sábado, 21 de octubre de 2017

LA INTIMIDAD CON JESUS - LUIS MARÍA MARTÍNEZ - COMPENDIADOR NESTOR GERMAN RODRIGUEZ



LIBRO BREVE O COMPENDIO
COMPENDIADOR LIC. NESTOR GERMAN RODRIGUEZ
OCTUBRE 2017



ACLARATORIA
Esta obra del excelentísimo Señor Arzobispo Luis María Martínez “LA INTIMIDAD CON JESÚS” tiene dos partes. Esta primera trata de la unión e intimidad con Jesús mediante el ejercicio de las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. 
A los fines de nuestro trabajo citaremos en forma de tips que consideramos interesantes en la lectura, aunque todo el contenido vale la pena.





EL COMPENDIADOR:

NESTOR GERMAN RODRIGUEZ, es Licenciado en Administración, nacido en Turmero-Estado Aragua-Venezuela. Fue gerente y consultor de empresas en su libre ejercicio de la profesión. Tuvo una participación destacada a nivel internacional, presidiendo un Comité en el Sistemas Económico Latinoamericano (SELA). Dedicado a la política fue Diputado Regional en su estado natal; luego fue Diputado ante el Congreso Nacional de Venezuela. Fue columnista de opinión en la prensa regional. Ha escrito 15 libros cortos de manera digital y más de 50 cuentos infantiles sobre sus vivencias pueblerinas. Dentro de sus escritos nos encontramos con temas religiosos como LA CASA DE DIOS, sobre San Benito Abad. IGLESIAS Y CAPILLAS DE MI PUEBLO, TESTIMONIO DE UN PEREGRINO EN JERUSALEN, y  Ahora este compendio del Libro LA INTIMIDAD CON JESÚS del Arzobispo Luis M. Martínez que se une al de EL ESPÍRITU SANTO. 



EL PERSONAJE


S.E.R. Luis María Martínez y Rodríguez        fue un obispo mexicano y Arzobispo Primado de México, trigésimo segundo sucesor de Fray Juan de Zumárraga y custodio de la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe del Tepeyac.
Nació el 9 de junio de 1881 en la Hacienda Molino de Caballeros del Municipio de Epitacio Huerta lo que ahora es el poblado de San Antonio Molinos en el occidental estado de Michoacán. Fue hijo de Rosendo Martínez y de Ramona Rodríguez; al morir su padre lo amparó su tío materno el P. Casimiro Rodríguez. En enero de 1891 ingresó al Seminario Menor de Morelia. En 1897 pasó al Seminario Mayor.
El 20 de noviembre de 1904, recibió el Sacramento del Orden con el grado de Presbítero en la Capilla del Arzobispo, siendo nombrado Profesor del Seminario y poco después Vicerrector, cargo que desempeñó durante 32 años. Siendo Canónigo de la Catedral de Morelia fue designado Administrador Apostólico de la Diócesis de Chilapa el 6 de noviembre de 1922.
Fue consagrado Obispo Auxiliar de Morelia el 30 de septiembre de 1923. y coadjutor de a misma arquidiócesis el 10 de noviembre de 1934. Tras conocer a la Venerable Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida, Monseñor Martínez, se une a las Obras de la Cruz, haciendo votos como Misionero del Espíritu Santo.
Fue electo para guiar la Arquidiócesis Primada de México el 20 de febrero de 1937, teniendo en cuenta sus virtudes, gran prudencia y su amistad con la familia del presidente Lázaro Cárdenas, dada la delicada situación que atravesaba el país, como por ejemplo, el término de la Segunda (1932-1934) o la continuación de la Guerra Cristera (1926-1929).2​ Ejerció su ministerio con amor, fue un Buen Pastor que supo conducir su Iglesia con inteligencia y benevolencia logrando la paz hasta su muerte el 9 de febrero de 1956.
En 1942 apareció en las primeras escenas de la película mexicana Jesús de Nazareth.
Fue nombrado miembro correspondiente de Academia Mexicana de la Lengua el 15 de mayo de 1950; pocos años más tarde fue nombrado miembro de número, tomó posesión de la silla XXIV el 30 de diciembre de 1953.3​4​ Luis María Martínez era llamado "el santo del Espíritu Santo"; en el árbol genealógico se encuentra Josefa Martínez Sámano; luchadora incansable y ejemplo de vida, procreó 6 hijos. Sus restos reposan en la cripta de los arzobispos de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y actualmente se encuentra en proceso de beatificación.
Fuente: Wikipedia
Otras obras de LUIS M MARTINEZ: El Espíritu Santo, Vida espiritual, El Sacerdote, misterio del amor; Jesús, El Espíritu Santo y la oración, El camino regla del amor, La pureza en el ciclo litúrgico y Ven, Jesús.


A MANERA DE PROLOGO

“En esta época en que tanta preponderancia se da a todo lo práctico, es muy notable la frecuencia con que se trata de las virtudes teologales, de la humildad, de la mortificación, de la obediencia, etc., dominados por la preocupación de ser prácticos. En cambio, ¡que poco se habla de las virtudes teologales y divinas, so pretexto de que son muy elevadas y de poca utilidad práctica”.
“Este es un error trascendental. A las virtudes teologales- especialmente la caridad- son como la sustancia misma de la vida espiritual y la esencia de la perfección; tienen, por consiguiente, un papel preponderante e insustituible”.
“…las virtudes teologales nos unen con El (Dios) de una manera positiva y directa”.
“…nada tan práctico para llegar a la unión e intimidad con Dios como ejercitar las virtudes teologales, meta de toda la actividad espiritual”.
“Para ayudarnos en esta empresa capital vienen las páginas de esta primera parte”.
Ediciones ATVDIVM
Madrid


CAPITULO PRIMERO
IMPORTANCIA TRASCENDENTAL DE LA VIDA DE FE



“La Sagrada Escritura dice en muchos lugares: “Mi justo vive de fe”. Y en efecto, la vida espiritual, la vida sobrenatural, es vida de fe”.

“...la fe es el principio y el fundamento de la vida espiritual…es necesario mirar, a la luz de la fe…”

“..,la fe es algo indispensable y necesaria”.

“Y así nos imaginamos la fe; una lucecita vacilante en la noche tan peligrosa y triste de la vida. Pero nos equivocamos, con la fe lo tenemos todo, porque es, como dice San Pablo, la sustancia de las cosas que esperamos”.

“No hay intimidad comparable con la intimidad del Corazón de Jesús”.

“Pero la luz de la fe no cambia jamás: siempre brilla, sea cual fuere la situación en que nos encontremos”.

“Esta luz no nos abandona”.

“Jesús se oculta a todo menos a la fe”.

“…no sabemos, no hemos aprendido a vivir de fe, es decir, de fe oscura. Porque si a la fe se le pone algún aditamento proveniente de los dones o de los frutos del Espíritu Santo, de tal manera que sea muy clara, muy dulce, muy atractiva, entonces sí sabemos vivir de fe”.

“Donde quiera que Nuestro Señor se oculte, la fe lo descubre”.

“Esta es precisamente una de las cosas que se aprenden en las desolaciones, a costa de grandes sacrificios: a vivir de fe oscura”.

“Necesitamos  aprender a vivir de fe oscura”.

CAPITULO II
NECESIDAD DE CULTIVAR LA VIDA DE FE




“…la fe es la única luz que nos alumbra en este destierro y como en medio de sus sombras, nos da -la sustancia de las cosas que esperamos-…”.

“Pero la fe, como todo lo que se recibe en nuestro espíritu, es una semilla que se necesita cultivar y desarrollar para que florezca y produzca frutos”.

“Por consiguiente, uno de nuestros principales empeños en el orden espiritual debe ser este, hacer que la fe produzca en nosotros sus frutos, con la seguridad de que entonces florecerán en el jardín de nuestra alma todas las virtudes. Porque está escrito que “el justo vive de fe”.

“…la fe crece y se desarrolla ejercitándola”.

“Principalmente debemos ejercitarla en nuestra vida interior, que los antiguos llamaban vida contemplativa”.

“La vida interior debe, pues, estar fundada en la fe”.

“Los consuelos no se buscan, se reciben; pero así como se reciben los consuelos, también hay que recibir las sequedades”.

“La fe es la luz que brilla en el lugar tenebroso hasta que apunte el día y nazca en los corazones el lucero de la mañana”.

“En la vida de oración…debemos ponernos en contacto con Nuestro Señor y entrar en su divina intimidad por la fe; porque ella es la que nos conduce a esa intimidad y nos descubre todos los tesoros de su corazón”.

“Creo que Jesús está en el Sagrario; no le veo, no le oigo, no le siento, no encuentra indicio alguno de su presencia soberana…; pero, ¡qué importa!; la fe me dice que está ahí, y la fe me basta”.

“Ejercitemos la fe en nuestra vida interior, vivamos de fe en medio de las desolaciones y de los desconsuelos, y veremos que nuestra vida espiritual se estabiliza”.

“…pero cuando vivimos de fe, nos vamos hasta el fondo (del mar), donde no hay cambios, donde reina la paz”.

“La fe debe ser la vida de nuestra vida…debe ponerse en la parte superior de nuestro ser…”.

“…La fe debe influir en todos nuestros actos...”.

“La fe no llega a su desarrollo pleno, sino cuando ilumina todo nuestro ser y toda nuestra vida”.

”La fe muerta es la que está separada de la caridad,…la fe viva es la que está unidad a la caridad”.

“la fe viva…es la fe de los santos, la fe de la que vive el justo”.

“La fe viva y la fe muerta se podrían comparar a la luz del sol y a la luz de la luna”.

“…la fe viva, un rayo en el que se funden la luz y el amor, la fuerza y la actividad”.

“…el punto en que se unen los dones del espíritu santo con la fe es la caridad”.

“Los dones del Espíritu Santo brotan de la caridad y tienen con ella relaciones estrechísimas, puesto que en esos dones, me refiero a los dones intelectuales, conocemos porque amamos”.

“Entonces nuestra fe se hace más viva…porque los dones la hacen más penetrante, más dulce, más clara”.

“…la fe es la que nos debe conducir en nuestra vida espiritual, es la que debe ser el alma de nuestra vida interior y el guía de nuestra vida activa”.

“Si queremos distinguir las distintas etapas de la vida espiritual, las diversas formas de oración que en esta vida se puede presentar, no tenemos más que seguir la evolución de la fe en nuestras almas”.

“Al principio, la fe es vacilante: es la oración imperfecta de los principiantes. A medida que el alma es fiel a la oración, se va fortaleciendo la fe; el alma se ilumina con la luz que ésta derrama, y al mismo paso la oración se va haciendo más firme, más constante, más elevada. En proporción a la fe, va aumentando el amor, y llega un momento en que la oración ya no es solamente luminosa, sino cálida y afectiva”.

“Después como el calor y la luz se funden en un rayo sutil, y comienza una nueva etapa, los dones empiezan a ejercer su influjo en el alma. Ya la luz de la fe no es, simplemente, la que iluminaba el alma en las primeras etapas de la vida espiritual, sino que tiene no sé qué acrecentamiento, no sé qué cualidad, no sé qué finura que le comunica el Espíritu Santo por medio de sus dones”.

“Y como el influjo de estos dones es múltiple, variadísimo, poco a poco la oración va transformándose. A veces es dulcísima, luminosa, llena de frescura como el amanecer; a veces es oscura, es triste como una noche lóbrega”.

“Pero nos engañamos: esas noches del alma no son como las nuestras, por deficiencia de luz; son noches por exceso de luz, porque llega al alma una luz nueva y hasta entonces desconocida”.
“Es así como la fe se puede ir poco a poco desarrollando en nuestra alma”.

“Esta fe la debemos ejercitar por la frecuencia de los actos, debe ser una guía constante de nuestra vida…”.

“Al principio no veremos nada; solo sentiremos la oscuridad y la impotencia; pero, poco a poco, los débiles ojos de nuestra alma se irán fortificando y aprenderemos una nueva manera de ver”.


CAPITULO III
LA INTIMIDAD CON JESUS NACE DE LA VIDA DE FE




“Con todo lo que he dicho acerca de la fe, ya podemos comprender cómo esta luz del cielo es la que nos introduce en la intimidad con el Corazón de Jesús y nos descubre sus riquezas incomparables”.

“Para entrar en este corazón no hay más que dos caminos: la luz y el amor”.

“Entramos por el camino de la luz en otro corazón, por la comunión de pensamientos; yo abro mi corazón y digo mis intimidades a otra persona, y esta, a su vez, me dice las suyas, de manera que ella penetra en mi corazón y yo penetro en el suyo; hay comunión de pensamientos, de luz”.

“Que haya nuestros corazones los mismos sentimientos que en Cristo Jesús”. San Pablo.

“La intimidad con Jesús tiene por base la fe…”

“…la intimidad con Jesús se nos ofrece a todos”.

“Pero  no ha de ser intimidad como a nosotros se nos ocurra, sino como a Dios le plazca y al le place de un modo muy distinto del nuestro”

“Ahora bien: para poder entrar en la intimidad con Nuestro Señor, necesitamos aprender un lenguaje nuevo, el lenguaje de los cielos, que al principio nos cuesta un trabajo terrible. De ahí esa impotencia y esa oscuridad de las desolaciones…pero, poco a poco,…la vamos aprendiendo, y al cabo de no pocos años de desolación la empezamos a aprender”.

“El secreto: “Jesús es un Maestro que enseña sin palabras, esto es, su intimidad tiene por base la fe”.

“Si comprendemos el lenguaje de la fe, si nos ejercitamos en esa virtud y la desarrollamos en nuestras almas, iremos conociendo todas las intimidades y todos los secretos de Jesús, como ya lo dije. Pero ha de ser en medio de la oscuridad de la fe”.

“Santa Teresa de Lisieux dice: “Él es muy lento para decirnos sus pensamientos,…no nos dice todo de una vez, sino solo lo que actualmente necesitamos”.

“Él es sobrio en su palabras, porque son profundas y no necesita hablar mucho para enseñar mucho”.

“Dice únicamente lo que es necesario decir”.

“Nuestro Señor…no abunda en los superfluo”.

“Basta saber lo necesario, Nuestro Señor no deja nunca de decírnoslo”.

“¿No nos ha acontecido… que sin saber cómo, recibimos una luz especial para comprender alguna verdad que antes no habíamos comprendido?”.

“…Jesús nos revelará sus secretos a su modo y no al nuestro; y si conocemos su modo y tenemos paciencia, Nuestro Señor nos revelara los secretos de su corazón”.

“Nos falta paciencia…Paciencia y más paciencia. Y con mayor razón, cuando Nuestro Señor nos dijo claramente que para la oración  se necesita perseverancia”.

“¡Ah, y que sabemos! Cuantas veces cuando nos creemos rechazados, ya llevamos dentro del alma lo que pedimos”.

“Pero si conocemos el modo de Dios, si tenemos fe y confianza en Él, si somos fieles en acercarnos a su corazón divino, tengamos por cierto que entraremos en su intimidad”.

“La fe nos enseña… que Jesús está en la Eucaristía”.

“La fe nos enseña que Jesús nos ama con un amor infinito como Dios, con un amor inefable (inexplicable) como hombre”.
“…la intimidad con Jesús tiene como base la fe…”

“..,por la fe, entramos en el Corazón de Jesús, vamos poco a poco conociendo sus secretos…hasta que aparezcan en nosotros los mismos sentimientos del Corazón de Jesús”.

CAPITULO IV
ES NECESARIO VIVIR DE ESPERANZA




“Íntimamente unida con la virtud de la fe está la esperanza,”.

“..La fe es la sustancia de las cosas que esperamos”.

“Y es natural que así sea, porque la fe nos descubre las cosas celestiales, nos da a conocer a Dios, los caminos que a Él conducen, y nos introduce en un mundo nuevo, en un mundo divino. Pero ese mundo divino sería para nosotros un tormento, si no tuviéramos la seguridad plena de que un día entraremos en él”.

“La esperanza es la que nos da la santa seguridad  de que todos esos tesoros serán nuestros y que en parte lo son ya”.

“…la esperanza es poco conocida, poco cultivada, porque las almas no se dan cuenta de su importancia, de su necesidad…”.

“…sin la esperanza…no tendríamos la seguridad de gozar algún día de Él…la vida sería para nosotros un tormento”.

“Pudiera objetarse que no es necesaria la esperanza en la vida espiritual, porque basta la fe y la caridad”. Pero, no es así.
 “La iglesia ha condenado este error”.

“No sería humano prescindir de la felicidad, como no sería el que alguno pretendiera, para hacerse santo, no comer, ni dormir, ni respirar. Será un absurdo”.

“…prescindir de la felicidad no es posible, porque este anhelo es la base de todos nuestros deseos y de nuestras aspiraciones”.

“El sentimiento fundamental de nuestro corazón…es el amor a nuestra felicidad”.

”Por eso, la doctrina que quiere prescindir del deseo de nuestra felicidad, no es humana…”

“…no podemos prescindir de ser felices: sería una especie de suicidio”.

“…es indispensable en la vida cristiana la esperanza…”

“…nuestra felicidad es Dios”.

“El objeto de la esperanza es Dios”.

CAPITULO V
EL OPTIMISMO CRISTIANO NACE DE LA ESPERANZA



“La fe nos da a conocer a Dios; la esperanza nos le hace poseer anticipadamente, en cuanto que nos da la seguridad de poseerle”.

“…la esperanza…produce en nosotros la fuerza, el vigor, el entusiasmo, la audacia”.

“…el cristiano que aspira a la perfección tiene que vencer muchas dificultades…por tanto necesita de audacia, entusiasmo, vigor indomable”.

“…cuando la virtud de la esperanza no está bien desarrollada en un alma, acaba esta por ser víctima de la depresión y del desaliento…”.

“(El desaliento)…es una tentación frecuente en la vida espiritual que paraliza a innumerables almas”.

“El desaliento es una especie de parálisis espiritual”.

“Cuando se ha desarrollado (la esperanza) plenamente en el alma, se acaban las depresiones y los desalientos”.

“Santo Tomás se propone este problema: la desesperación-uno de los pecados contra la esperanza-, ¿Es el peor de los pecados?...no es el peor…son los pecados contra la fe- la incredulidad…y por sobre todo el odio a Dios…”.

“Los demás pecados llevan al borde del abismo, pero la desesperación nos hunde en él”. (Santo Tomás)

“Y es lógico que así sea, porque cualquier pecado…la esperanza lo cura…pero si la he cerrado….me he hundido en el abismo”.

“…una de las más terribles y peligrosas tentaciones en la vida es el desaliento y, sobretodo, la desesperación”.

“…cuando la virtud de la esperanza va creciendo en nuestra alma…y la salud espiritual se hace cada vez mejor”.

“Para las almas que siguen la espiritualidad de la cruz pienso que con mayor razón la esperanza es una virtud indispensable…”.

“…por las estrechas relaciones que la esperanza tiene con el dolor”.

“La esperanza nos da la fuerza necesaria para soportar el dolor; a su vez, el dolor aviva la esperanza”.

“sufro, luego espero”.

“La paciencia produce la esperanza”.

“…para sufrir…necesitamos una salud espiritual robusta…de lo contrario los deprimirá la enfermedad”.

“Y esa salud espiritual la da la esperanza”.

“La esperanza es la que nos hace en cierto sentido superiores al dolor; es la que nos consuela, la que sostiene, la que guía por los ásperos caminos del sufrimiento”.

“El dolor nos aplasta, la esperanza nos eleva”.

“La esperanza viene a combatir esa tendencia tan común y tan desastrosa del desaliento…”.

“…la esperanza no se funda …en nosotros mismos.Es una virtud teologal…Esperamos a Dios y esperemos en Dios”.

“Dios es la fortaleza misma”.

“Si dejáramos de mirarnos a nosotros mismos y volviéramos nuestros ojos a Dios se acabarían los desalientos”.

“”…las virtudes teologales tienen una particularidad muy hermosa; no consisten en el medio:…no puede haber exceso en ellas”.

“ (en las virtudes teologales…puedo pecar por defecto, pero nunca por exceso”.

”Porque solo se puede esperar lo que Dios nos ha prometido; lo que no nos ha prometido no lo podemos esperar”.

“…si podemos esperar nuestra salvación(de Dios), porque eso si nos lo ha prometido”.

“Tampoco esperar salvarnos sin hacer absolutamente nada por nuestra salvación”.

“Debemos esperar contra toda esperanza”.

“…no nos desesperemos; El encontrará la manera de cumplir sus promesas”.

“…esta virtud danta de la esperanza…cultivémosla, pues sin ella no podemos entrar en intimidad con el Corazón sacratísimo de Jesús”.

“La esperanza nos dirá que esas virtudes son nuestras, que las podemos trasplantar a nuestro corazón”.

“..al hundirnos en ese océano de amargura sentiremos la mano celestial de la esperanza…”.

“En el Corazón de Jesús encontraremos un amor incomparable; y la esperanza nos enseñara que ese amor es nuestro…”

“…cultivemos la virtud de la . Ella nos dará vigor y salud  espirituales, ella será nuestro apoyo y nuestro guía en la peregrinación por este mundo…".

CAPITULO VI
EL CORAZON DE JESUS ES TODO AMOR




“Para entrar en intimidad con Jesús se necesitan, sin duda alguna…la fe y la esperanza; pero sobre todo, la caridad”.

“Esa es la verdadera llave del Corazón de Jesús, la que nos introduce en ese santuario divino…”.

“Todas las virtudes…se necesitan para introducirnos en el Corazón de Jesús; perro de todas, la más excelente, la que les da vida,…es la caridad”.

“…en el Corazón de Jesús no hay solo amor, porque hay pureza, hay dolor y todo género de virtudes”.

“La iglesia, en las Letanías…las va describiendo…al proclamar que el Corazón de Jesús es “Fuente de justicia y del amor”. “Paciente y de mucha misericordia”. “Donde están todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia”. “Lleno de bondad y de amor”. 

“Obediente hasta la muerte”. “Abismo de todas las virtudes”.

“…en la cruz del apostolado…no todo en ese Corazón divino son llamas: hay también lanza, y hay espinas, hay cruz…”.

“…pero todos tienen una clave, un sentido, una raíz: todos brotan del amor”.

“En el Corazón de Jesús es el abismo de todas las virtudes, porque es el horno encendido de la caricia; tiene lanza, espinas y cruz, porque ama; es una pureza incomparable, porque es el ánfora (vasija) sagrada del amor”.

“Y sus sufrimientos, hondos, incomprensibles, inefables, son frutos del amor. Sufre porque ama; la lanza que desgarró su Corazón no es la del soldado; esa desgarró su corazón de carne; pero su corazón espiritual, digámoslo así, santuario de su amor fue el amor mismo que lo hizo estallar”.

“¡Como palidece el símbolo pagano del amor ante el símbolo cristiano del Corazón de Jesús!”.

“(En el Corazón de Jesús)…se encuentran los dos amores, el del cielo y el de la tierra; allí se funden, allí se reducen a misteriosa unidad”.

“El amor de Dios en el Corazón de Jesús es el amor que desciende desde las alturas de la divinidad, y que establece su morada en nuestra  pobre naturaleza…”.

“…cuando Dios nos ama por medio del Corazón de Cristo, sentimos más dulce su amor…”.

“…cuando vimos con nuestros ojos, y oímos con nuestros oídos, palpamos con nuestras manos al Verbo de la vida, entonces  creímos en la caridad que Dios nos tiene”.

“Basta que recorramos el Martirologio cristiano para que encontremos allí multitud de santos que amaron a Dios con todos los matices del amor…”.

“…allí vemos el amor que se despoja, el amor que triunfa, el amor que ilumina, el amor que exalta, el amor que predica, el amor que transforma, el amor que llora, el amor que sufre…”.

“Nadie de las simples criaturas ha amado a Dios como la Santísima Virgen; es un amor incomparable…”.

“…ese amor del Corazón de Jesús, divino y humano, ese amor que es el amor divino que desciende y el amorhumano que se exalta hasta las alturas de los cielos, ese amor llena por completo el Corazón de Jesús”.

“…y más, porque el amor  en el Corazón de Jesús supera a todos nuestros sueños”.

“¿Cómo se entra en el amor sino por el amor mismo?

“…el amor no se puede pagar sino con amor”.

“…el verdadero específico para entrar al Corazón de Jesús y para vivir ahí es el amor”.

“…la clave para entrar al Corazón de Jesús es la caridad”.

“…la caridad son las alas que nos hacen volar dentro de la morada del corazón de Jesús…”.

“…sin amor no se puede entrar al Corazón de Jesús, y si entramos…sin caridad, no daríamos un solo paso absolutamente…”.

CAPITULO VII
IMPORTANCIA DE LA CARIDAD




“Leamos con atención el Sermón de la Cena: …Permaneced en MI…permaneced en mi amor…”.

“…nos recomienda  la caridad en sus dos aspectos, el amor a Dios, y el amor al prójimo”.

“San Pablo…afirma que sin ella (la caridad) todo lo demás nada vale, ni los carismas, ni la pobreza, ni la limosma, ni el martirio mismo”.

“…y no se puede ir en pos de Jesús y seguirle, sino por la caridad”.

“…en el dolor está la vida y la esperanza; pero para que el dolor tenga eficacia, es preciso que esté penetrado e impregando de amor”.

“La cardad es benigna ,…paciente…no busca lo propio, sino que se congratula con los demás”.

“…el que tiene la caridad tiene…todas las virtudes”.

“La fe y la esperanza…son virtudes de destierro, tienen la misión de conducirnos hasta las puertas de la eternidad; pero ahí se detienen: en el cielo no hay ni fe ni esperanza, solo caridad, que es una virtud celestial”.

“La caridad no necesita ayuda de los dones, ella misma es don”.

“La vida cristiana…no es otra cosa que un misterio de calidad, un misterio de amor”.

 “”…la caridad, que es la esencia de la vida espiritual y de la perfección, es también la esencia de esta vida que queremos tener en lo íntimo del corazón de Jesús”.

“Son variados los consuelos que le podemos ofrecer a Nuestro Señor…consuelo del amor, del celo por la salvación de las almas…y el consuelo de participar de sus sacrificios y de sus dolores…para estos tres consuelos necesitamos la caridad”.

“Vivir la vida del Corazón de Jesús es tener el alma llena de caridad, vivir de amor, de amor a Dios, de amor al prójimo; pero de ese amor perfecto que se llama caridad, que el Espiritu Santo derrama en nuestros corazones. Eso es vivir en el Corazón de Jesús”.

CAPITULO VIII
CUÁNTO NECESITAMOS AMAR A DIOS




“…todo nuestro empeño debe ser acrecentar en nuestra alma esa virtud divina: amar a Dios más y más cada día y amar a nuestro prójimo cada vez con una perfección mayor”.

“…si andamos buscando la felicidad sin encontrarla, es porque no nos entregamos  al amor sin reserva. Nuestra felicidad es el amor”.

“Para amar necesitamos hacer esfuerzos, necesitamos arrojar de nuestro corazón todos los huéspedes extraños y hasta arrojarnos…a nosotros mismos”.

“No queremos sacrificarnos, porque nos parece que que, si hacemos esos sacrificios, perdemos nuestra felicidad; y, sin embargo, sucede todo lo contrario”.

“Por consiguiente, tenemos necesidad de amar a Dios, de amarle plenamente, de amarle sin vacilaciones y sin reservas”.

“Cueste lo que cueste, suceda lo que sucediere, es preciso que yo ame a Dios y que lo ame con todo mi corazón”. San Agustín.

“Pero, hay otro motivo, si se quiere más poderoso…los deseos de Jesús, los deseos ardientes de su corazón”.

“El amor que no desea el amor de ser amado, no es amor”.

“En el fondo de esa impaciencia de sufrir, lo que había en el corazón de Jesús era la impaciencia de conquistar nuestro corazón”.

“ !Tened compasión de Jesús , que siente en lo profundo de sus entrañas esa sed inmensa de amor”.

“…nuestro Señor no nos pide ni fuerza, ni sabiduría, ni riqueza: no nos pide más que una sola cosa: nos pide amor”.

“Para amar a Nuestro Señor, se necesita una sola cosa: querer”.

“Entreguémosle una vez más a Dios nuestro corazón y entreguémosle sin reservas, sin condiciones”.

“Si Dios es amor y la cosas más semejante a Dios que hay en la tierra es el amor, es la caridad; conquistar este don preciosismo es poseer la santa, la amorosa, la divina impaciencia del Corazón de Jesús”.

“Vivir en el Corazón de Jesús es, pues, vivir de amor, es entregarle al Señor, nuestro corazón entero y después vivir de nuestra donación”.

CAPITULO IX
COMO CONOCEREMOS QUE AMAMOS A DIOS




“…necesitamos tenerla (La Caridad), no de una manera circunstancial y efímera, sino de una manera profunda y estable”.

“…el amor  de Dios con frecuencia no lo sentimos, pero en no sentirlo no quiere decir que no lo tengamos; podemos tenerlo, aún muy perfecto, sin sentirlo…”.

“El apóstol San Juan nos da a entender cuando dice: -Si no amamos al prójimo, que vemos,¿ Como podremos amar a Dios que no vemos-“.

“Una señal inequívoca, un indicio seguro, una verdadera radiografía de nuestra caridad es el amor al prójimo”.

“…Nuestro Señor mismo nos dio esta regla…, nos dijo: ..Os améis los unos a los otros”.

“…para amar a Nuestro Señor como es debido debemos amarle de una manera integral”.

Si una persona amara a otra, pero le repugnara algún defecto suyo…aquel amor sería deficiente, no tendría toda su plenitud, porque el amor debe ser total…”

“ Si hago excepciones, si hay prójimos a los que no amo, -la caridad de Dios no prevalecerá en nosotros- según la expresión de San Juan”.

“Pero me apresuro a poner algunas reservas, porque son indispensables”.

Pero el hecho de sentir dificultades y repugnancias en nuestro amor al prójimo no arguye que nuestra caridad para con él sea deficiente, ni, por tanto nuestra caridad para con Dios”.

“Veo en este prójimo a Jesús, no por lo que aquel tiene  en la superficie, sino por lo que tiene en el fondo. Este prójimo tiene la imagen de Dios de su alma…”.

“…hay un enlace estrechísimo entre la caridad de Dios y la caridad al prójimo y como esta que se ve es un indicio para juzgar la otra que no se ve”.

CAPITULO X
COMO NOS AMA JESUS, ASÍ DEBEMOS AMAR AL PRÓJIMO




“…la caridad debe movernos a hacer el bien al prójimo, todo el bien que podamos, y con la delicadeza y la ternura con que Nuestro Señor nos colma de bienes”.

“El nos ama con todo el corazón, y nosotros amamos al prójimo con una porción…”.

“¿Cómo nos ama Jesús? Perdonando todas nuestras faltas, cubriendo todas nuestras miserias, condescendiendo santamente con todas nuestras fragilidades”.

“Nuestro Señor nos puso esta regle muy claramente en el Padrenuestro: Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

“…la fe nos dice que el prójimo es Jesús”.

“…en verdad os digo: todo lo que hiciereis al mas pequeño de los hombres, a Mi me lo hacéis”.

“La caridad para con el prójimo exige…el sacrificio de nuestra propia vida”.

“¿Cómo nos ama Jesús? Con abnegación hasta el sacrificio. Con una delicadeza incomparable".

“La caridad para con el prójimo no debe ser fría, ceremoniosa, oficial…tiene que ser ardiente, tan tierno, tan ingenioso, tan sacrificado, que sea un trasunto (imitación)  del amor que Jesús nos tiene”.

“…amando al prójimo amaremos a Jesús; amando a Jesús viviremos en su corazón y allí encontraremos la paz y la felicidad en la vida presente y futura”.

CAPITULO XI
AMAR AL PRÓJIMO ES PROCURAR SU SALVACIÓN.



“Amar es querer el bien para alguno, según el bien que queramos para quien amamos, así se caracteriza nuestro amor”.

“…si Dios quiere para nosotros bienes de la tierra, como salud, "fortuna, afectos, etc.., solo los quiere en cuanto estén encadenados con nuestro bien supremo; porque lo que Él quiere absolutamente es nuestra santificación…”.

“…muchas veces pedimos a Dios bienes temporales, y y aún espirituales no necesarios, y no lo conseguimos porque la oración no se eficaz ni porque Él no quiera darnos todo géneros de bienes, sino porque esos que le pedimos no están coordinados con nuestro bien supremo”.

“La caridad, al contrario, es un amor viril, fuerte, heroico, semejante al amor del Padre que sacrificó a su propio hijo; al amor de la Santísima Virgen, que ofreció el sacrificio de Jesús y consintió en El. ¿Porqué es así? Porque busca el verdadero bien de las almas, que es su santificación”.

“…el bien del prójimo se confunde con el bien de Jesús, el bien de prójimo  es que sea Jesús, el bien de Jesús es realizar su misterio en el prójimo”.

“Amar al prójimo es amar a Jesucristo. Tener celo por la salvación de las almas es consolar a Jesús”.

CAPITULO XII
EL CELO Y LA CRUZ




“…no se puede hablar de caridad, sin hablar de sacrificio; porque el sacrificio es el complemento natural del amor…”.

“Pero si para conseguir ese gozo Nuestro Señor eligió un instrumento especial, la cruz, no tenemos que andar buscando otros instrumentos para ayudarle a realizar su empresa”.

“…en todas las etapas  de la vida espiritual…la cruz es el camino que nos conduce al cielo, el instrumento de nuestra santificación, el arma con que hemos de conquistar el reino de Dios”.

Si alguno quiere venir en pos de mí, tome su cruz y sígame.

“…las cruces mejores son las más pesadas, las más dolorosas, hasta que llegue la última, la definitiva, la cruz del Corazón de Jesús”.

“…la cruz nos sirve para purificarnos, para quitar nuestros defectos”.
“…para purificar el corazón se necesita el sacrificio”.

“También se necesita para practicar las virtudes que van purificando las distintas regiones de nuestro ser”.

“…pero llegados a cierta época, viene una purificación más íntima que no nos hacemos nosotros, que la hace el espíritu santo por una cruz más íntima y más dolorosa”.

“Y hay la ventaja que si una cruz no nos ilumina, Nuestro Señor nos mandará otra; pero a fuerza de cruces es como nuestro espíritu llega a iluminarse”.

“La cruz es indispensable para nuestra unión con Dios…en la cruz es donde encontramos a Cristo”.

“…el camino hacia la unión es áspero, tortuoso, sembrado de espinas; es un verdadero túnel oscuro, frio, desolado; por allí es por donde el alma llega al palacio del gran Rey…”.

“…en el divino es imposible amar a Jesús sin sufrir. El amor produce sufrimiento y el sufrimiento acrecienta el amor…”.

“…para encontrar la dulzura del amor es necesario pasar por la amargura del dolor. Por ese Corazón se va al cielo; pero para llegar al cielo es preciso pasar antes por una escalera de dolores misteriosos, por la cruz intima que es lo supremo de los dolores del Corazón de Jesús”.

“En resumen: el alma lleva la cruz, primero para purificarse; después, para iluminarse, y finalmente, para unirse”.

“Además del dolor que purifica y del dolor que ilumina y del dolor que une, hay el dolor que transforma”.

“…la transformación es el triunfo definitivo de Jesús, es la realización integra del misterio de Cristo en un alma…”.

“Todavía hay otro dolor, el dolor fecundo, el dolor que redime, el dolor que brota del Corazón de Jesús y se convierte en raudales de gracia y de pureza que vivifican al mundo”.

CAPITULO XIII
LA CRUZ INTERNA DEL CORAZON DE JESUS




“La mayor parte de estos sufrimientos son para nuestro bien, para nuestra santificación”.

“…pero hay una-el que está en la cumbre, el que no es humano, sino divino, el que no es nuestro, sino de Jesús- del cual participamos para consolarle y para hacer bien a las almas”.

“Si contempláramos con luz divina el Corazón de Jesús, veríamos que ee corazón está henchido de un amor inmenso y de un dolor inenarrable, y que de tal manera se confunden el él el dolor y el amor…”.

“Lo primero que debemos considerar en esos dolores internos de Nuestro Señor es que allí, en su corazón, estaban acumulados todos nuestros dolores…”.

“…es natural que no podamos sufrir sin que Él sufra, que ninguno pueda escandalizarse sin que Él sienta arder sus entrañas, según la expresión del Apóstol”.

“…ninguna de las cosas que sufrimos las dejo de sufrir Jesús…”.

“Nunca estamos solos cuando sufrimos, siempre sufre con nosotros Jesús…”.

“cuando sufrimos hay siempre alguien que sufre con nosotros, hay siempre alguien quien nos consuela; es Jesús”.

“Pero Jesús no solamente llevaba en su corazón todos nuestros dolores, sino que llevaba todos nuestros pecados”.

“”¡Qué pena tan honda llevaría Jesús durante su vida mortal en su alma por la ingratitud de los hombres”!

“Jesús lleva en su corazón el dolor inmenso de todas las traiciones, de todas las perfidias, especialmente las traiciones de las almas consagradas”.

“Y que se digne recibir nuestros pobres consuelos y que algún día permita que, participando de esos dolores internos de su corazón, podamos brindarle un consuelo más íntimo, un consuelo más dulce…”.

CAPITULO XIV
COMO CONSOLAR LOS DOLORES ÍNTIMOS DE JESÚS.





“Bien podemos decirla a Jesús: “Señor, mira la serie de actos que constituyen mi vida espiritual, mis escasas virtudes, mis actos de amor, aunque sean exiguos, mis sacrificios todos, son para consolarte. Quiero darles esa intención y estoy seguro de que te consolarás cuando veas que hago estas cosas por tu amor y por el deseo de consolarte”.

“Señor yo te ofrezco ahora éste; …procuraré mañana ofrecerte algo mejor; por ahora te doy lo que tengo; eso sí , te lo doy con todo mi corazón”.

CAPITULO XV
CONCLUYE EL MISMO ASUNTO




“Otro modo más adecuado y como específico de consolar los dolores internos del Corazón de Jesús es conocerlos y sentirlos en cierta manera en nuestro corazón”.

“…San Pablo…le pide al Padre celestial que los fieles sean corroborados por el Espíritu Santo en el hombre interior, que Cristo habite en ellos por la fe, que sean arraigados y afirmados en la caridad…”.

“Tiene la fe, por la fe puede conocer muchas cosas…”.

“La fe nos da…la sustancia de las cosas que esperamos…nos da los conocimientos no solo los que tienen los santos de la tierra, sino los que tienen los bienaventurados en el cielo…”.

“Es imposible que no nos demos cuenta de lo que sufrió Nuestro Señor sin que sintamos compasión en nuestra alma…entonces participamos ya de esos dolores de Jesús”.

“Si la fe se va haciendo en nosotros más intensa, si nuestra alma va siendo una más perfecta vida interior, poco  a poco vamos conociendo mejor esos dolores…”.

“Y a medida que vaya creciendo nuestro conocimiento, ira también creciendo  nuestra compasión y nuestro amor, e irá siendo más perfecto nuestro consuelo”.

“Si Dios es servido de que lleguemos a la cumbre, allá encontraremos el conocimiento más profundo y la mejor participación de los dolores íntimos de Nuestro Señor”.

“…ese conocimiento…es por una dulce y sabrosa experiencia…aunque es amarguísima, aunque es dolorísima, porque siempre es dulce saborear la amargura del Corazón de Jesús”.

“Cuando el alma está unida íntimamente con Jesús…cuando escuchamos en lo íntimo de nuestro ser los latidos del Corazón de Nuestro Señor…es natural que podamos conocer …sus dolores internos”.

“…todo dolor nace de la luz, sufrimos porque conocemos”.

“En Nuestro Señor esos dolores intensísimos…se los producía la luz clarísima del cielo con que veía lo que es el pecado…Pero esa luz ¿de dónde venía? Le venía de los dones del Espíritu Santo”.

“…cuando los dones del Espíritu Santo han alcanzado en nosotros su perfecto desarrollo…la luz intensa de esos dones ilumina el pecado…y vemos el abismo del pecado…”.

“Pero es preciso que en donde estemos, procuremos conocer los dolores internos de Jesús y consolarlos”.

“…cualquiera que sea la etapa de nuestra vida espiritual, procuremos meditar, ahondar los dolores íntimos deajaesús, procuremos compadecerle y consolarle…y luego suspiremos por las alturas y preparémonos para ellas”.

“Cómo nos preparamos para la cruz interior?

Lo he dicho en todos los capítulos anteriores: que el Espíritu Santo corrobore nuestras almas en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en nuestros corazones, que estemos arraigados y fundados en la caridad, para que podamos comprender la latitud y la longitud y lo profundo y los sublime y conocer la caridad de cristo, que está por encima de toda ciencia”.

“…conozcamos los dolores íntimos de Jesús y consolémosle…pidamos, si Dios así lo tiene determinado que nos dé un conocimiento más profundo de los dolores internos de Jesús. Y preparémonos para ser capaces de comprender esos dolores y consolarlos…cuanto aceptando y llevando de la mejor manera nuestra cruz de cada etapa, nuestra cruz de cada día”.



FIN









1 comentario:

Anónimo dijo...

La fotografía del obispo que aparece en esta publicación no pertenece a Monseñor Luis María Martinez y Rodríguez