encargamos y mandamos, y eligió sitios y lugares convenientes para labrar las Iglesias, sacristías, cementerios, casa para los curas doctrineros… . señalamos tiempo una y más veces en que cada uno de vos había de hacerlo con penas y censuras que se os notificaron, los cuales términos son pasados sin haberlos cumplido". El Obispo escribe este "Mandamiento" dirigido a los encomenderos en Febrero de 1622. Turmero había sido fundado, como queda dicho, el 27 de Noviembre de 1620 y se le había ordenado a los encomenderos Juan Martínez Vilela y a Doña Mariana Vilela "que dentro de dos meses que corriesen desde el dicho día 27, hiciere la dicha Iglesia, cementerio y casa del Cura doctrinero y lo uno y lo otro con la dicha pena y censura". Pues bien, para Febrero de 1622, los encomenderos de Turmero, burlando tan expresas disposiciones, nada habían hecho para la erección de la Iglesia, sacristía, cementerio y casa del Cura doctrinero. Por ello el Obispo en el referido mandamiento continuaba:"Aunque pudiéramos proceder con todo rigor contra los inobedientes y así por serlos como por los daños grandes que se siguen por no estar acabadas las Iglesias... y ser causa no se cumpla lo mandado por Su Majestad y que los doctrineros no puedan acudir a su obligación, ni los indios ser catequizados y enseñados en los misterios de Nuestra Santa Fe Católica y Doctrina Cristiana, ni bautizados los niños, ni enterrados los muertos en sepultura eclesiástica, usando de toda benignidad para remedio de los susodichos, dejando en su fuerza y vigor los autos por el dicho Maestro Juez Comisario proveídos, sin invocar cosa alguna, os mandamos a vos los susodichos y a cada uno de vos en particular, que dentro de dos meses, después de la publicación de este nuestro mandamiento, tengáis hechas y acabadas las dichas Iglesias, sacristías, cementerios e casas de los Curas doctrineros en la forma e manera, lugares y sitios y orden que nuestros Jueces Comisarios y Juez Poblador, dejaron ordenado y mandado, y dentro del dicho término exhibáis ante Nos o nuestros Vicarios de cada partido, los ornamentos y demás cosas que a cada uno se señaló... sin que falte cosa alguna... Todo lo cual os mandamos en virtud de santa obediencia y so pena de excomunión mayor..."La severa advertencia episcopal fue leída en todas las Iglesias de la inmensa Diócesis. Todo el mundo sabía desde entonces que los encomenderos de los Valles de Aragua, nombrados por el Obispo en sus numerosos autos y mandamientos, incurrirían en "excomunión mayor" si no construían las Iglesias de la Victoria, San Mateo, Turmero y Cagua, en el lapso de dos meses. Ser excomulgado era la más grande maldición que podía caerle a cualquier persona en aquellas épocas. Significaba que estaba eternamente condenado, era segregado de la sociedad civil y religiosa y como leprosos o pestosos, la gente toda, huía de ellos. Sólo el Papa o un Delegado especial suyo, podía levantar tamaña condena y para lograrlo la Iglesia exigía mucho, tanto que el Rey de Inglaterra hubo de pasar días, y noches sobre las gélidas nieves de Canosa, de rodillas, impetrando el perdón papal y así ser admitido de nuevo en el seno de la Iglesia. No podían exponerse a semejante condena ni a soportar tamaños oprobios los encomenderos de Turmero. A regañadientes comenzaron a toda prisa a levantar las Iglesias, y a confeccionar los ornamentos y alhajas que el culto exigía. El tiempo era poco. Sólo dos meses había concedido el indignado pastor. Aquellas Iglesias primitivas levantadas por los encomenderos, más bien semejaban chozas que lo que hoy nos imaginamos cuando se nos habla de una Iglesia o Templo. Hechas de bahareque y techos de palma y caña, sólo servía para dar cumplimiento a la tajante orden emanada del Obispo Ángulo y del Gobernador Berríos. Lo cierto es que para el 6 de Agosto de 1622 se presentaron ante el Obispo caraqueño los encomenderos de Turmero. Doña María Vilela presentó al Obispo cuenta de lo que se le había requerido y no dejó de hacer nada de lo que le fuera ordenado. No así el Capitán Juan Martínez Vilela que se presentó "con todo lo que le fue repartido, excepto que no ha dado las campanas". Esta es la fecha exacta que debe tomarse como la de la conclusión de la Primitiva Iglesia que tuvo Turmero, la del 6 de Agosto de 1622, tal como se desprende del Oficio del "Notario del Juzgado Eclesiástico (Bartolomé Mora) del Reverendísimo Don Francisco Gonzalo de Ángulo, Obispo de este Obispado de Venezuela". 

IGLESIA SIN CONCLUIR 

Y como todo llega, también llegó la anunciada y esperada Visita Pastoral de Fray Mauro de Tovar al Pueblo de Turmero. Allí llegó el 17 de Marzo de 1647. Para ese entonces el Pueblo llevaba 26 años de fundado. La Iglesia primitiva de bahareque, había sido mejorada ..El Templo parroquial que encontró el Obispo Mauro de Tovar debió ser muy modesto. De bahareque y caña, aunque decente, no era cónsono con la importancia religiosa, económica y poblacional del Valle de Turmero. No existen documentos en el Archivo Arquidiocesano de Caracas que informen de la fábrica de la Iglesia en estos tiempos. …Sin embargo sabemos que el 23 de Abril de 1676 el templo de Turmero, el antiguo templo, aún no estaba concluido. Por un documento existente en la Carpeta de "Cuentas y Cofradías" del Archivo Arquidiocesano, nos enteramos que el Obispo nombraba Mayordomo para la Iglesia: "por cuanto Nuestra Santa Iglesia Parroquial del Pueblo de Nuestra Señora de Candelaria de Turmero, necesita de tener Mayordomo de su Fábrica". En ella el Obispo pedía que el Mayordomo tuviera "las cualidades necesarias para la buena administración de sus bienes y buen término de dicha Iglesia". Y para el tal cargo elegía a Don Gaspar Salazar "vecino de este dicho Pueblo... esperando que con él (se llegue) al término de dicha Iglesia". En las palabras del Obispo Antonio González de Acuña "esperando con él se llegue al término de dicha Iglesia" parece haber una queja por el largo tiempo transcurrido desde 1620 en que su antecesor Gonzalo de Ángulo mandó erigir la Iglesia, sin que hasta el presente estuviera concluida, no obstante los 56 años pasados. 

DE TODO HAY EN LA VIÑA DEL SEÑOR

Mientras fue párroco de Turmero el Cura Alvaro Cienfuegos  (1726-1755) se hicieron varios reparos de importancia al templo, lo que demuestra que hasta esa fecha no había sido terminada, pues Gaspar Alonso por recibo del 27 de Marzo de 1734 acusaba "haber recibido del Señor Comisario Don Alvaro Cienfuegos, Cura Doctrinero de este Pueblo de Turmero, 116 pesos de plata acundada (sic) en pago de hacer ladrillo de la Iglesia, quemada en un horno de cal, hecho contra contrato". Y el mismo Gaspar Alonso el 25 de Julio de 1735 volvía a hacer recibo al Cura Alvaro Cienfuegos por 190 pesos, "por diferentes obras que tengo hechas en esta Iglesia de albañilería y quema por cal por dichas obras". Para 1743 el Maestro Albañil Domingo Galindo recibía de Don Alvaro Cienfuegos "131 pesos de plata corriente de cuenta de la fábrica de dicha Iglesia de Turmero". Según los documentos que consignamos, sacados como se ha dicho del Archivo Arquidiocesano de Caracas, es poco lo que se deduce acerca de la construcción de la antigua Iglesia de Turmero. Parece que el Templo nunca llegaba a su feliz término. Así se desprende de los recibos de numerosos albañiles. Bien que no estuviera completamente concluida, bien que se "rindiera por los temblores" lo cierto es que la modesta Iglesia parecía eterna hasta en su construcción. Tal parece que sucede en el largo ejercicio del Curato del Presbítero Alvaro Cienfuegos. Sobre este sacerdote y párroco de Turmero queremos detenernos someramente, pues para probar aquello de que "de todo hay en la viña del Señor" parece que al Presbítero Cienfuegos se le fue la mano en lo que a rentas de la Iglesia se refiere. En efecto, el 3 de Marzo de 1766, ya fallecido el Cura Cienfuegos, el Obispo Don Diego Antonio Diez Madroñero, en visita Pastoral a Turmero decretaba: "Que para proceder a lo que había lugar por el tiempo que el Licenciado Don Alvaro Cienfuegos, Cura que fue de esta Iglesia parroquial, administró su fábrica, mandó se haga liquidación por los libros parroquiales y demás papeles que puedan ser habidos, de los derechos y rentas que a ésta hubieren pertenecido, incluso el alcance que hizo en la Visita precedente, como también de los gastos que hubiere hecho en los alimentos de la expresada Iglesia, computándolos prudencialmente". Exigente se mostraba el Obispo. Sin duda debió ser voz común que el Párroco Alvaro Cienfuegos se había quedado con dinero perteneciente a la Iglesia de Turmero. La gran fortuna dejada al morir así lo confirmaba. No era pues de extrañar la rígida postura episcopal para recuperar los bienes pertenecientes a su Diócesis. En tal sentido mandó abrir expediente acusatorio en contra del antiguo párroco. Expediente larguísimo que se encuentra íntegro en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, del cual sólo hemos entresacado lo más importante y que verá el amigo lector en la parte de los documentos de este libro. El Obispo autoriza al nuevo Cura de Turmero, al Maestro Francisco Javier Siso para que ejerza "causa ejecutoria" contra Doña Josefa Cienfuegos "heredera de Don Alvaro Cienfuegos" y hermana suya. A la mencionada Josefa Cienfuegos se le despojaba de "una hacienda Arbo¬leda de cacao en el Valle de Patanemo" heredada de su hermano. Así se lo hizo saber el Cura de Turmero de Javier de Siso en el documento de remate de dicha hacienda."Con el cargo de haber de satisfacer la cantidad de 4.897 pesos que el referido Don Alvaro Cienfuegos quedó debiendo a esta dicha Santa Iglesia (de Turmero), como su Mayordomo que fue..."El 5 de Marzo de 1744 el cura de Turmero recibía la cantidad de 4.897 pesos, suma enorme en aquellos tiempos. Esta suma será empleada en la construcción de la nueva Iglesia Parroquial de Turmero. El juicio contra los herederos del Cura Alvaro Cienfuegos fue largo. Se había iniciado, como queda dicho, el 5 de Marzo de 1774. Ocho años después cuando el Cura Maestro Javier de Siso lo concluía en forma tan favorable para la Iglesia parroquial de Turmero, el Obispo había decretado la consturcción de una nueva Iglesia. Esta orden la dio el Obispo Madroñero en 1766. Cuando en este año visitaba la Iglesia de Turmero el propio obispo constató el estado ruinoso del antiguo templo parroquial y el peligro que suponía para la feligresía el tan deplorable estado de la Iglesia. Además habían transcurrido ya 146 años desde que su ilustre antecesor Gonzalo de Ángulo lo hubiera mandado a levantar. La mala calidad de los materiales usados, amén de los temblores habían dejado en la humilde Iglesia sus huellas indelebles. Además el constante progreso de Turmero demandaba un templo parroquial acorde con la nueva realidad.

NUEVA IGLESIA PARROQUIAL

Las dificultades para la erección de la nueva Iglesia eran muchas, pero ello no arredró al Obispo. En un antiguo libro de Gobierno existente en el Archivo Parroquial de la Iglesia de Turmero, hemos encontrado noticias de la orden episcopal mandando levantar la nueva Iglesia. Es una lástima que el referido libro de Gobierno el número 1 se encuentre materialmente ilegible. La traza ha calado todos los folios y los siglos han desvanecido la grafía. Sin embargo en las páginas 10 y 11 del mencionado libro, hemos podido leer no sin gran dificultad algunas líneas de trascendental importancia sobre la fundación de la nueva Iglesia de Turmero. Allí se dice:"Vistos los expedientes antecedentes, el ilustrísimo Señor Obispo de esta Diócesis y el Señor Provisor y Vicario General, para que con la intervención que corresponde se pueda proceder a la fábrica de la nueva Iglesia parroquial del Pueblo de Turmero..." (Ilegible el resto). Y más adelante:"Visto por su ilustrísima este expediente y su estado, con el plano que firmado del Maestro Alarife Leandro Pantoja Corro? de la Iglesia Parroquial que intenta fabricar de nuevo conforme y bajo su dirección". (Resto ilegible).Pareciera que el destino quiso salvar estos textos para que las generaciones futuras estudiosas del pasado turmereño, conocieran datos tan interesantes sobre la historia del Templo de Turmero. Los textos arriba citados llevan fecha del 12 de Diciembre de 1766.No obstante que el Obispo Madroñero ordenó levantar la nueva Iglesia en 1766, ésta no comenzó a fabricarse sino muchos años más tarde. Tal se desprende del primer inventario conocido hasta hoy de la Iglesia parroquial de Turmero, levantado por el sacerdote Rosalío del Carpió, cura interino de su Iglesia. Del Carpió hace su inventario el 10 de Marzo de 1777 y el mismo, caso extraño, se encuentra inserto en el libro 9 de Bautismos de Indios, existente en el Archivo Parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de Candelaria de Turmero. Este documento es de suma importancia. No sólo por ser el primero conocido, sino por la cantidad de datos que de él se desprenden. Cuatro años después llegará a Turmero, el 9 de Junio de 1781, el célebre Obispo Mariano Martí y hará levantar otro inventario. Comparar estos dos documentos, con apenas cuatro años de diferencia, resulta de lo más clarificador en lo que respecta a la construcción de la nueva Iglesia, pues en el Inventario realizado por Rosalío del Carpió de 1777, para nada se nombra fábrica alguna que dé a entender que la nueva Iglesia se ha comenzado. De haber existido alguna obra de fundaciones o de albañilería en este sentido, no hay duda que el Cura Rosalío del Carpió lo hubiera anotado en su inventario, como era costumbre. El Cura del Carpió hace su inventario en ocasión de:"Habiendo llegado a este dicho Pueblo el Bachiller Don Luis Maestre, constituido en Cura propietario de este referido Pueblo y contados los pases que a dicho título competen, yo el Licenciado Don José Rosalío del Carpió, Cura interino de este dicho Pueblo, di al Bachiller Don Luis Maestre posesión de dicho Curato con Iglesia, con actos visibles, corporales, externos..." Y al describir al templo dice así: "Primeramente una Iglesia de adobes, cubierta de caña y teja, muy deteriorada, encalada y enladrillada que tiene de largo 53 y media varas y 10 dichas de ancho, con tres puertas, la una principal y las dos traviesas, con su torre muy rendida y en ella seis campanas, dos buenas y cuatro quebradas". Para nada nombra el Cura del Carpió alguna otra obra que se estuviera levantando para dar cumplimiento al mandato del Obispo Madroñero de 1766. Por nuestra parte debemos advertir que más parece un olvido de Rosalío del Carpió la omisión a la nueva fábrica que se hacía de la nueva Iglesia. Pues es lo cierto que para Junio de 1781 Martí se halla de Visita Pastoral en Turmero y para la "Relación" que hace de la Visita se basa casi íntegramente en los informes que le suministra Rosalío del Carpió, cura sobre el cual el propio Martí nos ha dejado una interesante semblanza. Pues bien, en el "Libro personal" de Martí leemos:"Esta Iglesia es bajo la invocación de Nuestra Señora de Candelaria, de una sola nave. Sus paredes son de adobe... El cementerio es el sitio o suelo de una Iglesia que se va a fabricar continua a la iglesia vieja actual, al lado de la epístola". Ya al menos aparece el terreno sobre el cual se va a edificar la nueva Iglesia. Pero hay más. El propio Obispo se encarga de aclarar: "Don Alvaro Cienfuegos fue cura de esta parroquial y administró las rentas de la Iglesia y después de muerto se formaron de oficio las cuentas de la Visita pasada del Ilustrísimo Sr. Madroñero en el año 1765 y quedó alcanzado en 6700 pesos que cobró el Maestro Don Francisco Javier de Siso, hoy Cura de Candelaria de Caracas, que fue Cura de esta parroquial, ya nombrado por mi y de estos 670 pesos fabricó, según parece, la obra empezada de la nueva Iglesia parroquial, pues no se ha podido averiguar por documentos, respecto que no existen acá los libros de cuenta de esta parroquial, ni la cuenta que se tomó en la última Visita y se ha averiguado ésto por lo que dice el Padre Rosalío del Carpió que formó por comisión del Señor Madroñero, las dichas cuentas de oficio y ha servido más de 16 años esta Iglesia y tiene noticias de muchas cosas..."Si desde hacía 16 años que servía a la Iglesia de Turmero, ¿por qué el Padre Carpió en su inventario de 1777 no mencionó nada de la nueva fábrica? Si él sustituyó interinamente al Maestro Javier de Siso y estuvo al frente de la Iglesia de Turmero, ¿podía desconocer lo que había hecho Javier de Siso con los miles de pesos recibidos de la hermana del Cura Cienfuegos? Todo parece extraño, como parece extraño el "según parece" del propio Obispo Martí. Lo cierto es que Martí en el ya mencionado "Libro Personal" nos habla de lo avanzado de la nueva Iglesia Parroquial de Turmero para 1781. Dice:"Conviene que se prosiga la fábrica de la nueva parroquial que será de tres naves, esplendorosa y capaz. Tiene ya hechas la Capilla Mayor y las dos capillas cabeceras de las naves colaterales, y detrás de la Capilla Mayor y de las dichas Capillas colaterales está la sacristía, muy capaz y sobrada para esta Iglesia, con soberado o habitación sobre dicha sacris¬tía... Esta tiene ya hechos todos los cimientos y todo lo que hasta ahora está hecho en esta Iglesia nueva, está buco y firme, menos algunas maderas del techo de la Capilla Mayor que han hecho algún vicio. Todo lo que sobrase de los gastos ordinarios he mandado se aplique a la nueva fábrica..."Así que Martí no sólo encontró un solar para la Iglesia nueva, sino un templo en avanzada fábrica. Ello hace aún más misteriosa la omisión del Cura Rosalío del Carpió en su aludido inventario, pues hace suponer, lo que no parece cierto ni posible, que todo lo hecho de la nueva Iglesia que vio Martí, había sido realizado por el Cura Luis Maestre, hombre enfermizo y algo "pausado" y que no pareció causar buena impresión en la mente del Obispo Martí; sobre todo no parecía el sacerdote indicado para llevar adelante la obra, ingente entonces, de concluir el templo parroquial de Turmero. Creemos de interés anotar igualmente aquí la relación que sobre Turmero y su Templo hace Don Joaquín de Soto, Secretario de Cámara del Obispo Mariano Martí y Notario de la Visita General que realizó el mencionado Obispo "en el espacio de 12 años, 3 meses y 22 días". Pues bien, refiriéndose al nuevo Templo de Turmero asienta:"Inmediatamente a esta Iglesia (la antigua) se está construyendo una nueva fábrica de Iglesia, de tres naves, de bastante capacidad y al tiempo de la visita estaban ya hechos todos los cimientos y encaladas y techadas ya las tres capillas cabeceras de las naves y tras ellas, la sacristía, con varias piezas altas y bajas. Todas estas paredes son de tapia y mampostería y el techo de tablas cubiertas de tejas, y por entonces servía de cementerio el pavimento de la expresada nueva fábrica". Y en libro de "Compendio" del mismo Obispo Martí se vuelve a hablar ampliamente de la nueva fábrica:"La citada nueva fábrica según la disposición en que se halló y se sigue, ha de ser de tres naves distinguidas, con dos danzas de arcos de cal y ladrillo, sobre columnas del mismo material. Sus paredes de tapia y rafas de cal y canto, de lo cual están hechos todos los cimientos muy fuertes. (Lo siguiente está enrasado y techado, aunque no perfeccionado). Por cabeza de nave tiene una Capilla, distinguiéndola tres arcos que atraviesan dichas naves, con sus respectivas columnas de ladrillo, y ellas, entre sí, se distinguen con dos arcos y sobre ellos pared de ladrillos, a los costados de la capilla del medio. La nave correspondiente a ésta, incluida ella y excluidos los gruesos de paredes, tiene 50 varas de largo, y de ancho casi 10 varas, y la de los lados, con inclusión también de sus capillas cabeceras, tienen 45 varas y dos tercias y de ancho, 5 varas y dos tercias excluido el grueso de las paredes. El techo de las referidas capillas es de tejas sobre cañas y varas redondas. Las de los lados tienen cielo raso de tablas y la del medio aún no tiene techo. A la espalda de dicha capilla está la sacristía, construida de los mismos materiales, ocupando todo el ancho de las tres capillas y de largo en lo que corresponde a la del medio siete varas, y doce en lo que corresponde a las colaterales, con dos arcos a consecuencia de la pared testera de la capilla mayor, que pasan por detrás de las otras de los lados y otros dos arcos que amarran la expresada pared con la testera de la sacristía. El techo es de tejas sobre tabla y alfardas labradas. Tiene 6 puertas, una en cada costado, hacia la calle, dos hacia la nave del medio, una hacia las colaterales. En lo alto de dicha sacristía, cuyo suelo es formado de vigas y le faltan las tablas, tiene iguales medidas que en lo abajo. Dos huecos para tribunas hacia la nave del medio y cinco aberturas para balcones. Todo lo cual está fuerte y con buenos cimientos y estribos".Tan detallada descripción realizada por el Obispo Martí nos muestra el espíritu acucioso y observador del célebre Pastor. A él Venezuela le debe la más extraordinaria relación, el más minucioso inventario, las más fieles cifras estadísticas, noticias, hechos y costumbres de todo el quehacer de la Venezuela colonial de finales del siglo XVIII. Turmero como hemos visto, fue un lugar visitado y descrito con abundante detalle por el obispo andante. Hoy sería imposible estudiar la Historia de este "Pueblo y Valle" sin consultar la generosa relación que de él hace Martí, durante los 15 días que estuvo viviendo en él, mientras realizaba su histórica Visita Pastoral. Todo lo vio, todo lo observó, todo lo escrutó, todo lo escribió. Sus hombres, sus costumbres, su geografía, su economía, sus caminos, y por sobre todo dedicó a su nueva Iglesia una descripción tan detallada, tan minuciosa, que aún sin estar concluida, hoy parece una fiel fotografía de lo que es el actual templo parroquial de Turmero. Cumplida su misión, llevando en sus alforjas una riquísima e inapreciable información, el Obispo andante salió de Turmero con la aurora. Aún en aquellos valles resuenan las palabras del pastor:"Día 23 de Junio de 1781, salimos del Pueblo de Turmero a las seis menos cuarto de la mañana, pasamos por el Trapiche de Don Miguel de Aristiguieta y visitamos el Oratorio que allí tiene bajo la invocación de Nuestra Señora de Belén..."Atrás dejaba una Parroquia organizada y en ella un Cura achacoso que el mismo Obispo describe:"Desde el mes de Agosto del año próximo pasado de 1780, está enfermo, pero ahora, aunque enfermo, ya anda por las calles. No es inhábil, su genio es ardiente o lo era antes, pero ahora está como asombrado y es muy pausado..."No parece que el Obispo confiara mucho en el "asombrado y pausado" párroco de Turmero como para que llevara adelante la costosa y fatigosa empresa de terminar el templo parroquial. Antes de partir el Obispo había advertido al anciano sacerdote: "Conviene que se prosiga la fábrica de la nueva Parroquial". Y por boca de su Secretario de Visita Don Joaquín de Soto en su "Relación y Testimonio íntegro" sabemos que al Presbítero Bachiller Luis Maestre, no obstante sus achaques "se le encargó que se aplicase con celo y eficacia a continuar y perfeccionar la nueva fábrica de dicha Iglesia".Pero el destino había decidido otra cosa. El 27 de Agosto de 1783, Don Rafael Campos y Rosas, Teniente de Cura de Turmero, se dirigió al Vicario General de la Diócesis para informarle que:"Hoy día de la fecha, a la una menos cuarto de la tarde falleció el Bachiller Don Luis Maestre, Cura Doctrinero de este Pueblo..."

DESPLOME DE LA IGLESIA VIEJA

La noticia de la muerte del buen Cura de Turmero debió entristecer a Martí. Perdía un fiel servidor, pero sin duda el Pastor catalán vislumbró la oportunidad de poner al frente de aquella Parroquia a un hombre joven, emprendedor, culto, que supiera no sólo atender las necesidades eclesiásticas de la numerosa grey, sino que pusiera todo su celo en concluir la nueva Iglesia, que aunque llevaba 17 años desde que la mandara a erigir su antecesor, aún estaba inconclusa.A sólo cuatro días de la muerte del Cura Maestre, el Obispo Martí en Caracas, convocaba "para una nueva provisión" del Curato de Turmero. Varios sacerdotes se presentaron. A la postre ganó la oposición, el Presbítero Juan Antonio Cróquer quien delegó en el sacerdote Domingo Antonio Tremaría, para que en su nombre tomara posesión canónica de la Parroquial de Turmero. Así lo encontramos en el Libro 9 de Bautismos de Indios del Archivo Parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de Candelaria de Turmero.Poco hizo Cróquer por Turmero, pues ya para 1785 encontramos que los destinos de este Pueblo en lo espiritual estaban bajo la dirección del Presbítero Juan Rafael Rodríguez. Fue este ejemplar sacerdote hombre de una vastísima cultura. Amigo y hombre de confianza del Obispo Martí. Le tocó a él ser el testigo presencial de la ruina total del antiguo Templo de Turmero. El vetusto y venerable templo, cargado de historia y recuerdos, sucumbió al fin, el 11 de Octubre de 1785. Desde que lo había mandado a erigir el Obispo Gonzalo de Ángulo en 1620, habían transcurrido 165 años. Consternado ante el desplome de su Iglesia el Párroco Rodríguez escribió a su Obispo:"Mi Señor: A las ocho y media de la mañana de este día cayó una pared del techo de esta Iglesia. La ruina comenzó desde la solera que está enfrente de las pilas de agua bendita hacia la puerta mayor y prosiguió como por seis varas. El retraso del techo que quedó entre el arruinado y dicha puerta, no cayó, mas por prometerlo, lo mandé descargar" .El desplome no causó desgracias: "Aunque había gente en la Iglesia no peligró otro que el sepulturero quien se hallaba rasgando una sepultura bajo del techo arruinado y aunque en ella por pronto recurso se acomodó y pudo evadirse de la muerte, con todo eso quedó bastante aporreado". De inmediato el párroco se dedicó a solucionar los problemas originados por la ruina de su Iglesia:"Procuraré por ahora allanar los estorbos que ha dejado la ruina y cubrir en lo posible el órgano que enteramente quedó descubierto. Mas no omitiré diligencia alguna para el reparo de todo y prosecución de la nueva Iglesia, bien que la pobreza en que está la tierra, no promete los necesarios auxilios". El Obispo Mariano Martí no debió haberse impresionado mucho ante la noticia que le daba el Cura de Turmero. Cuatro años antes había visitado aquella Iglesia y conocía perfectamente su estado y su amenaza de derrumbe. Por ello había urgido que se continuase aquella fábrica y hasta había concedido "Cuarenta días de Indulgencias a los que coadyuvaren a ella con limosnas o trabajo personal". Sin embargo el 18 de Octubre de ese mismo año, el Obispo contestaba a su afligido Párroco:" Quedó enterado por carta del 11 del corriente mes de. Octubre del lastimoso suceso que refiere, de haberse arruinado parte del techo de la Iglesia". El Obispo le concedía permiso para que hiciera todas las reparaciones que "indispensablemente lo necesitan" pero conocedor del lastimoso estado de la vieja Iglesia, urgía al Párroco de nuevo para "continuar la nueva fábrica de la misma Iglesia que mucho tiempo ha está comenzada. Y como respuesta al Cura de Turmero sobre "que la pobreza en que está la tierra no promete los necesarios auxilios", el Obispo le recomendaba "poner en planta la correspondiente representación a fin de que de las Cajas reales se contribuya aquella parte que conforme a las Leyes de estos Reinos, deben contribuir para las nuevas fábricas de semejantes Iglesias". Dedicóse con tesón el pastor de Turmero a reparar la antigua Iglesia, pero al hacerlo descubrió que el daño era de tal magnitud que no valía la pena hacer gasto alguno, pues la ruina era mucho mayor de lo que parecía y se había pensado. El 23 de Abril de 1786 el párroco volvió a escribir a su Obispo:"El día 13 de los corrientes, comencé el reparo del techo de esta Iglesia arruinada el 11 de Octubre del año precedente y al descubrir la parte a que debían unirse la que pretendía reformar, para conocer si había o no otros alfandes que reponer, a fin de que quedase sólido el reparo, resultó la continuación de la ruina por 4 ó 5 varas del techo que existía y con ella se descubrió que toda aquella madera estaba deshecha en el interior... Con esta novedad procuré se hiciese nuevo examen del templo por los carpinteros y albañiles que hay en estas tierras y de ello resultó, están inútil y ruinoso lo restante del techo". Ante tal "fatal estado" el cura de Turmero decidió dejar el viejo Templo como estaba y dedicar todos sus esfuerzos y economías a la continuación de la nueva fábrica y como tenía "gravísima necesidad del Templo, resolví cubrir con cortina de bahareque las tres Capillas de la nueva Iglesia, encalarlas, enlozarlas y decenciarlas lo posible para trasladar a la principal el Altar Mayor y Sagrario, a la del Norte la Sacristía y a la del Sur la Fuente Bautismal, con lo que ahora queda suficientemente socorrida la necesidad, y el Pueblo podrá albergarse en el Caney que seguidamente se formará en el pavimento de la Nave principal, donde diariamente verá y conocerá la necesidad que tiene de esforzarse a continuar la fábrica de la Nueva Iglesia". La sabia decisión del Párroco actual de Turmero de acomodar en lo posible la nueva Iglesia para las necesidades del culto, marca la fecha definitiva de la desaparición del antiguo Templo parroquial de Turmero. De él sacó sus altares y alhajas y trasladó todo su tesoro a las instalaciones que ya estaban más o menos concluidas de la nueva Iglesia:"A su sacristía trasladé los altares y demás muebles de la vieja para preservarlos del daño en caso de continuarse las lluvias. Sólo me resta para trasladar el Altar Mayor y Sagrario, porque la Capilla Mayor no está con la debilidad de las demás". Moría así la antigua y venerada Iglesia de Turmero. Aquella que había sido testigo de todo el progreso del Pueblo, se venía abajo. Ella había cobijado a todos los hijos de Turmero y en su sagrado recinto se habían cristianizado españoles, indios, mestizos y mulatos. Ahora aquellos muros, debilitados por los años, que en tantas ocasiones habían oído la voz valiente de los Obispos caraqueños defendiendo a los desvalidos, eran dejados a la intemperie para que por sí solos rindieran su último tributo... Cumplido su ciclo, despojada de sus tesoros para siempre, se le abandonaba a los elementos de la naturaleza para su destrucción definitiva. A su lado la nueva Iglesia, su hija, se levantaba airosa. Desde sus naves amplias y luminosas continuaría con la labor de educar, cristianizar y defender a todos sus hijos, especialmente a los más débiles, tal como se lo habían señalado sus antecesores. En su correspondencia al Obispo el Párroco solicitaba licencia para que "se digne facultarme la bendición de las tres nuevas capillas, por el peligro que hay en la tardanza". Sin duda el Obispo accedió gustoso a la petición del párroco, acto que debió efectuarse a finales de Abril de aquel año de 1786 o a principios de Marzo. Como caso singular debe decirse que la Iglesia actual de Turmero fue bendecida antes de su conclusión. Posteriormente, como veremos, habrá otra nueva bendición, una vez concluida la espaciosa Iglesia. Pero no tocará al sabio sacerdote Juan Rafael Rodríguez la terminación de la nueva Iglesia, pues siete meses después de estos acontecimientos el propio Obispo Martí llamaba a su Palacio de Caracas al culto y esforzado sacerdote:

POR FIN SE TERMINÓ LA NUEVA IGLESIA

Lo que encontró Alvarez de Lugo el nuevo Cura Párroco, no era propiamente una Iglesia, sino un "Caney". De inmediato se puso a trabajar con todos sus parroquianos para concluír la nueva Iglesia. No debía ser tarea fácil, sobre todo si se toma en cuenta la ruina en que se encontraba en esos momentos la zona, según se lo había hecho saber su antecesor. No obstante se valió de todos los medios para llevar adelante la gran obra propuesta. No hay duda que usó de sus propias rentas, aquellas que recibía de sus capellanías. Al fin después de cuatro años de trabajos ininterrumpidos, Alvarez de Lugo veía concluida su Iglesia. No cabía de gozo. Desde que el Obispo Madroñero la había mandado a erigir en 1766 habían transcurrido 25 años. El Párroco solicitó de su ya anciano Obispo Martí facultad para bendecir la nueva Iglesia (era la segunda bendición). ¡Con cuánta alegría debió recibir el cansado y anciano Obispo semejante solicitud! Fue esta una de las mejores noticias que el andante Obispo caraqueño recibía antes de morir. Aquella Iglesia que él había visto en 1781, apenas iniciada, estaba al fin concluida. Sus años y achaques no le permitieron trasladarse a Turmero para bendecirla personalmente, por lo que el 14 de Septiembre de 1791 concedió a su querido Párroco las licencias para que él efectuara tan solemne rito. Así lo hizo y conocedor del hecho histórico que hacía asentó en el Libro de Gobierno de su Iglesia:"En virtud de la facultad que me confirió su Señoría Ilustrísima en 14 de Septiembre de 1791, bendije esta Santa Iglesia, el 23 de Octubre del mismo año". Mas no se conformó el celoso y emprendedor Párroco de Turmero en concluir su templo, sino que una vez terminado se preocupó con adornarlo con retablos y adquirir valiosas alhajas de oro y plata, necesarias para la celebración del culto. Muerto en Febrero de 1972 el Obispo Mariano Martí le sucede en la Sede episcopal caraqueña Juan Antonio de la Virgen María y Viana. Hemos tenido la suerte de encontrar, entre el mar de Documentos del Archivo Arquidiocesano de Caracas, algunos legajos que nos muestran el singular afecto que este Obispo profesaba al párroco turmereño. En efecto, el 20 de Junio de 1795 Alvarez de Lugo escribe al Obispo Viana:"Es notorio que en el tiempo que hace sirvo este Curato que lo es desde el año 87, y a expensas de mi celo se ha construido esta Santa Iglesia de mi cargo, de tres naves y de mampostería. Que después de ésto ha sido y es indispensable adornarla y proveerla de todas aquellas alhajas que son necesarias para su aseo, celebración de sus funciones y culto divino". Pedía el sacerdote en esta carta se le autorizara:"A fin de que se digne aprobar todas las alhajas que tengo hechas en el año próximo pasado de 94 y el presente de 95".Corto fue el reinado del Obispo Viana a quien va a suceder Don Francisco de Ibarra, el primer Obispo de Caracas nacido en tierras venezolanas. Una vez más, como queda dicho, cuando el nuevo Obispo se dispuso a buscar un hombre que le sirviera en el difícil manejo de su Capellanía y Secretariado de Cámara, fijó sus ojos en Turmero y allí en su Párroco Juan José Alvarez de Lugo y le llamó a su Palacio. Sucedía esto el mes de Junio de 1799. Doce años largos había servido al Pueblo y Valle de Turmero el celoso sacerdote. Había levantado su Iglesia, la había adornado con artísticos retablos de madera tallada y dorada y la había enriquecido con preciosas alhajas salidas de las manos de los más famosos orfebres caraqueños. Nostalgia debió sentir el Párroco Ilustre al dejar definitivamente su Pueblo. Doce años de su vida joven quedaban allí, y en la Iglesia y sus tesoros, el recuerdo perenne de su paso fecundo por el ubérrimo Valle. En Junio de 1799 se dirigía al Provisor y Vicario de la Diócesis con estas palabras:"Que su Ilustrísima el Obispo mi Señor, se ha dignado nombrarme para su Capellán Secretario de Cámara y como quiera que para desempeñar este cargo me es indispensable residir en esta ciudad y faltar a la debida residencia en el Pueblo de Turmero... desde luego digo de mi propia y expontánea voluntad que hago dimisión y renuncia en toda forma de derecho del citado Beneficio Curado del Pueblo de Turmero..."Antes de trasladarse a Caracas el párroco reunió en su amplio templo a todos los feligreses de su populosa Parroquia. Allí estaban todos aquellos por los que había luchado en defensa de sus derechos, siempre conculcados por los poderosos. Todos habían reconocido en aquel hombre extraordinario su celo por el bien material y espiritual de ellos y sobre todo su admirable espíritu emprendedor y de vencedor de dificultades.

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