por: EFREN RODRIGUEZ Y NESTOR GERMAN RODRIGUEZ
INDICE
1 PORTADA
2 INDICE
3 INTRODUCCION
4 CLARO ROMERO: EL BOLIVOLISTA PANAMERICANO
INTRODUCCION
Siempre hemos querido resaltar
nuestros valores en todas las disciplinas. Sucede que muchos autores y
personajes no han sido reconocidos y valorados en su justa dimensión. Un
ejemplo es el personaje de esta edición: CLARO ROMERO, quien habiendo realizado
una performance a nivel internacional y haberse destacado deportivamente, ha
sido prácticamente ignorado.
Nosotros conocemos a Claro desde
niños, lo vimos jugar y sabemos de su vida familiar. Por ello podemos afirmar
sobre su integridad y honorabilidad.
Para nosotros es un orgullo
presentar este escrito a manera de Biografía. Sentimos un compromiso solidario
por Claro Romero y estamos cumpliendo con un deber ciudadano de servirle de apoyo.
EFREN RODRIGUEZ Y NESTOR GERMAN RODRIGUEZON:
CLARO ROMERO, nació el 12 de
agosto de 1936 en la ciudad de Turmero, CI No. 337.477, fueron sus padres
Aureliano Castro y Cecilia Romero. Sus hermanos Aurelio y Juliana.
Aurelio, el cartero del pueblo,
andaba en su bicicleta de reparto por las calles de tierra. Juliana, una
muchacha en la flor de la vida.
Se puede decir que con el
nacimiento de Claro Romero también nace el Voleibol en Venezuela, a raíz de la
muerte del General Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935, le sucede en el
cargo el Ministro de Guerra y Marina Eleazar López Contreras en 1936.
Durante este gobierno, se da
inicio al voleibol en Venezuela. El periodista Herman "Chiquitín"
Ettedgui organizó el primer partido en el Estadio San Agustín.
Este deporte se había olvidado,
pero en 1937, deportistas venezolanos quienes cursaron estudios fuera del país,
entre ellos Luis Bigott y Leopoldo Márquez, al regresar al país y con el apoyo
de algunos de sus compañeros, organizaron diversos equipos en la capital y el
diario El Universal publicó el mismo año el primer Reglamento Internacional del
Voleibol.
La Federación Venezolana de
Voleibol fue creada el 29 de junio de 1937, con la función de difundir el
deporte el cual tuvo gran acogida, años después organizaron el primer encuentro
nacional que logró reunir representaciones de los estados Aragua, Yaracuy,
Miranda, Monagas y Distrito Federal, cuando se declaró como deporte en
Venezuela.
Claro Romero desarrollaba su
infancia en el vecindario de Turmero, capital
del antiguo Distrito Santiago Mariño que incluía a Palo Negro. Turmero
tendría si acaso unos 20.000 habitantes.
Vivía en la calle Petión, al lado
de Rita de Reyes y del célebre coleador Juan de Dios Rodríguez “Juan Pila”,
muerto trágicamente en una caída de su corcel.
A los casi siete años de edad
ingresa a la Escuela Federal Graduada José Rafael Revenga ubicada en la calle
Carreño, entre las calles Mariño y
Bolívar. Se conocía como Casa de La Gallera o Casona de Los Gómez. Claro Romero lució como todo Revenguino, el
guardapolvo con las letras J.R.R en el bolsillo del corazón. El Director era el Profesor José Ángel
Montañez; luego entre otros estuvo Francisco Guede, José del Carmen Morales y
Gustavo Morales Guerra que recuerdo. El Policía Escolar más temido pero querido era Rafael Hermoso, quien
buscaba en su bicicleta a los jubilados que se iban al río Turmero, a la plaza
del pueblo o a cualquier otro sitio. Se recuerda lo estricta que era la maestra
Nieves Sarco de Trujillo, que colocaba las planas y enviaba notas a los
representantes.
Dentro de sus compañeros de clases tenemos a Freddy Gómez,
Regulo Briceño, Tomas Borges, Gladys Landaeta, Mina Ruiz, dentro de tantos.
Seguro que nuestro personaje
aprendió la Historia de Venezuela del libro del Hermano Nectario María y
recibió lecciones del Manual de Urbanismo y Buenas Costumbres de Carreño. Los
desfiles a las fechas patrias y el canto del Himno Nacional, del Himno al
Árbol y del Himno Panamericano, entre
otros, fueron entonados de sus labios.
No podría imaginarse Claro Romero
que viviría en carne propia la siguiente estrofa:
“Argentina, Brasil y Bolivia.
Colombia, Chile y Ecuador. Uruguay, Paraguay, Venezuela, Guatemala y el
Salvador. Costa Rica, Haití, Nicaragua. Honduras y Panamá. Norteamérica, México
y Perú. Cuba y Canadá, son hermanos soberanos de la libertad, son hermanos
soberanos de la libertad”.
En 1949, a la edad de 13 años,
Claro Romero comienza a practicar Voleibol dado el auge alcanzado por sus
antecesores del equipo de Voleibol Star que era muy nombrado con sus jugadores
Juan de Mata Ramírez, Nicolás Álamo, J.J Cortés, José Vicente Rodríguez Pérez,
Carlos José Suarez, Julio Caballero (Maldad) José Arturo Borgo, entre otros.
Las andanzas de Claro eran las
típicas de los lugareños: el río Paya, el cerro El Calvario, la Plaza Mariño,
los toros coleados, el carnaval y las procesiones.
En el Voleibol juega en sus años
mozos en las canchas improvisadas de los patios de las casas y aprovechando la
desocupación del Mercado Municipal, frente a la plaza, que lo convierten en
cancha de voleibol, allí perfecciona poco
a poco su juego basado en la eficiencia, la potencia y la defensiva. También
jugaban en una cancha improvisada que quedaba en la calle Cedeño Norte.
A los 18 años ya formaba parte
del glorioso equipo San Pablo de Turmero, fue reclutado por Juan José
Cortés (Cortesía). Recordamos a esa nueva generación de voleibolistas, entre
otros a: Brígido Morgado, a Pedro “La Vieja” Borges y Nicolás Álamo “Maracha”.
Siendo del San Pablo representó
al Estado Aragua en los I y II juegos Nacionales en Maturín y Valencia. Jugaban
los inter escuelas. Maracay vio jugar a Claro Romero en varias oportunidades.
Con la progresiva práctica del
Voleibol de este deporte en Venezuela, se fundaron otros clubes en diferentes
regiones del país, además del surgimiento del San Pablo de Turmero, se contaba
con el Club Alegría, el Club Royal y el Unión Sport Club, que se fundaron en
Caracas por nombrar algunos; Rex Sport Club, Dos Caminos Sport Club, Monterrey,
en el estado Yaracuy, el Yaracuy Sport Club y el América de Barquisimeto.
Claro Romero debe trabajar para
subsistir en aquella Venezuela agrícola
con auge petrolero. J.J. Cortés, su consejero y protector se lo lleva a
trabajar en la Planta Ganadera de Maracay en la Avenida Carabobo, allí se
inició como Auxiliar de Contabilidad y luego fue ascendido a Contador del Banco
Agrícola frente a la Plaza Girardot.
Nos cuenta Claro que con J.J.
Cortez viajo asistió a varios encuentros de basquetbol entre los eternos
rivales de los quintetos de Aragua y Carabobo.
Cuando tenía mayoría de edad (23
años) ya era un destacado jugador del deporte de la red a 2.50 m de altura para
hombres y cuya superficie de cancha
mide 18x9 metros, rodeado por una
zona libre de un mínimo de 3 m de ancho por cada lado. Uno de sus entrenadores
fue el profesor de Educación Física Andrés Eloy Moratinos. La cancha interna
del Grupo Miranda de Turmero fue escenario para su formación como jugador,
noche tras noche se sucedían los entrenamientos.
A Claro Romero, le decías sus
amigos Claro Duany, un famosos jugador de béisbol profesional cubano para la
época. Era Jardinero y jugó en la famosa
Liga Nacional Negra. Jugó en México, campeón de bateo, y en Nicaragua y Estados Unidos. Conocido
como El Gigante (1.90 de estatura) y
está en el Salón de la Fama en Cuba.
Los conocedores de la materia se
fijan en Claro Romero y es llamado a
formar partes del seleccionado nacional que tenía el compromiso de
representarnos en los III Juegos Panamericanos de Chicago. Estamos en 1959.
Ya en 1946, otro Turmereño y
voleibolista, Ciro Guzmán Morillo, representó a Venezuela en los Juegos Centro
Americanos y del Caribe celebrado en Barranquilla (Colombia).
Claro es reclutado y sometido a
las practicas rigurosas de la selección nacional para mejorar el saque, el
bloqueo y el remate; así como la estrategia de juego. Se ve obligado a
concentrarse por unas semanas en la capital y hacerse amigo de las figuras de
la época.
Hacen varias exhibiciones
previas, una de ellas en Turmero, su pueblo natal donde resultó todo un
acontecimiento deportivo. La selección de Aragua se enfrentaría a la selección
nacional. El lugar escogido era la cancha exterior del Grupo Miranda. Claro
Romero jugaría para los dos equipos, el de Aragua liderado por Mauricio Johnson
y otras figuras locales. Y en la selección nacional con el zuliano Lino Connel
y Oswaldo “Papelón” Borges, al frente.
El juego fue por demás
emocionante, la asistencia fue masiva y el espectáculo extraordinario. Claro
Romero, un joven surgido de las canchas de polvo y cemento, con un espíritu
combativo férreo y con una inteligencia de juego que asombraba junto a su
habilidad natural, fue la figura estelar
en aquella noche donde la estrella que brillaba en el firmamento y en la
cancha, era el taciturno jugador turmereño. Ese día recibió el cariño y el apoyo
de su gente, entre aplausos y saludos transcurrió aquella memorable jornada.
Claro Romero, era un ídolo en su tierra natal.
Llego el día del viaje a la cita
continental y el Hércules de la Aviación Militar despegó rumbo a Chicago. Claro
se encomienda a la Virgen del Carmen de quien es devoto. Al evento asistirían
25 países, estaban inscritos unos 2.200 atletas en 18 disciplinas deportivas.
La apertura estaba prevista para el 27 de agosto de 1959 y se esperaba una
asistencia de 40.000 personas. La Clausura se realizaría el 7 de septiembre, todo
ello en el Estadio olímpico de Soldier
Field en Chicago.
Fue un día caluroso día y según
lo previsto, se efectúo la inauguración. Claro Romero desfiló junto a sus
compatriotas, vestían traje deportivo
azul con insignia en los brazos y en el pecho. La bandera tricolor ondeaba el
cielo en Illinois, Estados Unidos. Era esta la primera vez que los Juegos
Panamericanos se realizaban en Norteamérica.
La villa atlética se ubicaba en
el Campus de la Universidad de Chicago.
El equipo venezolano de voleibol
estaba conformado por: Santiago Reverón, Carlos Bereciarte, José Montañez,
Gustavo López, Oswaldo “Papelón” Borges, Lino Connell, Carlos Federich, Joel
Marín, entre otros. El entrenador de la selección nacional de voleibol para ese
momento era J.J. Rodríguez. Tras una férrea lucha por las medallas enfrentando
a Estados Unidos, Brasil, República Dominicana, México, entre otros; lograron
ir a la Copa Consolación y quedar en un quinto lugar muy honroso. Claro Romero,
a pesar de ser el novato del grupo, le dieron chance en casi todos los
partidos. La competencia fue agotadora porque jugaban a diario. La experiencia
inolvidable, el aprendizaje el máximo.
Cuenta Claro Romero que durante
su estadía en Chicago asistió a un juego de béisbol de las grandes ligas, pudo
ver jugar al ídolo de Chicago y Venezuela, a Luis Aparicio. Uno de los mejores
campo corto que ha existido y que es miembro del Salón de la Fama. Este
estafador de bases era aplaudido por los fanáticos por su versatilidad, arrojo
y estilo elegante de hacer las jugadas. En ese juego también estaba el famoso
Ted Williams, por lo que se deduce que jugaban contra los Bravos de Boston.
En los III Juegos Panamericanos
de Chicago 1959 el equipo de Béisbol Amateur, en representación de Venezuela
ganó la Medalla de Oro Panamericana. De igual manera se lograron siete de plata
y siete de bronce.
De regreso a la Patria, Claro
Romero es recibido por los federativos y funcionarios gubernamentales. Sus
amigos y familiares lo esperaban en su tierra natal.
Decide contraer matrimonio y lo
hace con Carmen Yolanda Torres, su hijo mayor, se llamó Jorge Luis, quien
lamentablemente muere de un golpe en la cabeza, tuvo dos hijos más: Maribel
Coromoto, casada y David Javier,
soltero, que aún vive con él, de profesión Ingeniero eléctrico.
Claro Romero no solamente se
destacó como voleibolista, sino también practico exitosamente el béisbol, formo
parte del equipo Municipalidad Mariño, jugó la posición de cácher. Narra que en
el estadio del Matadero viejo se sucedieron juegos inolvidables. Posteriormente
el escenario se concentró en el José Pérez Ramos, sede actual.
Una anécdota narrada por su
persona señala que en un juego en el José Pérez Colmenares (viejo) de Maracay
que lleva por nombre actualmente “Julio Bracho”, la saco de Jonrón por él center field, la pelota llego a las rieles
del ferrocarril, de la actual Avenida Constitución.
Nos cuenta que conoció y
compartió personalmente con las glorias
del béisbol aragüeño como Luis y Héctor (El Loco) Rodríguez, nativos de
Turmero.
Recuerda las fiestas en Turmero,
las misas de aguinaldo y los paseos musicales. Las patinatas y los fuegos
artificiales. Recuerda que su cuñada María Elena fue Reina de Carnaval cuando
las carrozas desfilaban, en la plaza asistían centenares de disfraces y bailaban
con música amenizada desde un templete o tarima.
Las fiestas patronales eran las
mejores de Aragua y Venezuela, dice Claro Romero. Los toros coleados y los
juegos en la plaza que ya no existen. La programación religiosa del Día de La
Candelaria siempre ha tenido mucho fervor.
Semana Santa era de recogimiento
espiritual, cuenta Romero. No cabía un alma alrededor de la plaza donde las
velas encendidas iluminaban las imágenes y
resplandecían los rostros de los asistentes.
Era otro Turmero, cuenta Claro:
“Podíamos dejar la puerta de nuestras casas abiertas de par en par, y nada
pasaba, había seguridad y respeto a los hogares”.
Una faceta de Claro Romero poco
conocida es que fue un joropero y de los buenos, asistiendo a muchos eventos
del folclore venezolano y aragüeño. Era un fan de Don Ciro Pimentel.
Claro ó Clarito como le decía las
muchachas del pueblo, continuó en su actividad deportiva al regreso de Chicago,
fue y es un referente obligado del deporte mariñense. El Voleibol tuvo un bajón
en las prácticas deportivas, años después fue reimpulsado por otra generación
de jugadores dentro de los que podemos señalar a Efrén Rodríguez (El Lorito),
Edgar “Nene” Meneses, Javier Sarcolira y Henry Requena, entre otros que
pusieron en alto el nombre de Turmero y de
Aragua. Vale recordar a su entrenador Jesús Espinoza (Nonón).
Para esta época ya se tenía la Cancha del Pancho Pepe Croquer.
Cabe destacar como hecho positivo, el surgimiento de voleibolistas de carácter internacional formados en la cantera turmereña como: María José Pérez, Graciela Márquez, Soriana Pacheco, Luis Díaz, Keryis Saavedra, Claudia Reina, Claudia Reyes, Luis Infante, Morelys Escobar y Lucy Sarcolira.
Para esta época ya se tenía la Cancha del Pancho Pepe Croquer.
Cabe destacar como hecho positivo, el surgimiento de voleibolistas de carácter internacional formados en la cantera turmereña como: María José Pérez, Graciela Márquez, Soriana Pacheco, Luis Díaz, Keryis Saavedra, Claudia Reina, Claudia Reyes, Luis Infante, Morelys Escobar y Lucy Sarcolira.
Los méritos de Claro Romero no
fueron reconocidos como ha debido ser en su oportunidad, ni una cancha lleva su
epónimo y pocos los torneos o
campeonatos en su nombre. Es un atleta olvidado. Por ello nuestra intención de
reivindicar su hazaña y su limpia carrera.
Algunas instituciones le han
reconocido sus méritos.
Hoy día pensionado del Seguro
Social vive humildemente en la calle principal de La Julia, anterior
asentamiento campesino que fuese en sus primeros años un centro modelo de
desarrollo rural.
En la intimidad de su casa nos encontramos con este hermoso cuadro del Corazón de Jesús que por sí solo expresa el buen corazón de Claro Romero.
En la intimidad de su casa nos encontramos con este hermoso cuadro del Corazón de Jesús que por sí solo expresa el buen corazón de Claro Romero.
Durante más de treinta años fue
taxista, sirviendo a la comunidad. Se ha defendido vendiendo y comprando carros
o alquilando habitaciones en su casa.
Claro Romero es un Ciudadano
Ejemplar.
Cuando lo visitamos, con la
modestia que lo caracteriza, nos mostró sus recuerdos y con sencillez nos
refirió sus vivencias.
HONOR A QUIEN HONOR MERECE.
HONOR A QUIEN HONOR MERECE.
DERECHO DE AUTOR
Esta obra se reserva el derecho de autor prescrito en la página http://sapi.gob.ve/?page_id=116 Este derecho nace con el acto de creación y no por el registro de la obra. Es el derecho que posee el autor sobre sus creaciones sean estas obras literarias, musicales, teatrales, artísticas, científicas o audiovisuales. Se considera Autor a la persona natural (persona física) que crea alguna obra literaria, artística o científica. Se agradece a todos los lectores ceñirse a esta disposición
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