PROLOGO
Conocí a Vincenzo Alfredo Iannace Matute antes de que él
naciera, su madre, Trina era mi maestra de primer grado en la Escuela Revenga y
solicitó su permiso prenatal para dar a luz a su primer descendiente. Recuerdo de
niño con menos de diez años cuando visitaba con mi madre la Farmacia
Matute, atendida por Don Alfredo, siempre estaba por allí Doña Emperatriz
y alguna de sus hijas. Al pasar de los años, ya Alfredo grandecito de
pantalones cortos, jugaba en brazos de su madre o padre, prácticamente se crió
en la Farmacia. Frecuentemente yo visitaba la farmacia, sobre todo en busca del
Persantín, la medicina de mi padre.
Así continuamos en nuestras andanzas por el Turmero de
los años sesenta en adelante, estudiamos en distintas épocas nuestra primaria en
la José Rafael Revenga, así como nuestros estudios de secundaria y
universitarios, cada quien formó su familia. Nos alejamos en el tiempo buscando
los derroteros de la vida, siempre sabíamos el uno del otro. Por casualidades
del destino fuimos vecinos en la calle 5 de la Urbanización La Soledad de
Maracay, Alfredo dedicado a su profesión y a la actividad gremial siendo
Presidente del Colegio de Farmacéuticos del Estado Aragua y luego de la
Federación de Colegios Farmacéuticos de Venezuela; y el suscrito, dedicado a la
actividad pública y política. Ahora nos reencontramos de nuevo en nuestro amado
pueblo de Turmero donde compartimos amistosamente nuestra vida cotidiana, con
un común denominador, nuestra fe religiosa y la pasión por narrar nuestras
crónicas. Alfredo me ha pedido escribir este prólogo y lo hago con el mayor
cariño, a cuyos efectos siempre hay que leer la obra, documentarnos y dejar que
los dedos sobre el teclado reflejen nuestros pensamientos e ideas.
Con estos fines, hurgando en mi biblioteca consigo un libro de
Don Pedro Modesto Bolívar, titulado “Turmero ante la Historia”, y en el aparte
dedicado a las boticas, boticarios, farmacias, médicos y hospitales, refiere
que desde 1795 aparecen personas dedicadas a estas profesiones en
nuestro pueblo. Don Carlos Arvelo, médico, atendió una epidemia en 1808,
seguramente con la ayuda de un boticario. En 1811 otro médico, nacido en estos
valles, Domingo Arévalo, hijo del héroe de la independencia Pedro Arévalo
Aponte, epónimo de la parroquia del Valle de Paya y Guayabita, quien ejercía en la
tierra de los lairenes. En 1830 nos encontramos con Manuel Ponce de León de
familia reconocida, y a finales del siglo XX llega a Turmero Don Adolfo
Frydensberg, quien también preparaba las medicinas y de grata recordación por
ser muy generoso con el pueblo necesitado. En 1912 llega el Farmaceuta Don
Pedro Buznego Martínez e instala la Farmacia Moderna. En 1920 los hermanos
Luis y Gerónimo Caballero Malpica, oriundos de Valencia, fundan una Botica en
la Calle Real (Mariño) cruce con la calle Carreño. Luis era el farmaceuta. En
1839, otro boticario Lucas Vázquez Rojas instala una botica entre la
antigua Escuela Revenga y la plaza en la misma calle Real.
El historiador Pedro Modesto Bolívar refiere en su libro
antes mencionado y cito textualmente: “Y en los primeros años de la década de
1940, será el Señor Alfredo Matute, quien procedente de Maracay, se instale con
su Botica en la esquina “La Mina”, ubicada en la calle Real o Mariño cruce con
la Ricaurte, frente a la Casa de Los Martínez Rui. Dicha Botica duró en este
sitió pocos años hasta que su dueño, habiendo adquirido una vieja casa cerca de “La Factoría” o Mrcado Municipal en la esquina suroeste de la Plaza Mariño, donde construyó un edificio de dos pisos, moderno para aquella época, y allí además
de servirle de residencia para su familia, instaló su botica, denominada
“Farmacia Turmero”, la cual atendía personalmente junto con su esposa, sus dos
hijas y su hijo, el Dr. Alfredo Matute León, que la regentó por varios años.
Para la fecha de esta publicación, dicha farmacia aún existe bajo la regencia
del Dr. Vincenzo Alfredo Iannace Matute, nieto del fundador”. (Fin de la cita).
Luego procedí a buscar la historia de la profesión y de
la actividad, encuentro que ya en la antigüedad, mucho AdeC, se utilizaban
fármacos como el ruibarbo, el opio, la efedrina, jengibre y tantos otros.
En el año 1240 en el Decreto de Salerno (Italia)se establece la separación de
los oficios de médicos y farmacéuticos, y se llega a regular el mercado de los productos.
En 1441 se funda el Real Colegio de Boticarios de la ciudad y Reino de Valencia en España, el más antiguo
del mundo.
El Protomedicato, institución que reconocía los conocimientos
para ser médico y concede las licencias a los practicantes después del examen
de rigor para el ejercicio de las profesiones, es creado en 1777. Como hecho
referencial, en Venezuela, Simón Bolívar crea en 1827 la Facultad de Medicina
que vigilaba todo lo relativo a los títulos e incluso otorgaban los de los
Boticarios.
Derechos de autor
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