LIBRO BREVE O COMPENDIO
COMPENDIADOR LIC. NESTOR GERMAN RODRIGUEZ
OCTUBRE 2017
ACLARATORIA
Esta obra del excelentísimo
Señor Arzobispo Luis María Martínez “LA INTIMIDAD CON JESÚS” tiene dos partes.
Esta primera trata de la unión e intimidad con Jesús mediante el
ejercicio de las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad.
A los fines de nuestro trabajo
citaremos en forma de tips que consideramos interesantes en la lectura, aunque
todo el contenido vale la pena.
EL COMPENDIADOR:
NESTOR GERMAN RODRIGUEZ, es
Licenciado en Administración, nacido en Turmero-Estado Aragua-Venezuela. Fue
gerente y consultor de empresas en su libre ejercicio de la profesión. Tuvo una
participación destacada a nivel internacional, presidiendo un Comité en el
Sistemas Económico Latinoamericano (SELA). Dedicado a la política fue Diputado
Regional en su estado natal; luego fue Diputado ante el Congreso Nacional de
Venezuela. Fue columnista de opinión en la prensa regional. Ha escrito 15
libros cortos de manera digital y más de 50 cuentos infantiles sobre sus
vivencias pueblerinas. Dentro de sus escritos nos encontramos con temas religiosos
como LA CASA DE DIOS, sobre San Benito Abad. IGLESIAS Y CAPILLAS DE MI PUEBLO,
TESTIMONIO DE UN PEREGRINO EN JERUSALEN, y Ahora este compendio del Libro LA INTIMIDAD
CON JESÚS del Arzobispo Luis M. Martínez que se une al de EL ESPÍRITU SANTO.
S.E.R. Luis María Martínez y
Rodríguez fue un obispo mexicano y
Arzobispo Primado de México, trigésimo segundo sucesor de Fray Juan de
Zumárraga y custodio de la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe del
Tepeyac.
Nació el 9 de junio de 1881 en
la Hacienda Molino de Caballeros del Municipio de Epitacio Huerta lo que ahora
es el poblado de San Antonio Molinos en el occidental estado de Michoacán. Fue
hijo de Rosendo Martínez y de Ramona Rodríguez; al morir su padre lo amparó su
tío materno el P. Casimiro Rodríguez. En enero de 1891 ingresó al Seminario
Menor de Morelia. En 1897 pasó al Seminario Mayor.
El 20 de noviembre de 1904,
recibió el Sacramento del Orden con el grado de Presbítero en la Capilla del
Arzobispo, siendo nombrado Profesor del Seminario y poco después Vicerrector,
cargo que desempeñó durante 32 años. Siendo Canónigo de la Catedral de Morelia
fue designado Administrador Apostólico de la Diócesis de Chilapa el 6 de
noviembre de 1922.
Fue consagrado Obispo Auxiliar
de Morelia el 30 de septiembre de 1923. y coadjutor de a misma arquidiócesis el
10 de noviembre de 1934. Tras conocer a la Venerable Sierva de Dios Concepción
Cabrera de Armida, Monseñor Martínez, se une a las Obras de la Cruz, haciendo
votos como Misionero del Espíritu Santo.
Fue electo para guiar la
Arquidiócesis Primada de México el 20 de febrero de 1937, teniendo en cuenta
sus virtudes, gran prudencia y su amistad con la familia del presidente Lázaro
Cárdenas, dada la delicada situación que atravesaba el país, como por ejemplo,
el término de la Segunda (1932-1934) o la continuación de la Guerra Cristera
(1926-1929).2 Ejerció su ministerio con amor, fue un Buen Pastor que supo
conducir su Iglesia con inteligencia y benevolencia logrando la paz hasta su muerte
el 9 de febrero de 1956.
En 1942 apareció en las
primeras escenas de la película mexicana Jesús de Nazareth.
Fue nombrado miembro
correspondiente de Academia Mexicana de la Lengua el 15 de mayo de 1950; pocos
años más tarde fue nombrado miembro de número, tomó posesión de la silla XXIV
el 30 de diciembre de 1953.34 Luis María Martínez era llamado "el santo
del Espíritu Santo"; en el árbol genealógico se encuentra Josefa Martínez
Sámano; luchadora incansable y ejemplo de vida, procreó 6 hijos. Sus restos
reposan en la cripta de los arzobispos de la Catedral Metropolitana de la
Ciudad de México y actualmente se encuentra en proceso de beatificación.
Fuente: Wikipedia
Otras obras de LUIS M MARTINEZ:
El Espíritu Santo, Vida espiritual, El Sacerdote, misterio del amor; Jesús, El
Espíritu Santo y la oración, El camino regla del amor, La pureza en el ciclo
litúrgico y Ven, Jesús.
A
MANERA DE PROLOGO
“En esta época en que tanta
preponderancia se da a todo lo práctico, es muy notable la frecuencia con que
se trata de las virtudes teologales, de la humildad, de la mortificación, de la
obediencia, etc., dominados por la preocupación de ser prácticos. En cambio,
¡que poco se habla de las virtudes teologales y divinas, so pretexto de que son
muy elevadas y de poca utilidad práctica”.
“Este es un error
trascendental. A las virtudes teologales- especialmente la caridad- son como la
sustancia misma de la vida espiritual y la esencia de la perfección; tienen,
por consiguiente, un papel preponderante e insustituible”.
“…las virtudes teologales nos
unen con El (Dios) de una manera positiva y directa”.
“…nada tan práctico para
llegar a la unión e intimidad con Dios como ejercitar las virtudes teologales,
meta de toda la actividad espiritual”.
“Para ayudarnos en esta empresa
capital vienen las páginas de esta primera parte”.
Ediciones ATVDIVM
Madrid
CAPITULO PRIMERO
“La Sagrada Escritura dice en
muchos lugares: “Mi justo vive de fe”. Y en efecto, la vida espiritual, la vida
sobrenatural, es vida de fe”.
“...la fe es el principio y el
fundamento de la vida espiritual…es necesario mirar, a la luz de la fe…”
“..,la fe es algo
indispensable y necesaria”.
“Y así nos imaginamos la fe;
una lucecita vacilante en la noche tan peligrosa y triste de la vida. Pero nos
equivocamos, con la fe lo tenemos todo, porque es, como dice San Pablo, la
sustancia de las cosas que esperamos”.
“No hay intimidad comparable
con la intimidad del Corazón de Jesús”.
“Pero la luz de la fe no
cambia jamás: siempre brilla, sea cual fuere la situación en que nos
encontremos”.
“Esta luz no nos abandona”.
“Jesús se oculta a todo menos
a la fe”.
“…no sabemos, no hemos
aprendido a vivir de fe, es decir, de fe oscura. Porque si a la fe se le pone
algún aditamento proveniente de los dones o de los frutos del Espíritu Santo,
de tal manera que sea muy clara, muy dulce, muy atractiva, entonces sí sabemos
vivir de fe”.
“Donde quiera que Nuestro
Señor se oculte, la fe lo descubre”.
“Esta es precisamente una de
las cosas que se aprenden en las desolaciones, a costa de grandes sacrificios:
a vivir de fe oscura”.
“Necesitamos aprender a vivir de fe oscura”.
CAPITULO II
“…la fe es la única luz que
nos alumbra en este destierro y como en medio de sus sombras, nos da -la
sustancia de las cosas que esperamos-…”.
“Pero la fe, como todo lo que
se recibe en nuestro espíritu, es una semilla que se necesita cultivar y
desarrollar para que florezca y produzca frutos”.
“Por consiguiente, uno de
nuestros principales empeños en el orden espiritual debe ser este, hacer que la
fe produzca en nosotros sus frutos, con la seguridad de que entonces florecerán
en el jardín de nuestra alma todas las virtudes. Porque está escrito que “el
justo vive de fe”.
“…la fe crece y se desarrolla
ejercitándola”.
“Principalmente debemos
ejercitarla en nuestra vida interior, que los antiguos llamaban vida contemplativa”.
“La vida interior debe, pues,
estar fundada en la fe”.
“Los consuelos no se buscan,
se reciben; pero así como se reciben los consuelos, también hay que recibir las
sequedades”.
“La fe es la luz que brilla en
el lugar tenebroso hasta que apunte el día y nazca en los corazones el lucero
de la mañana”.
“En la vida de oración…debemos
ponernos en contacto con Nuestro Señor y entrar en su divina intimidad por la
fe; porque ella es la que nos conduce a esa intimidad y nos descubre todos los
tesoros de su corazón”.
“Creo que Jesús está en el
Sagrario; no le veo, no le oigo, no le siento, no encuentra indicio alguno de
su presencia soberana…; pero, ¡qué importa!; la fe me dice que está ahí, y la
fe me basta”.
“Ejercitemos la fe en nuestra
vida interior, vivamos de fe en medio de las desolaciones y de los
desconsuelos, y veremos que nuestra vida espiritual se estabiliza”.
“…pero cuando vivimos de fe,
nos vamos hasta el fondo (del mar), donde no hay cambios, donde reina la paz”.
“La fe debe ser la vida de
nuestra vida…debe ponerse en la parte superior de nuestro ser…”.
“…La fe debe influir en todos
nuestros actos...”.
“La fe no llega a su
desarrollo pleno, sino cuando ilumina todo nuestro ser y toda nuestra vida”.
”La fe muerta es la que está
separada de la caridad,…la fe viva es la que está unidad a la caridad”.
“la fe viva…es la fe de los
santos, la fe de la que vive el justo”.
“La fe viva y la fe muerta se
podrían comparar a la luz del sol y a la luz de la luna”.
“…la fe viva, un rayo en el
que se funden la luz y el amor, la fuerza y la actividad”.
“…el punto en que se unen los
dones del espíritu santo con la fe es la caridad”.
“Los dones del Espíritu Santo
brotan de la caridad y tienen con ella relaciones estrechísimas, puesto que en
esos dones, me refiero a los dones intelectuales, conocemos porque amamos”.
“Entonces nuestra fe se hace más
viva…porque los dones la hacen más penetrante, más dulce, más clara”.
“…la fe es la que nos debe
conducir en nuestra vida espiritual, es la que debe ser el alma de nuestra vida
interior y el guía de nuestra vida activa”.
“Si queremos distinguir las
distintas etapas de la vida espiritual, las diversas formas de oración que en
esta vida se puede presentar, no tenemos más que seguir la evolución de la fe
en nuestras almas”.
“Al principio, la fe es
vacilante: es la oración imperfecta de los principiantes. A medida que el alma
es fiel a la oración, se va fortaleciendo la fe; el alma se ilumina con la luz
que ésta derrama, y al mismo paso la oración se va haciendo más firme, más
constante, más elevada. En proporción a la fe, va aumentando el amor, y llega
un momento en que la oración ya no es solamente luminosa, sino cálida y afectiva”.
“Después como el calor y la
luz se funden en un rayo sutil, y comienza una nueva etapa, los dones empiezan
a ejercer su influjo en el alma. Ya la luz de la fe no es, simplemente, la que
iluminaba el alma en las primeras etapas de la vida espiritual, sino que tiene
no sé qué acrecentamiento, no sé qué cualidad, no sé qué finura que le comunica
el Espíritu Santo por medio de sus dones”.
“Y como el influjo de estos
dones es múltiple, variadísimo, poco a poco la oración va transformándose. A
veces es dulcísima, luminosa, llena de frescura como el amanecer; a veces es
oscura, es triste como una noche lóbrega”.
“Pero nos engañamos: esas
noches del alma no son como las nuestras, por deficiencia de luz; son noches
por exceso de luz, porque llega al alma una luz nueva y hasta entonces
desconocida”.
“Es así como la fe se puede ir
poco a poco desarrollando en nuestra alma”.
“Esta fe la debemos ejercitar
por la frecuencia de los actos, debe ser una guía constante de nuestra vida…”.
“Al principio no veremos nada;
solo sentiremos la oscuridad y la impotencia; pero, poco a poco, los débiles
ojos de nuestra alma se irán fortificando y aprenderemos una nueva manera de
ver”.
CAPITULO III
“Con todo lo que he dicho
acerca de la fe, ya podemos comprender cómo esta luz del cielo es la que nos
introduce en la intimidad con el Corazón de Jesús y nos descubre sus riquezas
incomparables”.
“Para entrar en este corazón
no hay más que dos caminos: la luz y el amor”.
“Entramos por el camino de la
luz en otro corazón, por la comunión de pensamientos; yo abro mi corazón y digo
mis intimidades a otra persona, y esta, a su vez, me dice las suyas, de manera
que ella penetra en mi corazón y yo penetro en el suyo; hay comunión de
pensamientos, de luz”.
“Que haya nuestros corazones
los mismos sentimientos que en Cristo Jesús”. San Pablo.
“La intimidad con Jesús tiene
por base la fe…”
“…la intimidad con Jesús se
nos ofrece a todos”.
“Pero no ha de ser intimidad como a nosotros se nos
ocurra, sino como a Dios le plazca y al le place de un modo muy distinto del
nuestro”
“Ahora bien: para poder entrar
en la intimidad con Nuestro Señor, necesitamos aprender un lenguaje nuevo, el
lenguaje de los cielos, que al principio nos cuesta un trabajo terrible. De ahí
esa impotencia y esa oscuridad de las desolaciones…pero, poco a poco,…la vamos
aprendiendo, y al cabo de no pocos años de desolación la empezamos a aprender”.
“El secreto: “Jesús es un
Maestro que enseña sin palabras, esto es, su intimidad tiene por base la fe”.
“Si comprendemos el lenguaje
de la fe, si nos ejercitamos en esa virtud y la desarrollamos en nuestras
almas, iremos conociendo todas las intimidades y todos los secretos de Jesús,
como ya lo dije. Pero ha de ser en medio de la oscuridad de la fe”.
“Santa Teresa de Lisieux dice:
“Él es muy lento para decirnos sus pensamientos,…no nos dice todo de una vez,
sino solo lo que actualmente necesitamos”.
“Él es sobrio en su palabras,
porque son profundas y no necesita hablar mucho para enseñar mucho”.
“Dice únicamente lo que es
necesario decir”.
“Nuestro Señor…no abunda en
los superfluo”.
“Basta saber lo necesario,
Nuestro Señor no deja nunca de decírnoslo”.
“¿No nos ha acontecido… que
sin saber cómo, recibimos una luz especial para comprender alguna verdad que
antes no habíamos comprendido?”.
“…Jesús nos revelará sus
secretos a su modo y no al nuestro; y si conocemos su modo y tenemos paciencia,
Nuestro Señor nos revelara los secretos de su corazón”.
“Nos falta paciencia…Paciencia
y más paciencia. Y con mayor razón, cuando Nuestro Señor nos dijo claramente
que para la oración se necesita
perseverancia”.
“¡Ah, y que sabemos! Cuantas
veces cuando nos creemos rechazados, ya llevamos dentro del alma lo que
pedimos”.
“Pero si conocemos el modo de
Dios, si tenemos fe y confianza en Él, si somos fieles en acercarnos a su
corazón divino, tengamos por cierto que entraremos en su intimidad”.
“La fe nos enseña… que Jesús
está en la Eucaristía”.
“La fe nos enseña que Jesús
nos ama con un amor infinito como Dios, con un amor inefable (inexplicable)
como hombre”.
“…la intimidad con Jesús tiene
como base la fe…”
“..,por la fe, entramos en el
Corazón de Jesús, vamos poco a poco conociendo sus secretos…hasta que aparezcan
en nosotros los mismos sentimientos del Corazón de Jesús”.
CAPITULO IV
“Íntimamente unida con la
virtud de la fe está la esperanza,”.
“..La fe es la sustancia de las cosas que esperamos”.
“Y es natural que así sea,
porque la fe nos descubre las cosas celestiales, nos da a conocer a Dios, los
caminos que a Él conducen, y nos introduce en un mundo nuevo, en un mundo
divino. Pero ese mundo divino sería para nosotros un tormento, si no tuviéramos
la seguridad plena de que un día entraremos en él”.
“La esperanza es la que nos da
la santa seguridad de que todos esos
tesoros serán nuestros y que en parte lo son ya”.
“…la esperanza es poco
conocida, poco cultivada, porque las almas no se dan cuenta de su importancia,
de su necesidad…”.
“…sin la esperanza…no
tendríamos la seguridad de gozar algún día de Él…la vida sería para nosotros un
tormento”.
“Pudiera objetarse que no es
necesaria la esperanza en la vida espiritual, porque basta la fe y la caridad”.
Pero, no es así.
“La iglesia ha condenado este error”.
“No sería humano prescindir de
la felicidad, como no sería el que alguno pretendiera, para hacerse santo, no
comer, ni dormir, ni respirar. Será un absurdo”.
“…prescindir de la felicidad
no es posible, porque este anhelo es la base de todos nuestros deseos y de
nuestras aspiraciones”.
“El sentimiento fundamental de
nuestro corazón…es el amor a nuestra felicidad”.
”Por eso, la doctrina que
quiere prescindir del deseo de nuestra felicidad, no es humana…”
“…no podemos prescindir de ser
felices: sería una especie de suicidio”.
“…es indispensable en la vida
cristiana la esperanza…”
“…nuestra felicidad es Dios”.
“El objeto de la esperanza es
Dios”.
CAPITULO V
“La fe nos da a conocer a
Dios; la esperanza nos le hace poseer anticipadamente, en cuanto que nos da la
seguridad de poseerle”.
“…la esperanza…produce en
nosotros la fuerza, el vigor, el entusiasmo, la audacia”.
“…el cristiano que aspira a la
perfección tiene que vencer muchas dificultades…por tanto necesita de audacia,
entusiasmo, vigor indomable”.
“…cuando la virtud de la
esperanza no está bien desarrollada en un alma, acaba esta por ser víctima de
la depresión y del desaliento…”.
“(El desaliento)…es una
tentación frecuente en la vida espiritual que paraliza a innumerables almas”.
“El desaliento es una especie
de parálisis espiritual”.
“Cuando se ha desarrollado (la
esperanza) plenamente en el alma, se acaban las depresiones y los desalientos”.
“Santo Tomás se propone este
problema: la desesperación-uno de los pecados contra la esperanza-, ¿Es el peor
de los pecados?...no es el peor…son los pecados contra la fe- la incredulidad…y
por sobre todo el odio a Dios…”.
“Los
demás pecados llevan al borde del abismo, pero la desesperación nos hunde en
él”.
(Santo Tomás)
“Y es lógico que así sea,
porque cualquier pecado…la esperanza lo cura…pero si la he cerrado….me he
hundido en el abismo”.
“…una de las más terribles y
peligrosas tentaciones en la vida es el desaliento y, sobretodo, la
desesperación”.
“…cuando la virtud de la
esperanza va creciendo en nuestra alma…y la salud espiritual se hace cada vez
mejor”.
“Para las almas que siguen la
espiritualidad de la cruz pienso que con mayor razón la esperanza es una virtud
indispensable…”.
“…por las estrechas relaciones
que la esperanza tiene con el dolor”.
“La esperanza nos da la fuerza
necesaria para soportar el dolor; a su vez, el dolor aviva la esperanza”.
“sufro, luego espero”.
“La paciencia produce la
esperanza”.
“…para sufrir…necesitamos una
salud espiritual robusta…de lo contrario los deprimirá la enfermedad”.
“Y esa salud espiritual la da
la esperanza”.
“La esperanza es la que nos
hace en cierto sentido superiores al dolor; es la que nos consuela, la que
sostiene, la que guía por los ásperos caminos del sufrimiento”.
“El dolor nos aplasta, la
esperanza nos eleva”.
“La esperanza viene a combatir
esa tendencia tan común y tan desastrosa del desaliento…”.
“…la esperanza no se funda …en
nosotros mismos.Es una virtud teologal…Esperamos a Dios y esperemos en Dios”.
“Dios es la fortaleza misma”.
“Si dejáramos de mirarnos a
nosotros mismos y volviéramos nuestros ojos a Dios se acabarían los
desalientos”.
“”…las virtudes teologales
tienen una particularidad muy hermosa; no consisten en el medio:…no puede haber
exceso en ellas”.
“ (en las virtudes
teologales…puedo pecar por defecto, pero nunca por exceso”.
”Porque solo se puede esperar
lo que Dios nos ha prometido; lo que no nos ha prometido no lo podemos
esperar”.
“…si podemos esperar nuestra
salvación(de Dios), porque eso si nos lo ha prometido”.
“Tampoco esperar salvarnos sin
hacer absolutamente nada por nuestra salvación”.
“Debemos esperar contra toda
esperanza”.
“…no nos desesperemos; El
encontrará la manera de cumplir sus promesas”.
“…esta virtud danta de la
esperanza…cultivémosla, pues sin ella no podemos entrar en intimidad con el
Corazón sacratísimo de Jesús”.
“La esperanza nos dirá que
esas virtudes son nuestras, que las podemos trasplantar a nuestro corazón”.
“..al hundirnos en ese océano
de amargura sentiremos la mano celestial de la esperanza…”.
“En el Corazón de Jesús
encontraremos un amor incomparable; y la esperanza nos enseñara que ese amor es
nuestro…”
“…cultivemos la virtud de la .
Ella nos dará vigor y salud
espirituales, ella será nuestro apoyo y nuestro guía en la peregrinación
por este mundo…".
CAPITULO VI
“Para entrar en intimidad con
Jesús se necesitan, sin duda alguna…la fe y la esperanza; pero sobre todo, la
caridad”.
“Esa es la verdadera llave del
Corazón de Jesús, la que nos introduce en ese santuario divino…”.
“Todas las virtudes…se
necesitan para introducirnos en el Corazón de Jesús; perro de todas, la más
excelente, la que les da vida,…es la caridad”.
“…en el Corazón de Jesús no
hay solo amor, porque hay pureza, hay dolor y todo género de virtudes”.
“La iglesia, en las
Letanías…las va describiendo…al proclamar que el Corazón de Jesús es “Fuente de justicia y del amor”. “Paciente y
de mucha misericordia”. “Donde están todos los tesoros de la sabiduría y la
ciencia”. “Lleno de bondad y de amor”.
“Obediente hasta la muerte”. “Abismo de todas las virtudes”.
“Obediente hasta la muerte”. “Abismo de todas las virtudes”.
“…en la cruz del apostolado…no
todo en ese Corazón divino son llamas: hay también lanza, y hay espinas, hay
cruz…”.
“…pero todos tienen una clave,
un sentido, una raíz: todos brotan del amor”.
“En el Corazón de Jesús es el
abismo de todas las virtudes, porque es el horno encendido de la caricia; tiene
lanza, espinas y cruz, porque ama; es una pureza incomparable, porque es el
ánfora (vasija) sagrada del amor”.
“Y sus sufrimientos, hondos, incomprensibles,
inefables, son frutos del amor. Sufre porque ama; la lanza que desgarró su
Corazón no es la del soldado; esa desgarró su corazón de carne; pero su corazón
espiritual, digámoslo así, santuario de su amor fue el amor mismo que lo hizo
estallar”.
“¡Como palidece el símbolo
pagano del amor ante el símbolo cristiano del Corazón de Jesús!”.
“(En el Corazón de Jesús)…se
encuentran los dos amores, el del cielo y el de la tierra; allí se funden, allí
se reducen a misteriosa unidad”.
“El amor de Dios en el Corazón
de Jesús es el amor que desciende desde las alturas de la divinidad, y que
establece su morada en nuestra pobre
naturaleza…”.
“…cuando Dios nos ama por
medio del Corazón de Cristo, sentimos más dulce su amor…”.
“…cuando vimos con nuestros
ojos, y oímos con nuestros oídos, palpamos con nuestras manos al Verbo de la
vida, entonces creímos en la caridad que
Dios nos tiene”.
“Basta que recorramos el
Martirologio cristiano para que encontremos allí multitud de santos que amaron
a Dios con todos los matices del amor…”.
“…allí vemos el amor que se
despoja, el amor que triunfa, el amor que ilumina, el amor que exalta, el amor
que predica, el amor que transforma, el amor que llora, el amor que
sufre…”.
“Nadie de las simples
criaturas ha amado a Dios como la Santísima Virgen; es un amor incomparable…”.
“…ese amor del Corazón de
Jesús, divino y humano, ese amor que es el amor divino que desciende y el
amorhumano que se exalta hasta las alturas de los cielos, ese amor llena por
completo el Corazón de Jesús”.
“…y más, porque el amor en el Corazón de Jesús supera a todos
nuestros sueños”.
“¿Cómo se entra en el amor
sino por el amor mismo?
“…el amor no se puede pagar
sino con amor”.
“…el verdadero específico para
entrar al Corazón de Jesús y para vivir ahí es el amor”.
“…la clave para entrar al
Corazón de Jesús es la caridad”.
“…la caridad son las alas que
nos hacen volar dentro de la morada del corazón de Jesús…”.
“…sin amor no se puede entrar
al Corazón de Jesús, y si entramos…sin caridad, no daríamos un solo paso
absolutamente…”.
CAPITULO VII
“Leamos con atención el Sermón
de la Cena: …Permaneced en MI…permaneced en mi amor…”.
“…nos recomienda la caridad en sus dos aspectos, el amor a
Dios, y el amor al prójimo”.
“San Pablo…afirma que sin ella
(la caridad) todo lo demás nada vale, ni los carismas, ni la pobreza, ni la
limosma, ni el martirio mismo”.
“…y no se puede ir en pos de
Jesús y seguirle, sino por la caridad”.
“…en el dolor está la vida y
la esperanza; pero para que el dolor tenga eficacia, es preciso que esté
penetrado e impregando de amor”.
“La cardad es benigna
,…paciente…no busca lo propio, sino que se congratula con los demás”.
“…el que tiene la caridad
tiene…todas las virtudes”.
“La fe y la esperanza…son
virtudes de destierro, tienen la misión de conducirnos hasta las puertas de la
eternidad; pero ahí se detienen: en el cielo no hay ni fe ni esperanza, solo
caridad, que es una virtud celestial”.
“La caridad no necesita ayuda
de los dones, ella misma es don”.
“La vida cristiana…no es otra
cosa que un misterio de calidad, un misterio de amor”.
“”…la caridad, que es la esencia de la vida
espiritual y de la perfección, es también la esencia de esta vida que queremos
tener en lo íntimo del corazón de Jesús”.
“Son variados los consuelos
que le podemos ofrecer a Nuestro Señor…consuelo del amor, del celo por la
salvación de las almas…y el consuelo de participar de sus sacrificios y de sus
dolores…para estos tres consuelos necesitamos la caridad”.
“Vivir la vida del Corazón de
Jesús es tener el alma llena de caridad, vivir de amor, de amor a Dios, de amor
al prójimo; pero de ese amor perfecto que se llama caridad, que el Espiritu
Santo derrama en nuestros corazones. Eso es vivir en el Corazón de Jesús”.
CAPITULO VIII
“…todo nuestro empeño debe ser
acrecentar en nuestra alma esa virtud divina: amar a Dios más y más cada día y
amar a nuestro prójimo cada vez con una perfección mayor”.
“…si andamos buscando la
felicidad sin encontrarla, es porque no nos entregamos al amor sin reserva. Nuestra felicidad es el
amor”.
“Para amar necesitamos hacer
esfuerzos, necesitamos arrojar de nuestro corazón todos los huéspedes extraños
y hasta arrojarnos…a nosotros mismos”.
“No queremos sacrificarnos,
porque nos parece que que, si hacemos esos sacrificios, perdemos nuestra
felicidad; y, sin embargo, sucede todo lo contrario”.
“Por consiguiente, tenemos
necesidad de amar a Dios, de amarle plenamente, de amarle sin vacilaciones y
sin reservas”.
“Cueste lo que cueste, suceda
lo que sucediere, es preciso que yo ame a Dios y que lo ame con todo mi
corazón”. San Agustín.
“Pero, hay otro motivo, si se
quiere más poderoso…los deseos de Jesús, los deseos ardientes de su corazón”.
“El amor que no desea el amor
de ser amado, no es amor”.
“En el fondo de esa
impaciencia de sufrir, lo que había en el corazón de Jesús era la impaciencia de
conquistar nuestro corazón”.
“ !Tened compasión de Jesús ,
que siente en lo profundo de sus entrañas esa sed inmensa de amor”.
“…nuestro Señor no nos pide ni
fuerza, ni sabiduría, ni riqueza: no nos pide más que una sola cosa: nos pide
amor”.
“Para amar a Nuestro Señor, se
necesita una sola cosa: querer”.
“Entreguémosle una vez más a
Dios nuestro corazón y entreguémosle sin reservas, sin condiciones”.
“Si Dios es amor y la cosas
más semejante a Dios que hay en la tierra es el amor, es la caridad; conquistar
este don preciosismo es poseer la santa, la amorosa, la divina impaciencia del
Corazón de Jesús”.
“Vivir en el Corazón de Jesús
es, pues, vivir de amor, es entregarle al Señor, nuestro corazón entero y
después vivir de nuestra donación”.
CAPITULO IX
“…necesitamos tenerla (La
Caridad), no de una manera circunstancial y efímera, sino de una manera
profunda y estable”.
“…el amor de Dios con frecuencia no lo sentimos, pero
en no sentirlo no quiere decir que no lo tengamos; podemos tenerlo, aún muy
perfecto, sin sentirlo…”.
“El apóstol San Juan nos da a
entender cuando dice: -Si no amamos al prójimo, que vemos,¿ Como podremos amar
a Dios que no vemos-“.
“Una señal inequívoca, un
indicio seguro, una verdadera radiografía de nuestra caridad es el amor al
prójimo”.
“…Nuestro Señor mismo nos dio
esta regla…, nos dijo: ..Os améis los unos a los otros”.
“…para amar a Nuestro Señor
como es debido debemos amarle de una manera integral”.
Si una persona amara a otra,
pero le repugnara algún defecto suyo…aquel amor sería deficiente, no tendría
toda su plenitud, porque el amor debe ser total…”
“ Si hago excepciones, si hay
prójimos a los que no amo, -la caridad de
Dios no prevalecerá en nosotros- según la expresión de San Juan”.
“Pero me apresuro a poner
algunas reservas, porque son indispensables”.
Pero el hecho de sentir
dificultades y repugnancias en nuestro amor al prójimo no arguye que nuestra
caridad para con él sea deficiente, ni, por tanto nuestra caridad para con
Dios”.
“Veo en este prójimo a Jesús,
no por lo que aquel tiene en la
superficie, sino por lo que tiene en el fondo. Este prójimo tiene la imagen de
Dios de su alma…”.
“…hay un enlace estrechísimo
entre la caridad de Dios y la caridad al prójimo y como esta que se ve es un
indicio para juzgar la otra que no se ve”.
CAPITULO X
“…la caridad debe movernos a
hacer el bien al prójimo, todo el bien que podamos, y con la delicadeza y la
ternura con que Nuestro Señor nos colma de bienes”.
“El nos ama con todo el
corazón, y nosotros amamos al prójimo con una porción…”.
“¿Cómo nos ama Jesús?
Perdonando todas nuestras faltas, cubriendo todas nuestras miserias,
condescendiendo santamente con todas nuestras fragilidades”.
“Nuestro Señor nos puso esta
regle muy claramente en el Padrenuestro: Perdónanos nuestras deudas, como
nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
“…la fe nos dice que el
prójimo es Jesús”.
“…en verdad os digo: todo lo que hiciereis al mas pequeño de los
hombres, a Mi me lo hacéis”.
“La caridad para con el
prójimo exige…el sacrificio de nuestra propia vida”.
“¿Cómo nos ama Jesús? Con
abnegación hasta el sacrificio. Con una delicadeza incomparable".
“La caridad para con el prójimo
no debe ser fría, ceremoniosa, oficial…tiene que ser ardiente, tan tierno, tan ingenioso,
tan sacrificado, que sea un trasunto (imitación) del amor que Jesús nos tiene”.
“…amando al prójimo amaremos a
Jesús; amando a Jesús viviremos en su corazón y allí encontraremos la paz y la
felicidad en la vida presente y futura”.
CAPITULO XI
“Amar es querer el bien para
alguno, según el bien que queramos para quien amamos, así se caracteriza
nuestro amor”.
“…si Dios quiere para nosotros
bienes de la tierra, como salud, "fortuna, afectos, etc.., solo los quiere
en cuanto estén encadenados con nuestro bien supremo; porque lo que Él quiere
absolutamente es nuestra santificación…”.
“…muchas veces pedimos a Dios
bienes temporales, y y aún espirituales no necesarios, y no lo conseguimos
porque la oración no se eficaz ni porque Él no quiera darnos todo géneros de
bienes, sino porque esos que le pedimos no están coordinados con nuestro bien
supremo”.
“La caridad, al contrario, es
un amor viril, fuerte, heroico, semejante al amor del Padre que sacrificó a su
propio hijo; al amor de la Santísima Virgen, que ofreció el sacrificio de Jesús
y consintió en El. ¿Porqué es así? Porque busca el verdadero bien de las almas,
que es su santificación”.
“…el bien del prójimo se
confunde con el bien de Jesús, el bien de prójimo es que sea Jesús, el bien de Jesús es
realizar su misterio en el prójimo”.
“Amar al prójimo es amar a
Jesucristo. Tener celo por la salvación de las almas es consolar a Jesús”.
CAPITULO XII
“…no se puede hablar de
caridad, sin hablar de sacrificio; porque el sacrificio es el complemento
natural del amor…”.
“Pero si para conseguir ese
gozo Nuestro Señor eligió un instrumento especial, la cruz, no tenemos que
andar buscando otros instrumentos para ayudarle a realizar su empresa”.
“…en todas las etapas de la vida espiritual…la cruz es el camino
que nos conduce al cielo, el instrumento de nuestra santificación, el arma con
que hemos de conquistar el reino de Dios”.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, tome su cruz y sígame”.
“…las cruces mejores son las
más pesadas, las más dolorosas, hasta que llegue la última, la definitiva, la
cruz del Corazón de Jesús”.
“…la cruz nos sirve para
purificarnos, para quitar nuestros defectos”.
“…para purificar el corazón se
necesita el sacrificio”.
“También se necesita para
practicar las virtudes que van purificando las distintas regiones de nuestro
ser”.
“…pero llegados a cierta
época, viene una purificación más íntima que no nos hacemos nosotros, que la
hace el espíritu santo por una cruz más íntima y más dolorosa”.
“Y hay la ventaja que si una
cruz no nos ilumina, Nuestro Señor nos mandará otra; pero a fuerza de cruces es
como nuestro espíritu llega a iluminarse”.
“La cruz es indispensable para
nuestra unión con Dios…en la cruz es donde encontramos a Cristo”.
“…el camino hacia la unión es
áspero, tortuoso, sembrado de espinas; es un verdadero túnel oscuro, frio,
desolado; por allí es por donde el alma llega al palacio del gran Rey…”.
“…en el divino es imposible
amar a Jesús sin sufrir. El amor produce sufrimiento y el sufrimiento
acrecienta el amor…”.
“…para encontrar la dulzura
del amor es necesario pasar por la amargura del dolor. Por ese Corazón se va al
cielo; pero para llegar al cielo es preciso pasar antes por una escalera de
dolores misteriosos, por la cruz intima que es lo supremo de los dolores del
Corazón de Jesús”.
“En resumen: el alma lleva la
cruz, primero para purificarse; después, para iluminarse, y finalmente, para
unirse”.
“Además del dolor que purifica
y del dolor que ilumina y del dolor que une, hay el dolor que transforma”.
“…la transformación es el
triunfo definitivo de Jesús, es la realización integra del misterio de Cristo
en un alma…”.
“Todavía hay otro dolor, el
dolor fecundo, el dolor que redime, el dolor que brota del Corazón de Jesús y se
convierte en raudales de gracia y de pureza que vivifican al mundo”.
CAPITULO XIII
“La mayor parte de estos
sufrimientos son para nuestro bien, para nuestra santificación”.
“…pero hay una-el que está en
la cumbre, el que no es humano, sino divino, el que no es nuestro, sino de
Jesús- del cual participamos para consolarle y para hacer bien a las almas”.
“Si contempláramos con luz
divina el Corazón de Jesús, veríamos que ee corazón está henchido de un amor
inmenso y de un dolor inenarrable, y que de tal manera se confunden el él el
dolor y el amor…”.
“Lo primero que debemos
considerar en esos dolores internos de Nuestro Señor es que allí, en su
corazón, estaban acumulados todos nuestros dolores…”.
“…es natural que no podamos
sufrir sin que Él sufra, que ninguno pueda escandalizarse sin que Él sienta
arder sus entrañas, según la expresión del Apóstol”.
“…ninguna de las cosas que
sufrimos las dejo de sufrir Jesús…”.
“Nunca estamos solos cuando
sufrimos, siempre sufre con nosotros Jesús…”.
“cuando sufrimos hay siempre
alguien que sufre con nosotros, hay siempre alguien quien nos consuela; es
Jesús”.
“Pero Jesús no solamente
llevaba en su corazón todos nuestros dolores, sino que llevaba todos nuestros
pecados”.
“”¡Qué pena tan honda llevaría
Jesús durante su vida mortal en su alma por la ingratitud de los hombres”!
“Jesús lleva en su corazón el
dolor inmenso de todas las traiciones, de todas las perfidias, especialmente
las traiciones de las almas consagradas”.
“Y que se digne recibir
nuestros pobres consuelos y que algún día permita que, participando de esos
dolores internos de su corazón, podamos brindarle un consuelo más íntimo, un
consuelo más dulce…”.
CAPITULO XIV
“Bien podemos decirla a Jesús:
“Señor, mira la serie de actos que constituyen mi vida espiritual, mis escasas
virtudes, mis actos de amor, aunque sean exiguos, mis sacrificios todos, son
para consolarte. Quiero darles esa intención y estoy seguro de que te
consolarás cuando veas que hago estas cosas por tu amor y por el deseo de
consolarte”.
“Señor yo te ofrezco ahora
éste; …procuraré mañana ofrecerte algo mejor; por ahora te doy lo que tengo;
eso sí , te lo doy con todo mi corazón”.
CAPITULO XV
“Otro modo más adecuado y como
específico de consolar los dolores internos del Corazón de Jesús es conocerlos
y sentirlos en cierta manera en nuestro corazón”.
“…San Pablo…le pide al Padre
celestial que los fieles sean corroborados por el Espíritu Santo en el hombre
interior, que Cristo habite en ellos por la fe, que sean arraigados y afirmados
en la caridad…”.
“Tiene la fe, por la fe puede
conocer muchas cosas…”.
“La fe nos da…la sustancia de
las cosas que esperamos…nos da los conocimientos no solo los que tienen los
santos de la tierra, sino los que tienen los bienaventurados en el cielo…”.
“Es imposible que no nos demos
cuenta de lo que sufrió Nuestro Señor sin que sintamos compasión en nuestra
alma…entonces participamos ya de esos dolores de Jesús”.
“Si la fe se va haciendo en
nosotros más intensa, si nuestra alma va siendo una más perfecta vida interior,
poco a poco vamos conociendo mejor esos
dolores…”.
“Y a medida que vaya creciendo
nuestro conocimiento, ira también creciendo nuestra compasión y nuestro amor, e irá siendo
más perfecto nuestro consuelo”.
“Si Dios es servido de que lleguemos
a la cumbre, allá encontraremos el conocimiento más profundo y la mejor
participación de los dolores íntimos de Nuestro Señor”.
“…ese conocimiento…es por una
dulce y sabrosa experiencia…aunque es amarguísima, aunque es dolorísima, porque
siempre es dulce saborear la amargura del Corazón de Jesús”.
“Cuando el alma está unida íntimamente
con Jesús…cuando escuchamos en lo íntimo de nuestro ser los latidos del Corazón
de Nuestro Señor…es natural que podamos conocer …sus dolores internos”.
“…todo dolor nace de la luz,
sufrimos porque conocemos”.
“En Nuestro Señor esos dolores
intensísimos…se los producía la luz clarísima del cielo con que veía lo que es
el pecado…Pero esa luz ¿de dónde venía? Le venía de los dones del Espíritu
Santo”.
“…cuando los dones del
Espíritu Santo han alcanzado en nosotros su perfecto desarrollo…la luz intensa
de esos dones ilumina el pecado…y vemos el abismo del pecado…”.
“Pero es preciso que en donde
estemos, procuremos conocer los dolores internos de Jesús y consolarlos”.
“…cualquiera que sea la etapa
de nuestra vida espiritual, procuremos meditar, ahondar los dolores íntimos
deajaesús, procuremos compadecerle y consolarle…y luego suspiremos por las
alturas y preparémonos para ellas”.
“Cómo nos preparamos para la
cruz interior?
Lo he dicho en todos los
capítulos anteriores: que el Espíritu
Santo corrobore nuestras almas en el hombre interior, que Cristo habite por la
fe en nuestros corazones, que estemos arraigados y fundados en la caridad, para
que podamos comprender la latitud y la longitud y lo profundo y los sublime y
conocer la caridad de cristo, que está por encima de toda ciencia”.
“…conozcamos los dolores íntimos
de Jesús y consolémosle…pidamos, si Dios así lo tiene determinado que nos dé un
conocimiento más profundo de los dolores internos de Jesús. Y preparémonos para
ser capaces de comprender esos dolores y consolarlos…cuanto aceptando y
llevando de la mejor manera nuestra cruz de cada etapa, nuestra cruz de cada
día”.
FIN
1 comentario:
La fotografía del obispo que aparece en esta publicación no pertenece a Monseñor Luis María Martinez y Rodríguez
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